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Viento nuevo

El arte de enredar podemita

«Irene y Pablo cantan por Sabina en las noches calientes: ‘Y morirme contigo si te matas/ y matarme contigo si te mueres/ porque el amor cuando no muere mata/ porque amores que matan nunca mueren’».

El arte de enredar podemita

Pablo Iglesias e Irene Montero. | Europa Press

Brillan los cuchillos en la oscuridad, bailan las navajas cachicuernas bajo la luna, los desencuentros ya son rupturas, el plato siguiente es la venganza. De un lado y del otro (Pablo Iglesias/Yolanda Díaz) hablan de alivio y descanso. Los puristas cuentan la enésima ruptura entre las izquierdas. Podemos solo puede morir matando, desintegrado en los territorios, y viendo como Sumar saca brillo a sus 26 diputados y cinco carteras de Gobierno. Belarra lo insinuó el día del portazo: «Les vamos a bajar los humos». El infierno azul no acaba sino que empieza. Piden sangre

Podemos renuncia a seis autonomías donde formaban coalición: Valencia, Madrid, Canarias, Galicia, Castilla-La Mancha, Cantabria. A esas 6 heridas hay que añadir las 9 sedes autonómicas donde están en ERE. Otras 5 comunidades en manos de gestoras. En Asturias, la única diputada autonómica vive suspendida de militancia. El infierno es un asesinato, el disparo definitivo de Yolanda Díaz, a la que Gaspar Llamazares advirtió que a esta gente ni agua, la conversión pura del populismo en izquierda seria. Lo que más escuece son los que saltan a Sumar sin disimulo, alfiles cercanos a la cúpula. La mordaza a las portavocías adjuntas fue otra cruz negra sobre la lápida. Los adjuntos de Belarra y Montero ya son bolas navideñas en el árbol de Díaz, muy cansada de desplantes públicos, abatida de amenazas, bufidos y veladuras. Los estrategas siguen hablando de pinza, donde ahora estaría el enredo: nacionalistas de izquierdas a un lado (ERC, EH, BNG, Bildu), Podemos al otro, y las posibles cabezas cortadas de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez. El temor es otra pinza muy distinta, sí, que pocos dibujan a lápiz.

La pinza maldita es que Podemos llegue a pactos con la Derecha (Feijóo y Abascal). Los teóricos niegan la mayor, pero los prácticos dicen que todo vale en el ajedrez parlamentario, en la geometría del escaño travieso, y justo ahora citan a los grandes acuerdos entre Izquierda y Derecha, para joder a todos los pequeños, en la Europa norteña de los más ricos. Sumar asegura que, a nivel nacional, Podemos no llegan a medio millón de votos, completamente difunto, de los cinco millones que tuvo en su fecha. Si en junio logran un escaño, e Irene Montero es eurodiputada, tocará hacerle pagar la cuenta a los de aquí. Sánchez, en cualquier caso, tiene que pasar ya por ventanilla, la caja no está cerrada, porque los tránsfugas piden sus cuentas, sus números y sus menús diarios. El espectáculo es dantesco, y todavía por las televisiones cutres sale Benjamín Prado explicando que no hay ningún transfuguismo, así muchos fueron incorporados al Grupo Mixto sin tal etiqueta. Estar en unas siglas, romper, y pasar a otras, es un cambalache de libro. Un Transfuguismo de RAE, sin dudas, y donde Errejón también afila su cuchillo, porque no los quiere ahí, y todos sus documentos a doble espacio y sin negritas van destinados a la firma de Díaz, que es la que puede sirve ahora el Cola-Cao.

Subestimar a Podemos será morir de las ecuaciones que pueden ser evidencias. Sánchez quiso integrar a Podemos en Sumar «para que no anden enredando», incluso aconsejó un ministerio, pero Díaz sabía que eso era el principio de una enfermedad. El PSOE pierde la cuenta de la cantidad de partidos que están haciendo cola en la ventanilla abierta. Los medios todavía defienden a Iglesias pero la ecuación la cuentan todos los ministros socialistas al natural: «Menudos espabilados, van con Sumar en una coalición que ya no querían para garantizarse cinco diputados y, una vez logrados esos escaños, se van y dejan a Sumar a los pies de los caballos». La mala para todos es Yolanda Díaz (Iscariote), por una eficaz labor de zapa, cuando fue quien higienizó el cotarro, porque el tabernón rozaba la inmundicia, repleto de violadores sueltos por leyes absurdas y otras sandeces donde el personal puede ser hombre ahora y mujer a los cinco minutos, y todo fluctúa y se elige, y el capitalismo real ya maneja cuerpos y mentes con el dulce sabroso del capricho que quita todas las penas y borra lo que haya que borrar, algo tan importante como la lucha histórica de las mujeres por salir de la cueva y del abuso. 

La venda presidencial no cerró la herida: «Mejor dentro que fuera, Yoly, puedes darle un ministerio para que no anden enredando». Nacho Álvarez no fue ministro; Díaz lo tenía claro, diluirlos en Sumar sería canibalismo. Las elecciones europeas salvarán al soldado Montero con nómina de eurodiputada; luego ya habrá tiempo de quemar la choza y las huellas que llevaron al cofre del tesoro en Bruselas. No se irán de rositas: Iglesias cayó por Sánchez, y Montero por Díaz, ambos deben probar el caldo gordo del infierno. Las navajas cachicuernas andan entre el silencio del deseo y la lentitud de los tiempos marcados. La pinza gorda, el posible diálogo con PP/VOX, asusta a todos. Nadie pararía esa bomba. La pinza pequeña, el trato con todos los nacionalistas minifundistas y distraídos, es una mera hoguera al raso para asar un cabrito lechal. Pablo Iglesias ríe con los ojos abiertos en la noche diabólica. Nada está sujeto a normas previstas en el nuevo arte de enredar podemita. Irene y Pablo cantan por Sabina en las noches calientes: «Y morirme contigo si te matas/ y matarme contigo si te mueres/ porque el amor cuando no muere mata/ porque amores que matan nunca mueren». Ahí está todo: morir matando para vivir de nuevo.

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