La meritocracia según Pedro Sánchez
El mérito más valorado en política sigue siendo el amiguismo, la cercanía, el «yo te encuentro un algo»
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación de su libro. | Europa Press
Se levantaba España un lunes después de una no semana que es lo que en realidad fue la semana pasada entre festivos. Un lunes muy lunes en el que 14 ministros del gobierno de España decidieron tomarse las primeras horas del día libres para acudir a la presentación del libro de su jefe, el presidente Pedro Sánchez. No les culpo, uno debe hacer lo posible para escabullirse del trabajo, a no ser que el trabajo fundamental de esa mañana fuera justo ese, aplaudir al líder mientras Jorge Javier hacía las delicias del respetable.
¿En qué trabajo se puede pedir uno la mañana libre para ir a la presentación de un libro?, pensé. ¿Para qué tantos ministros si luego España funciona bien sin ellos currando en la oficina?, fue otra de mis reflexiones matutinas. Me gustaría ser ministro, esto no fue pregunta, es deseo. Te envidio, Óscar Puente. Y gracias por no haberme bloqueado todavía en Twitter. Observando el promocionado acto de presentación del libro protagonizado, que no escrito, por Sánchez, pensé en el cabreo de cualquier currela que ve, las formas siempre importan, cómo la mayoría del consejo de ministros perdía allí el tiempo de la mañana.
Digo perdía porque los ministros que no asistieron seguro que tuvieron razones de peso para no hacerlo, o sea, que estaban trabajando en algo más que palmear. Hay que hacerse de un partido, cada día se vislumbra mejor esa opción. Déjate de máster y afíliate al PSOE, niño. O al PP, uno de los grandes, donde rascar bola en un futuro. Quizá algún día, si te juntas con las personas adecuadas, puedas escaparte del trabajo del lunes para servir de corifeo. Esto es la famosa meritocracia de los grandes partidos, los que aúpan antes al servil que al aplicado.
«Pedro siempre paga a los fieles, y sí, también lo hizo a su modo cada presidente del gobierno, pero vayamos a lo actual»
Cada renovación de gobierno tiene lo suyo, pero me hallo entusiasmado con la de estos días. Ministros que caen para ser recolocados en reputados puestos. Pedro siempre paga a los fieles, y sí, también lo hizo a su modo cada presidente del gobierno, pero vayamos a lo actual. La meritocracia según Pedro Sánchez es que si te esfuerzas mucho puedes pasar de ser ministra de Justicia a fiscal general del Estado; de exministra a presidenta del Consejo de Estado; de secretario de Estado de comunicación a presidente de la Agencia EFE; de exministro (breve) de industria a embajador ante la ONU; o de exministro de Cultura a embajador de España ante la Unesco.
Meritazo, esfuérzate y lo lograrás tú también. Qué chollo haber trabajado para el gobierno de Sánchez, tener su amistad. Que se lo digan a Irene Lozano, la escritora fantasma tras Tierra Firme. Solo con su valía y determinación ha podido ser la encargada de la Marca España, la presidenta del Consejo Superior de Deportes, y en la actualidad, directora de la Casa Árabe. ¿Por su amistad con Pedro? No, por su mérito. Todo méritos. Siempre méritos. No es nada nuevo, ejemplos en el otro lado del río político hay unos cuantos. Aznar nombró a un inspector fiscal, diputado del PP, López Amor, como presidente de RTVE. Por sus méritos en televisiones públicas no fue, ya se lo avanzo.
A Toni Cantó no le crearon la Oficina del Español porque era un preclaro defensor del buen uso del español, no le descubro nada nuevo. El mérito más valorado en política sigue siendo el amiguismo, la cercanía, el «yo te encuentro un algo». Siempre pasó, aunque me cuesta recordar que a unos niveles tan profesionales. Meritocracia a la carta, unos opositan y otros palmean. Igual hasta Pedro recupera a Iván Redondo como mediador entre PP y PSOE, habiendo trabajado para ambos partidos puede que sea él el que tiene más méritos en la lista de nombramientos de la era Sánchez. Y que pongan la reunión un lunes, pero por la tarde. Los ministros —los lunes— a la presentación.
