Pesadilla después de Nochebuena
«Para muchas personas que viven esta época del año con depresión, la puñetera Navidad puede ser algo extremadamente difícil de afrontar»
Estoy tan deprimido. La Navidad es la peor de todas. Las vacaciones son terribles, peores que los domingos. Me abruma la melancolía.
David O. Selznick. Productor de Hollywood. Muchimillonario
There ain’t nothing more depressing than a pine tree
Gussied up with candy canes and balls
Those carollers have kept me up for hours
«It’s Merry Christmas» — seeping through my walls
Now, I’m no wiccan commie nut or nothing
But there’s one damn holiday that I can’t stand
It ain’t Halloween, or Thanksgiving, or even April Fools
But it’ll surely make a fool out of every man
If I ain’t drunk then it ain’t Christmas
You know where to stick those jingle bells
Corey Taylor
(No hay nada más deprimente que un abeto engalanado con bastones de caramelo y bolas de Navidad. Los de los villancicos me han tenido despierto toda la noche con el Feliz Navidad atravesando las paredes. No, no soy un chalado wicano ni nada por el estilo, pero hay unas puñeteras fiestas que detesto. No, no hablo de Halloween, ni de Acción de Gracias, ni siquiera del Día de los Inocentes. Pero esto le hace parecer inocente a cualquiera. Si no estoy borracho es que no es Navidad. Ya sabes por dónde te puedes meter las campanitas. La canción, aquí)
Antes de comenzar usted a leer este texto le tengo que anunciar algo. Si usted ha tenido una Nochebuena maravillosa con una pareja a la que ama, una familia de origen increíble y, como guinda del pastel, unos niños maravillosos que nunca desafinan cuando cantan villancicos… este texto no es para usted.
Este texto está escrito para todas aquellas personas que se deprimen en Navidad. Ese treinta por ciento de las personas normales y corrientes, planas y anodinas, que dicen que lo pasan mal en Navidad. Y ese 64% de las personas con un problema mental diagnosticado cuyos síntomas se recrudecen en Navidad.
Las vacaciones de Navidad son una época estereotípicamente alegre en la que todos debemos estar rodeados de nuestros seres queridos y disfrutar cada segundo de la temporada festiva. Pero cuando alguien no se siente feliz o alegre, o cuando no puede estar cerca de sus seres queridos, la aparente alegría que lo rodea puede hacerlo sentir aún más deprimido y, a menudo, se va a sentir muy aislado, a solas con sus sentimientos, sin poder compartirlos.
Cada persona pasa las fiestas navideñas de manera diferente y las circunstancias personales juegan un papel importante en cómo y por qué alguien puede experimentar estrés o tristeza.
Pero estas son algunas de las causas más comunes de depresión de Navidad. Obviamente, son ALGUNAS. Hay muchas más.
- Estrés generalizado (esto puede deberse a responsabilidades, más interacciones sociales y menos tiempo para relajarse y recargar energías).
- Fatiga física y mental (muy en particular de las mujeres, que son en general las que se ocupan de comprar regalos y organizar cenas).
- Presiones de obligaciones percibidas (pueden estar relacionadas con viajes, planificación de comidas, entrega de regalos, fiestas de empresa…).
- Estrés financiero (si eres de los que no recibes paga extra de Navidad, bienvenido al club de los que lo sufrimos).
- Altas expectativas, a menudo causadas por la representación exagerada de las fiestas navideñas en la televisión. Las películas, los medios y las redes sociales que nos pintan unas fiestas maravillosas, muy distintas a las que vamos a vivir nosotros. La comparación de la decoración navideña de la influencer o la celebridad de turno, que ha pagado a una empresa especializada, con la nuestra suele ser especialemente deprimente: cualquier parecido es mera coincidencia.
- Estrés del viaje: desde aeropuertos abarrotados hasta atascos de tráfico, además de los efectos del desfase horario, por no hablar de los despropósitos del servicio de cercanías en Madrid (Óscar Puente me tiene bloqueada, no le puedo contar mis trepidantes aventuras en los trenes madrileños).
- Reuniones familiares estresantes, con personas con las que no te llevas bien o a las que directamente detestas, pero que están invitadas a las cenas.
- Reuniones familiares estresantes en las que se desata la bronca de costumbre por motivos políticos o en las que miran mal a tu pareja.
- Reuniones familiares estresantes en las que la pasiva agresiva de turno te hace la pregunta que sabes que te molesta ( ¿pero de verdad no quieres comer carne/ beber/ probar esto? ¿Y cuándo te vas a echar un novio/novia?, ¿por qué no ha venido tu novio/novia? etc.)
- Primeras fiestas navideñas tras el fallecimiento de un ser querido, o un divorcio.
- Soledad. (Yo diría que está es tremendamente común).
- Encontrarse lejos de familiares y amigos.
Se supone que las fiestas son un momento de alegría y celebración. A medida que se acerca la temporada festiva, va creciendo como una bola de nieve (nunca mejor usada esta metáfora) la expectativa de estar rodeado de amigos y familiares, disfrutando de las fiestas, cantando villancicos y poniéndote ciego a marisco. A través de los ojos de otras personas eso es algo maravilloso. Para ellos, de eso se trata la Navidad.
