¿Y las víctimas?
No será delito enaltecer al terrorismo. Otra de las cosas que ocurrirán. ¿Y las víctimas? A las víctimas ajo y agua
¿Cuántas veces van a pisotear a las víctimas? ETA anunció su disolución en 2018, anteayer, y hoy nos cuentan que fue en la prehistoria. La dictadura sucedió a la dictadura. En Euskadi, ETA reemplazó a Franco. La dictadura terrorista duró cincuenta años. Sabemos que el ejercicio de la violencia para imponer una idea se llama fascismo, y sabemos que la única manera de avanzar de los fascistas es condenar sus actos del pasado con la intención de mirar al futuro. Lo hizo el falangista Dioniso Ridruejo poco después de la Guerra Civil, ayudando de paso a la juventud universitaria que se reveló contra Franco en el 56. Ahora, el último jefe de ETA, un miserable de apellido Pla, dirige la estrategia de Bildu, partido asociado al PSOE en las labores legislativas. Lo lidera otro etarra, Otegui, que no ha pedido perdón por robar y secuestrar. El PSOE es un partido aliado del fascismo que, como cualquier colega del fascismo, levanta un muro en cuyo interior pacen sus adláteres.
Los hechos desnudos, los recientes en el calendario de la historia, están sujetos a interpretaciones, las que no los desmienten. Los terroristas te asesinaban a un familiar, lo sacabas en el féretro por la puerta de atrás de la iglesia, luego te llamaban a casa y te decían que abandonases la tierra que te vio nacer. Además, los terroristas cobraban un impuesto o pizzo por dejar trabajar a tu vecino, desde los industriales hasta los tenderos de flores. Te plegabas a su voluntad o te asesinaban, con lo que hubo doscientos mil vascos que huyeron al exilio. Son demasiadas victimas olvidadas por el poder ejecutivo, la mayoría de un pueblo, el vasco, arrodillado bajo el yugo del terror; son demasiadas víctimas orilladas por el fascismo de la mal llamada izquierda vasca, Bildu y los partidos colaboracionistas: PSOE y Sumar.
Este es el relato, el real, el que no le interesa al partido del poder. Sánchez, en la rueda de prensa del miércoles, afirmó que es un insulto que te guste la fruta. Fue la respuesta a la ofensa que él mismo lanzó, desde el púlpito del Congreso, a los familiares de la derecha tradicional, con la afectada en cuestión en la tribuna de invitados. El PSOE, en todos los ámbitos, dispara primero y esconde la mano. A continuación, echa la culpa al otro, el que ha recibido la bofetada, transformado en enemigo, no en adversario. Así los dirigentes del poder reescriben el relato de la historia y lo sancionan con la ley. No será delito enaltecer al terrorismo. Otra de las cosas que ocurrirán. ¿Y las víctimas? A las víctimas ajo y agua.
Pero antes el silencio. Las víctimas de ETA llevan años silenciadas; no me viene a la memoria ningún acto institucional del Gobierno central, en los últimos tiempos, donde se rinda tributo y homenaje a las víctimas. No existe nación europea que abandone a las víctimas del terrorismo, salvo España. Y, en el lado contrario, los gritos de viva ETA se oyen por activa y por pasiva.
Cuando Patxi López aplaude a Bildu, escupe en las tumbas de los socialistas Enrique Casas e Isaías Carrasco. Menciono a dos de los muchos militantes del PSE caídos bajo las balas y las bombas. Los voceros del Gobierno, con tal de reescribir la historia, señalan que el socialismo vasco y los terroristas mantenían en el franquismo postulados parecidos. Mentira. ETA mandó a sus emisarios a pedir a los socialistas vascos una alianza, y los socialistas vascos se negaron entonces. No los de ahora. Hubo una época en que ser militante del PSOE y del PP en Euskadi era un acto de coraje. Hoy militar en el PSOE vasco es un acto de humillación, de comparsa, de colaboracionismo. Porque ETA ha ganado en Euskadi, aunque algunos pensamos que puede volver a ser derrotada.
«El fin del nuevo relato socialista es la República por el pueblo, pero sin el pueblo. El PSOE, en aras del relato, sacrifica a las víctimas del terrorismo»
Nunca creí que un ministro socialista ofendiera por las buenas a una víctima del terrorismo, a Marimar Blanco, declarando que la fundación con el nombre de su hermano, Miguel Ángel Blanco, sirve a la financiación ilegal del PP. Recuerdo recorrer los grandes bancos con Marimar Blanco, dos críos sentados con vetustos señores, y recibir la negativa a abrir una cuenta a nombre de la fundación. Tal era el miedo a ETA, y eso que estábamos en Madrid.
En tan corta ofensa, medida e intencionada, de Óscar Puente, concurren los dos argumentos de la reescritura del relato. El primero es que a las víctimas del terrorismo se las puede agraviar, y si es desde el Gobierno, mejor. El segundo es que el PP no es un partido democrático, de ahí su búsqueda de financiación dudosa, y claro, cómo va a ser democrático cuando gobierna con Vox en un manojo de CCAA. Condenando de antemano el matonismo recurrente de Ortega Smith, hay que apuntar que no secuestró a nadie como Otegui ni lideró a un grupo de asesinos como Pla, esos demócratas de pro encantados con el Gobierno colaboracionista del PSOE.
La Ley de Memoria Democrática alcanza hasta 1983, y abre la puerta a que González y sus ministros puedan ser juzgados, acusados de violar derechos fundamentales. Viene al caso pues incluso se ha nombrado un ministro del ramo, me explico, el típico censor fascista. En el mismo saco caben populares y peneuvistas o cojos o sordos o ciegos. Se trata de negar la transición, un mal menor según ellos, y de olvidar a los socialistas encarcelados en la larga dictadura. Resulta obligado estirar la Constitución, un papelito a decir de Zapatero.
En el nuevo relato la Constitución se debe manipular, trocear, malvender, emborronar con tal de aupar a los nacionalismos. En consecuencia, negando la transición y la Constitución abusando de la ley, o trastocándolas, se aboga por el deceso del sistema, de la monarquía parlamentaria. El fin del nuevo relato socialista es la República por el pueblo, pero sin el pueblo. Lo veremos y estaremos tan acostumbrados que no se nos helará la sangre. El PSOE, en aras del relato, sacrifica a los más débiles, a las víctimas del terrorismo.