Mañana en la 'mani' piensa en Bertrand Ndongo
«Al final, cada cosa que pase en este país, por más trágica que sea la situación, acaba en coña marinera»
Y al décimo día de protestas frente a Ferraz, Bertrand Ndongo seguía vivo. Las derechas —y no tan derechas— están aprendiendo a tomarle el pulso a la calle que tan bien domina la izquierda de las batucadas. Transcurridos los días de mayor agitación en las inmediaciones de la sede del PSOE, empezó en las redes, maná de nuestros tiempos, a circular la basta broma de que el señor Ndongo, conocido popularmente como «el negro de Vox», iba a ser sacrificado frente a Ferraz. «Será nuestro George Floyd», dijeron, con mala uva, múltiples cuentas de usuarios con ingenio y crueldad a partes iguales.
Se están dando cita en la previa a que la ley de amnistía llegué definitivamente a nuestras vidas, multitud de personalidades en esa sitcom que está llegando a parecer unas protestas que concitan a personajes dispares. Los hay, son mayoría, personas normales. Ciudadanos que han ido y seguirán yendo a protestar sin ninguna intención violenta frente a lo que consideran una injusticia. Gentes que no son nostálgicas de nada más que de la igualdad entre españoles. Y haría bien la izquierda gubernamental y sus adláteres mediáticos en ponderar el cabreo de esos ciudadanos. Lo analizó bien la corrupta Laura Borrás, condenada por trocear contratos públicos y no por su ideología indepe, «el conflicto ha pasado de ser entre catalanes a ser entre españoles».
Y luego también hay muchas sensibilidades entre otros sujetos protestantes. ¿Hay fascistas que intentan tener su minuto de gloria? Claro que los hay, pero no estaríamos haciéndolo bien los medios si fijamos en ellos, exclusivamente en ellos, el objetivo de la cámara. Pero un fascista, como un cuervo disecado, llama la atención. ¿Hay agitadores que buscan violentar la protesta? Sí, pero como hay calvos tranquilos, gentes que votaron al PSOE, voyeurs que disfrutan, ancianos y jovenazos. Está semana ha desfilado por allí, acompañado por Abascal, hasta Tucker Carlson, el periodista que despidieron de la Fox por sus excesos. De la Fox, hay que valer. Estuvo agudo Pedro Herrero que pidió que le pagaran el billete de avión para España a Piers Morgan, otro que tal baila.
«Podrán amnistiar a Puigdemont y compañía para seguir en el poder, pero no nos quitarán la guasa patria»
Hemos visto a asistentes que han acudido a Ferraz para rezar el Rosario. Ha habido manifestantes que han cargado contra el Rey, que le han gritado a los antidisturbios que fueron ellos quienes les defendieron el 1 de octubre, se han entonado cánticos homófobos contra el ministro Marlaska y hasta algún iluminado se ha traído una versión remasterizada de la bandera española. Aunque, repito, son más quienes han salido de su casa cabreados, pero sin ninguna intención más que dejarse ver. Convocados por el espíritu de que la sociedad civil también se puede expresar en las calles, aunque ahora de repente haya señorías a quienes les parezca mal. ¿Cómo osan protestar por una ley que va a aprobar el parlamento español?
Hay mucha dignidad en los diez vecinos de Leitza que se manifestaron contra la amnistía. Y hay muchas ganas de choteo en que tras diez días de manifestaciones en la céntrica calle de Ferraz, la reina de las coñas sea poco menos que Ndongo, personaje popular en los mundos virtuales, ha sido empalado por el bien de la nación. No cundan los lamentos, es una mera chanza. Ndongo sigue vivo, lo ha dicho él mismo. Todo esto demuestra que al final cada cosa que pase en este país, por más trágica que sea la situación, acaba en coña marinera. En un chascarrillo de bar. La situación es grave, pero en muchos momentos no es seria. Y bien está que así sea. Podrán amnistiar a Puigdemont y compañía para seguir en el poder, pero no nos quitarán la guasa patria. Aunque el cabreo en muchos sea superlativo. Muramos en defensa de las ideas, sí, pero de muerte lenta. Hasta los 90 años o así.
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