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Viento nuevo

Pedro Sánchez, el acelerón y la frenada

«Díaz ya no es útil, una vez que cumplió sus funciones en las pasadas elecciones. Es una amenaza grande»

Pedro Sánchez, el acelerón y la frenada

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Los cuchicheos son ya testimonios no velados. Los bisbiseos son ya declaraciones plenas. El acelerón es que Sánchez teme con todos los huesos a Yolanda Díaz y busca un acercamiento cálido con el Ibex. El coqueteo con las empresas ricas busca ser romance largo y sin fisuras. La operación es la misma y carece de máscara: limitar el liderazgo social de Díaz, en aumento y glorioso, al mismo tiempo que se pacifica al poder económico. La herida es que Díaz se entera por terceros. El encuentro con el Ibex está dotado de nocturnidad y noche cerrada. Díaz ya no es útil, una vez que la vicepresidenta cumplió sus funciones en las pasadas elecciones. Es una amenaza grande. 

¿Qué promete Sánchez a los directivos del Ibex? Lo más importante: seguridad jurídica. Lo jodido es que pone en entredicho ciertos acuerdos que firmó con Sumar, y Yolanda se entera, y a Yolanda se lo cuentan a doble espacio y con negritas. Sánchez promete contención fiscal, que es algo así como menos impuestos, la jugada es maestra, desparecido Pablo Iglesias y sus mastines, la jugada ahora es frenar a Díaz, cuyo protagonismo y eficacia progresista es de aúpa. La rebelión de los jueces, en las posibles alianzas con el Ibex, es la principal fuente de desconfianza, el hoyo insalvable, intenta no sacar el tema pero el tema sale, intenta hablar de impuestos no sujetos a derecho pero eso es imposible, intenta volver al discurso patriota pero sabe que los capitales fuera lo tienen mejor, sin romperse la cabeza, con mucho más ambiente, ajenos a incertidumbre y fuego. 

La frenada es mucho más compleja. Se lo dijo Scholz en Bruselas, mientras António Costa estaba en el mingitorio. Vamos a ver, Pedro, Pedrito, Pedrote, tengo un plan para ti. ¿Pedimos unos buenos cañones de cerveza? Sí, porque el whisky es de señoritos. ¿Te gusta la cerveza negra? No, me da ardor, mejor la rubia, cinco estrellas. Pues tú dirás, amigo. Mira, la prensa de aquí ha filtrado toda esa teoría tuya de El Muro, en mayúsculas, el freno a la Ultraderecha, vamos. Sí, me gusta mucho la imagen, yo creo que puede recordar al Muro de Berlín. No digas bobadas, mira, la Ultraderecha crece por el norte, lo sabemos todos los del club europeo, y tú, con esa bobada tuya de El Muro puedes hacer lo contrario por el sur, y ganarías un montón de popularidad, porque si te fijas Orbán ya es una molestia para todos. ¿Pedimos unas aceitunas o unos cacahuetes? Vale como quieras. Para eso tienes que frenar con Feijóo, y tienes que proponerle una alianza, tú le quitas a Vox de encima y te subes a los mandos de la locomotora europea como nunca. ¿Frenada, dices? Eso es, frenada. Me parece cojonudo. 

«Si el interlocutor es Borja Sémper, lo llevas jodido, el plan es de tú a tú, mucho abrazo, mucha palmadita por la espalda, mucha sonrisa fina»

Feijóo no se quita de la cabeza lo de los pactos encapuchados, los acuerdos negros, y es casi imposible sacarle otro tema. A Sánchez se lo chivan a la oreja desnuda: empieza por Ayuso, sácale el tema, dicen que se pone muy nervioso. ¿Pedimos unos vinos con unas buenas olivas de Jaén? Mejor cava catalán, por si hay prensa. El anzuelo, sí, es empezar por Ayuso, de ahí pasar a Alemania, y acabar en acuerdo. Son las tres aes: Ayuso, Alemania, Acuerdo. ¿Y qué digo de Alemania, Jaimito? Qué vas a decir, hombre, pues que es hora de un gran pacto de estado, a lo grande, entre las dos fuerzas más votadas, que es lo que hace desde tiempo inmemorial el norte rico, y si te saca lo de los pactos, pues te escudas en que no te quedó otro camino, tú no querías pero fue culpa de la puta aritmética parlamentaria, qué vas a hacer, chico. Gracias, Jaimito, eres un buen asesor. Aquí estamos para obedecer, Pedro, amigo.

La frenada no es otra cosa que la promesa de quitarle al gallego a Vox de encima. Una gran pacto de estado por la vieja idea del cordón sanitario. Lo de colgar a uno por los pies, el último de rebuzno de Abascal, es la gasolina que incendia la calle, y juntos, Sánchez y Feijóo, si Feijóo quiere, pueden quitarse a los abascales de la nuca, siempre ahí, respirando hondo y con las peores intenciones. Feijóo puede picar el anzuelo, pero debe quedar refrendado con mucho mensaje de móvil, en plan Mariano con Bárcenas, Luis, sé fuerte, todo eso. Meter intermediarios es romper el cesto. Si el interlocutor es Borja Sémper, lo llevas jodido, el plan es de tú a tú, mucho abrazo, mucha palmadita por la espalda, mucha sonrisa fina.

Cuando António Costa llegó del baño el silencio fue repentino y espeso. ¿Qué hacéis bebiendo cerveza como dos estudiantes? Yo quiero ron Barceló. Calla, calla, que nos pueden emparentar con Fidel Castro. ¿Y un mojito verde? Venga, vale, pero con hierba y palmerita. Quitarse a Vox de encima es un asunto lírico. La trola puede ser que nos cargamos a Abascal como tenemos pensado hacer con Orbán, eso igual cuela, porque Feijóo está al tanto. La frenada debe ser gradual, justo al revés que el acercamiento y acelerón con el Ibex, porque esos ricachones se mueven más que la compresa de una coja. Visto y no visto, cuatro transferencias internacionales y no los vuelves a ver el pelo. A Sánchez le gusta esta nueva política del tren inferior y no superior: cuestión de pies y no de muñeca ni lengua. Un pie para frenar, el contrario para acelerar. Ibex por un lado, por el otro la soga para Abascal, que es al mismo tiempo el abrazo falso con Feijóo. Sánchez vivirá la Navidad entera con los pies. El asunto pinta bien. Lo que no puede es enterarse la prensa. Ni Ayuso, eso peor, porque vamos jodidos. Mucho silencio. Mucho sigilo. Mucho mensajito bueno, calentito.     

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