THE OBJECTIVE
Viento nuevo

Chiqui Montero, patrona de los becarios

«En este país tiene que comenzar un pacto generacional: jubilados que no trabajen para que sus hijos empiecen a comer»

Chiqui Montero, patrona de los becarios

María Jesús Montero. | Ilustración: Alejandra Svriz

Chiqui Montero, mi arma, achilipú, mi arma, tiene el acento de su tierra, por eso la entienden en todo el mundo, como a Lola Flores. Chiqui Montero, María Jesús, saca a los becarios del fango y todos colocan en sus habitaciones de muchos una estampita con su foto, su melena dada al desplante como Bambino, su sonrisa ancha y generosa. 2.500 millones destina Chiqui a becas, la mayor partida de la historia, ella cree en la igualdad de oportunidades y no da un paso atrás.

Los ultras dicen que el techo de gasto está en los 200.000 millones de pavos, pero mucho o todo lo paga Bruselas, y Chiqui quiere gasto social, invertir en cantera, 400 millones más que en partidas anteriores, Montero es la persona de mayor confianza de Sánchez junto con Bolaños y no le tiembla el pulso, quiere darle una vuelta entera al modelo financiero autonómico y el gasto social, antes y siempre, es su prioridad número uno. No solo hay pasta larga sino condiciones: un millón y medio de becarios comienzan ya a cotizar, pactado con sindicatos y patronal, se acabaron las tomaduras de pelo. El becariado eterno, el meritoriaje histórico, pasa al baúl de los recuerdos, son trabajadores y se les paga como lo que son, sin embustes ni caretas.

Las practicas no remuneradas cotizan en la Seguridad Social, computan como tiempo trabajado cara a la jubilación, y esa medalla la lleva sobre el pecho Chiqui Montero, titular de Hacienda. El grito no puede ser más viejo: fin al  calvario de encadenar prácticas y más prácticas, con la esperanza de conseguir un futuro contrato laboral. El Boletín Oficial del Estado, con fecha 28 de diciembre pasado, así lo refleja. Es una extensión de los derechos a los más jóvenes y una promesa cumplida. Los ultras de la derechona se tirarán de los pelos pero sus hijos computan para una futura jubilación, sin rapiñas ni menoscabos, al natural. La única toma de conciencia que vale es la de formar parte del sistema. El justo envés de esto, sí, es la reforma de pensiones, donde la cosa sube, poco pero sube, y la media de 1.200 pavos por jubilado, con toda la vida hecha, la casa pagada y los últimos días cercanos, no está mal. 

Llega la justicia social a los más desfavorecidos del terrible Gobierno comunista, sí. Ningún sacrificio supone para las empresas porque la Seguridad Social la abona al 95% por ciento. Lo dramático es que el 5% restante muchas empresas no están dispuestas a pagarlo, así lo denuncian la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE). Los rectores dicen que hay empresas públicas y privadas que rechazan becarios por ese 5% de risa. Este es el país en el que vivimos. Luego llegan las quejas de quienes se van, quienes emigran, porque los sueldos de cualquier titulado en Europa son el doble y el triple. Lo contamos en esta sección, que un camarero del bar Temple en Irlanda, en la calle de idéntico nombre, levante 2.500 pavos, y ahorre 15.000 al año, no sonroja a nadie. Los rectores dicen que ese miserable 5% dejará en la calle a muchos, pero las altas y bajas cursan según el destino laboral, no hay otra fórmula. Que el estado pague el 100% no es viable. El vicepresidente del Consejo de la Juventud habla claro, cada vez las empresas quieren menos becarios. Las voces que critican las prácticas remuneradas son miserables. ¿Qué trabajador te va a resultar rentable si no le pagas?

«Becarios cotizantes. Sin ninguna burla. Trabajadores para quienes sus horas ya cuentan»         

Setecientos mil alumnos en España están becados. Estamos en un triple por ciento desde que Sánchez tomó las riendas. Educación y Hacienda se han puesto a la labor y el bancal para la siembra da sus frutos. Que un becario cotice, si lo pensamos bien, es mucho más importante a que cobre o no. Chiqui Montero, miarma, lucha por una juventud que se desenvuelva y este logro es suyo y solo suyo. Los ultras de la derechona, con las mejillas arreboladas y la vena muy marcada en la cara, están a punto del desmayo por falta de oxígeno. Basta ya de caraduras. Lo del becariado eterno provoca sonrojos, hubo hasta universidades donde esta condición se mantuvo por encima de una década y, luego, lo sabemos, el desenlace era dantesco: indemnización o calle. El becariado fue la mayor estafa laboral de este país. Nene, tráeme una cocacola. Nene, estas fotocopias. Nene, un café. La titulación de jefes era inexistente y el muchacho con tres carreras y dos másteres, sí, ganaba la mitad que la señora de la limpieza.

Chiqui Montero, mi arma, achilipú, sabe que Europa dice unas cosas en los papeles y otra al oído. Los fondos europeos están ahí para eso, para usarlos y mejorar la vida de la gente, en este caso quien quiere una vida digna y no promesas. Lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir, dicen los teóricos de la cosa, Bauman entre ellos, pero en este país tiene que comenzar a haber un pacto generacional: jubilados que no trabajen para que sus hijos puedan empezar a comer. No hay otra fórmula. Momias y momios por todas partes constituyen eso que los becarios listos han denominado sin metáfora: Generación Tapón. Viejos y viejas, matusalenes de toda condición, que solo por su avaricia están impidiendo a los recién llegados un sol nuevo. Chiqui Montero, mi arma, achilipú, ha dado un puñetazo encima de la mesa y el terrible gobierno comunista ofrece ya una realidad estable para quien comienza a cabalgar. Becarios cotizantes. Sin ninguna burla. Trabajadores para quienes sus horas ya cuentan.           

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