Sin embargo, para muchas personas que viven esta época del año con depresión, la puñetera Navidad puede ser algo extremadamente difícil de afrontar. Cuando todo el mundo canta canciones navideñas para deleite de su corazón, y tortura de los oídos de otros, cuando las decoraciones navideñas brillan hacia ti desde la izquierda, la derecha y el centro, cuando la gente te pregunta constantemente si estás emocionada y te desea Feliz Navidad en cada interacción, es cuando más triste te puedes sentir.
En mi experiencia, tener depresión en época navideña era algo que odiaba, ya que se mezclaba con la ansiedad inminente de tener que fingir que estaba poseída por el espíritu navideño cuando en realidad nunca sentí nada en absoluto. A medida que se acerca la Navidad cada año, es como si todos olvidaran sus problemas y se alimentaran del «espíritu navideño» que yo nunca pude captar. Todo lo que quería era poder salir del agujero negro en el que me encontraba y encender mis propias luces navideñas. Dentro de mí.
Cuando era niña, la Navidad era la mejor época del año y esperaba con ansias las vacaciones. Sin embargo, a medida que crecí, era algo de lo que quería escapar como de un tornado, porque nunca pude sentir nada bonito. El vacío se extendía en mi cabeza como una niebla tóxica y no podía entender por qué ya no volvía aquella emoción infantil que a otras personas les embargaba como un éxtasis.
Lo más difícil que encontré fue tratar de expresar lo que sentía sin que me llamaran grinch o aguafiestas y que la gente me tomara en serio. Algunas personas de mi familia cercana sabía de mi diagnóstico de depresión, pero tener que lidiar con una familia más amplia mientras intentaba mantener el control de mis sentimientos… bueno, no se lo deseo ni a mi peor enemiga. Tratar de hacer felices a todos es imposible, por lo que creo que es indispensable contar con personas a tu alrededor que conozcan tu salud mental y que comprendan mejor cuándo y cómo necesitas estar sola. No es agradable tener que hablar de ello con la familia, pero incluso si un familiar de confianza, uno solo, lo sabe, esta persona puede aliviar una gran cantidad de presión.
Puede que no siempre me sienta así en Navidad, pero a veces todavía sucede. Hay muchas cosas que me han ayudado. Cosas tontas. Cocinar, por ejemplo. La lista de canciones de Navidad de mi hija (se llama Rock Xmas). Pasear con mis perras. Darme baños de sales. La versión de Let it Snow de Diana Krall. Nunca me han ayudado ni las canciones tradicionales, ni las lucecitas ni los regalos. Tampoco es que recibiera muchos. Este año, sin ir más lejos, no he recibido ninguno.
Pero en mi experiencia, hay algo que debes tener en cuenta. Nada ni nadie puede traerte paz y amor, excepto tú misma. La paz no es algo que deseas: es algo que haces, algo que eres, algo que haces y algo que das.
Ojalá pudiera darte instrucciones paso a paso sobre cómo experimentar el amor verdadero dentro de ti. No puedo. No puedo darte una lista de consejos porque mi experiencia no ha sido un proceso analítico y mecánico. Es un estado de ser. Yo sigo trabajando en ello todos los días, aprendiendo más sobre cómo funciona todo esto y desafiándome a mí misma. Este es un viaje de crecimiento espiritual y expansión de conciencia. Una experiencia de unidad con todo lo que vive.
Pero un consejo que sí que te puedo dar es éste: el amor que buscas ya está dentro de ti.
Y otro más practico: no bebas. La resaca solo va a agudizar tu depresión.
Dado que estas fiestas son cristianas en origen, déjame citar la Biblia. «Mi copa está rebosando» (Salmo 23:5). Siempre rebosa. No necesitas zambombas, ni panderetas ni mazapanes para ser feliz. Necesitas estar en paz contigo misma y amarte a ti misma. Desearte paz y amor a ti misma. Vuelvo a citar la Biblia. «El reino de Dios está dentro de vosotros». Lucas 17:21. Y no, no necesitas ser profundamente creyente para entenderlo. Lo que necesitas ya está dentro de ti.
Deja de correr por ahí para encontrar lo que ya había dentro. Deja de perseguir a personas para que te den lo que ya tienes. El amor no es una emoción, el amor es tu propia existencia.
No busques fuera la paz y el amor. Simplemente, conviértete en ellos.
Pero si necesitas otro tipo de ayuda te recuerdo que Mónica Manrique, psicóloga general sanitaria, y yo hemos creado una alianza bajo el nombre de Abrecaminos. Hacemos talleres y también sesiones individuales. Si quieres saber más escríbeme a [email protected]
Entretanto, te dejo dos de mis temas favoritos de Navidad:
Diana Krall, Let It Snow: https://www.youtube.com/watch?v=vKoNbbwxvMU
Joan Jett, Little Drummer Boy:( desafina como un gato, y la diferencia es abismal si la comparas con Diana Krall, pero es la mejor versión del Tamborilero posible) https://www.youtube.com/watch?v=a8d6X2Ik-6k