THE OBJECTIVE
Lo indefendible

Por qué la derecha es más feliz

«Para los animalistas, el fin del mundo supondrá un alivio tremendo pero hasta que llegue, ahí los tienes aguantando»

Por qué la derecha es más feliz

Manifestantes con la bandera de España durante la protesta organizada por Espanya i Catalans, este jueves. | Kike Rincón (Europa Press)

Me llamó esta semana una mujer del CIS y, como no podía atenderla, me disculpé y le pedí que me llamara en otro momento. No me devolvió la llamada y es una pena, no por lo que tenía que decirle yo a ella, sino por tantas cosas que quería preguntarle. Con un periodista uno viene a encuestar y sale encuestado. Esta semana ha aparecido un estudio de Electomanía en el que se pregunta por los asuntillos mentales de los ciudadanos según cuál sea su partido político. Los resultados me parecieron sorprendentes en la medida en la que la derecha se declara más feliz que la izquierda.

La primera pregunta se refiere a cómo valoraría su salud mental. Los de Vox son los que creen que están más en sus cabales seguidos por los de UPN, los segundos autopercibidos más cuerdos, seguidos por los del PNV, cosa que no extraña en un partido que se ha vendido tan aburrido y sensato que su lema podría haber sido: «Poco pelo y buena gestión». En lo más bajo de la tabla aparecen los votantes de la CUP, que no solamente están como la Jaca de la Algaba, sino que además, lo reconocen.

Digo que los de derechas son más felices. Ante la pregunta de cuál es su estado habitual de felicidad, en lo alto de la escala de la dicha están los de UPN (8), PNV (7,7), VOX (7,4) y PP (7,3). Por debajo de la media del conjunto de España, PSOE, Bildu, Esquerra, Junts, BNG y CUP. Para entender la felicidad de los de la Unión del Pueblo Navarro basta concebir aunque sea alegóricamente ese paraíso en la Tierra que se llama Navarra en fiestas, una jota, una bota, una barra de chapa al sol con una sombrilla de helados Camy con verbena y una vaca de Miguel Reta corriendo por la calle. Falces, Marcilla, Artajona, mañanas de caza en las palomeras encaramado en los hayedos naranjas y ocres del otoño, sanfermines, ¿quién no va a ser feliz así?

En realidad, motivos para estar contentos tenemos casi todos; lo que no se entiende es la tristeza de la izquierda, sobre todo estando como está en el poder. Será la desconfianza, la turra, el miedo y las diferencias que impone lo identitario, ese mundo en el que todo el que es distinto te odia por defecto y donde se dan besos con precauciones de artificiero. O será la poca Fe que tienen en la cochina Humanidad, no sé, pero la izquierda perdió la fiesta y no sé si ha perdido también la alegría.

La última pregunta de la encuesta versa sobre el estrés y el encuestado tiene que puntuar cuál es su nivel de ansiedad habitual. De nuevo, arriba de la tabla están los de la CUP a los que adscribo, quizás injustamente, un cabreo territorial ante las injusticias cometidas sobre Cataluña desde 1714. También están mal los del Pacma, enfadados y ecoansiosos de ver cómo el mundo se acaba y cómo en la marisquería Criado el viernes nos comimos a un montón de inocentes a la parrilla. Por no hablar del paso ligero de la cabra Pacoli, mascota de la Legión Española desfilando a 28 grados de temperatura, con chapiri y correajes del desfile del Doce de octubre, recuerdo de la supuesta infamia de la conquista de América y día festivo en el que no deberían trabajar las cabras ni nadie. «¿Quién le preguntó a Pacoli?», se preguntan ellos con una profundidad como de la escuela de Frankfurt, montan ceremonias de desagravio a la madre naturaleza por someter a las cabras y en las encuestas aparecen de los nervios pues así no se puede vivir. Para los animalistas, el fin del mundo supondrá un alivio tremendo pero hasta que llegue, ahí los tienes aguantando.

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