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Viento nuevo

¿Autobaja sin médicos?

«La autobaja suena a barra libre y chirigota, y si la sellan con un papelito, será la lotería que siempre toca, seguro»

¿Autobaja sin médicos?

El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla y la ministra de Sanidad, Mónica García. | Europa Press

Todos somos médicos. No hace falta ir al médico. Si a alguien le duele aquí, allá o acullá sabe lo que tiene que hacer. Sánchez Ferlosio decía de su farmacéutico en el barrio madrileño de la Prospe: «Es un caballero, le pida lo que le pida ni se inmuta, es un caballero». Muy bien. Todos los cantamañanas seremos ahora matasanos de nosotros mismos. Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Me señalo todo el cuerpo con el índice («Me duele aquí, aquí, aquí y aquí») y mi mujer me coge el dedo entre los suyos como si fuera un espárrago y suelta: «¡Lo tienes roto!».

Javier Padilla, secretario de Estado de Sanidad, lo tiene claro: no se necesita ir al médico para un justificante de baja, la autobaja se practica sin mayores problemas en Portugal (tres días de autodeclaración), Reino Unido (siete días de autodeclaración), Alemania y Suecia (sin días). No pasa nada, sí, es ridículo ir al médico para decirle que estuviste vomitando toda la noche y no puedes ir a trabajar, te lo dices tú a ti mismo y listo. Eres el médico de ti mismo, el enfermo imaginario, el rey de la baraja, el chulo de la barra y de la pista, los justificantes son servilletas y tú los firmas si hace falta como autógrafos a las titis y las chatis de tus propios conciertos interiores. 

Garamendi, Presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, con su cara de bueno y corbatas oscuras, con su rayita bien peinada y ojos brillantes, se lleva las manos a la cabeza: «Le dije mil veces a la ministra que esto de que invita ella a cenar pero pago yo, se acabó». Su respuesta es contundente: «Los primeros quince días de baja los paga la empresa, si no están de acuerdo que lo pague el Estado». El país que inventó la picaresca para el mundo, con el mayor absentismo laboral del planeta, ahora dice que todos somos médicos y basta una llamadita desde casa que estás malo, muy malo, en las últimas, sí, no pasa nada, tú sabes lo que hay. 

Salen organizaciones médicas, sindicales, felices por la iniciativa, una forma de desaguar la sanidad, el mejor método para empezar a aflojar el nudo marinero de las urgencias y atenciones primarias: que llamen desde casa, que lo cuenten desde casa, que informen desde casa. Estrenamos la autobaja, sí, porque falla la gestión de los centros de salud, hospitales y derivados. Lo lógico sería pagar más, meter a más personal, gestionar otros protocolos y rutas a seguir, pero lo guay es que todo el mundo se diagnostique desde su casa, mirándose mucho al espejo y moviendo el dedo por las partes afectadas. La autobaja me suena a autoplagio, aquello de lo que se le acusó a Cela en sus últimos días, porque leyó la misma conferencia en siete lugares diferentes. ¿Pero cómo se plagia uno a sí mismo?, dijeron, atónitos, los académicos.

La autobaja será un chiste por barras, tabernas y lupanares. Habrá quien jamás salga de la autobaja y, por culpa de la misma, conecte Navidades con el verano, sin forzar mucho la máquina. «Pepe, Pepe, Feliz Año». «¿Pero cómo me felicitas el año, Luis, si estamos en agosto». «¡Me matan en casa, Pepe, esta vez sí que me matan en casa!». Un médico por teléfono ya es ridículo, pero uno mismo colegiándose como médico improvisado, puede ser patético. Habrá una lucha de pronósticos y diagnósticos en los bares, todo el mundo lo sabrá todo del contrario, y todos caminaremos cantando hacia la selva, la jungla, trogloditas de nosotros mismos, acémilas de carro de heno, pura Edad Media, jamás tantos médicos provocaran tantas muertes, esto de ponerle una bata blanca al vago que no quiere ir a trabajar es de comedia de posguerra, chiste malo, descojono completo. La autobaja suena a barra libre y chirigota, y si la sellan con un papelito, será la lotería que siempre toca, seguro. ¿Quién va a querer salir de la autobaja hacia otra vida mejor?

«La autobaja es el envés del ingreso mínimo vital: nos pagarán por ver la televisión en casa»

Un bar vende mucho café, toneladas de café, ya no cabe más gente en el local y, como el aforo está más que superado, vamos a hacer una cosa, que pidan el café desde casa y se lo llevamos. ¿Es esto una Sanidad Pública seria? Vivimos en un país donde nadie le cuenta la verdad ni al médico. Muchas recetas, tratamientos y diagnósticos son novelas enteras de ficción. Empresas de detectives grabaron a obreros llegando al centro médico en silla de ruedas y cabestrillo para, al día siguiente, salir a correr a primera hora de la mañana y tomar copas a última, hasta las claritas del alba. La autobaja no requerirá acto presencial: imaginamos lo que algunos pueden contar por teléfono de sí mismos y lloramos de risa. Esto es una mezcla terrorífica de Arévalo, recientemente fallecido, y Gila. La autobaja es el envés del ingreso mínimo vital: nos pagarán por ver la televisión en casa.

Nada más triste que un enfermo haciendo de médico. Nada más triste que un pobre haciendo de rico. Nada más triste que escuchar a un analfabeto juntar con la boca tres palabras leídas. Ya somos lo que no somos. Podemos estar contentos: la autobaja subirá la hostelería, en casa tanto enfermo no aguanta. Podemos estar contentos: la autobaja hará que el trabajo sean vacaciones, por estacional del mismo. Podemos estar contentos: la selección natural darwiniana de los organismos mejor preparados llevará a la autoalta, antónimo de autobaja, que será trabajar siempre y descansar nunca, porque la mejor medicina es la libertad sin papelitos que firmar. «La libertad y la salud es lo mismo», dijo Mauriac. Autobaja: vamos conectando de tres en tres días hasta jubilarnos de esta bella enfermedad llamada empleo. «Trabajar cansa» (Pavese). «La peor enfermedad es el aburrimiento» (Freddie Mercury).

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