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Opinión

¿Amnistía o franquismo?

A ese juego burdo de dilemas trampeados podemos jugar todos, pero deberíamos hacerlo con la verdad

¿Amnistía o franquismo?

Protestas contra la amnistía en la sede del PSOE en Ferraz, Madrid. | Europa Press

A los políticos se les da extraordinariamente bien porque saben que funciona. Es rápido y eficaz. Te posicionan sobre un falso dilema en el que debes tomar partido rápidamente. ¿Cuál es el bando que menos malo te parece? Por favor, ¿cómo va usted a preferir el franquismo abominable frente a una amnistía, criticable, sí, pero legal? ¿Acaso no será usted franquista y aún no lo sabe? ¿Podría ser la impunidad la nueva lección que la izquierda debe enseñar al pueblo llano? La impunidad de las élites, claro. La impunidad a cambios de votos, así es, pero respóndame: ¿acaso quiere usted que vuelva la dictadura? 

Son las mentes pensantes que están susurrando a los políticos, las que suelen poner esta idea en circulación privada antes de dar el salto al ruedo de la escena pública. Redes sociales, platós de televisión, editoriales de periódicos. Como si no hubiera más camino que la amnistía o un gobierno de las derechas. Lejos queda aquel Pedro Sánchez que quiso ir a unas terceras elecciones cuando su partido le obligó a que se marchara. Como si los españoles, cándidos ellos, hubieran elegido, con su voto al PSOE, destruir todas las causas judiciales que tienen pendientes los independentistas que se saltaron, presuntamente, la ley. 

Nunca me gustó aquel lema que a Isabel Díaz Ayuso le salió tan bien en mayo del 2021. Libertad o comunismo. Un madrileño que votara al socialista Gabilondo no estaba votando al comunismo, como tampoco se iba a acabar la libertad si el Partido Popular dejaba de gobernar la Comunidad de Madrid. Pero claro, expresados en esos términos, muchos ciudadanos se vieron interpelados a tomar partido por alguna de las opciones. ¿Y quién quiere el comunismo teniendo la libertad? Como estamos en la era de las hipérboles políticas valió, gustó y así lo refrendaron los ciudadanos en las urnas. 

«Haría bien el PSOE, aunque fuera tarde, en explicar a las claras lo que todos ya sabemos. Dejándose de florituras que nadie cree»

No quiero falsos dilemas que me tomen por imbécil. No tengo porqué elegir entre libertad y comunismo, como no lo hago entre amnistía o franquismo porque no hay que jugar en el tablero que los políticos deciden que tú, ciudadano libre, debes hacerlo. Allá ellos en su cochiquera intelectual. Ahora que muchos dirigentes socialistas empiezan, de manera más fina, a darnos a elegir entre los cuatro reaccionarios de las manifestaciones y la amnistía, no lo acepto. No quiero amnistía, no pretendo que llegue ningún franquismo, y eso es perfectamente compatible. Como es compatible que haya socialistas que rechacen la amnistía, pero tampoco desean que el PP y Vox gobiernen la nación. 

A ese juego burdo de dilemas trampeados podemos jugar todos, pero deberíamos hacerlo con la verdad. Entonces veríamos si hay incompatibilidades para aceptar las dos cuestiones a la vez: ¿Impunidad o estado de derecho? ¿Respeto a la separación de poderes o intromisión de los políticos en la judicatura? ¿Relato maquillado de los delitos indepes del 2017 o la verdad, la diga Santos Cerdán o su porquero? ¿La convivencia con Puigdemont y su troupe o la igualdad ante la ley de todos los españoles? Hay cuestiones por la que se debe elegir, de respuesta binaria, que son incompatibles. Sobre todo cuando está la verdad sin versiones, porque la verdad no tiene interpretaciones múltiples.

Haría bien el PSOE, aunque fuera tarde, en explicar a las claras lo que todos ya sabemos. Dejándose de florituras que nadie cree. Que esta amnistía que está a punto de cerrar con el fugado del maletero, el molt honorable Puigdemont, no se hace por ninguna convivencia. Al menos serían por unos momentos sinceros, y se seguiría sin quitar un ápice del grave precedente que se va asentar en la democracia patria. En todo caso, que si fuera la convivencia entre catalanes uno de los motivos para la ley de impunidad puigdemonica, este sería el último de los elementos a tener en cuenta. Salga Sánchez a decir la verdad. Hágalo por el Financial Times. Diga la verdad, la de ahora, claro. Porque el presidente y la sinceridad llevan años con una relación difícil. Imagina que seguimos jugando a las preguntas, ¿Sánchez o la verdad?

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