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Capital sin reservas

Compota de crema catalana para el Banco de España

El Banco de España representa una recompensa para que Sánchez se ponga al día con sus correligionarios catalanes

Compota de crema catalana para el Banco de España

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. | Europa Press

En el cuartel general socialista de Ferraz, desde donde se dominan las decisiones que se adoptan en Moncloa y aledaños, no ha sentado nada bien que José Luis Escrivá se haya sacado un conejo de la chistera con la regularización de casi 300.000 nuevos funcionarios, con contratos precarios casi todos ellos, que estaban ocultos hasta ahora a ojos de la estadística oficial. La cifra pone de manifiesto el trajín de Yolanda Díaz para dopar la evolución del empleo en España y deja en evidencia a la anterior responsable de Función Pública que no era otra que la ahora omnímoda vicepresidenta primera, ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero. Los más sarcásticos del partido consideran a Escrivá una especie de «botones Sacarino»dentro del Gobierno en tanto que los mal pensados entienden que el antiguo titular de Seguridad Social es un verso demasiado suelto que terminará generando una avería importante a Pedro Sánchez.

La designación de Escrivá como farolillo rojo del Ejecutivo, ministro de cuarta con la cartera de Transformación Digital, fue urdida precisamente para controlar los movimientos del interfecto y, sobre todo, para frenar su plan de carrera como relevo natural de Nadia Calviño al frente de la política económica durante los próximos cuatro años. De paso, su continuidad en el Consejo de Ministros cercenaba o, cuando menos, reducía la legitimidad de una eventual candidatura a dirigir el Banco de España que, en realidad, es la ilusión que acaricia Escrivá desde el día en que decidió dar el salto a la política. En junio vence el mandato de Pablo Hernández de Cos como gobernador, un cargo bajo escrutinio comunitario y donde es conveniente cerrar cualquier puerta giratoria que evite la más mínima sombra de duda sobre la autonomía estatutaria del viejo instituto emisor.

Caminando sobre las brasas que pueda imponer el Banco Central Europeo (BCE) está claro que Pedro Sánchez no renunciará ni por asomo a dejar su impronta intervencionista en la configuración de la nueva cúpula ejecutiva del supremo regulador bancario. El Banco de España es pieza clave en la estructura administrativa del Estado y su control efectivo es básico para tapar cualquier fisura dentro del organigrama de poder económico que el presidente del Gobierno trata de manejar a su antojo. La experiencia con el actual gobernador ha motivado más de un serio disgusto al Ministerio de Economías y su nuevo titular, Carlos Cuerpo, ha sido convenientemente consignado para no tropezar ahora en la misma piedra. El espectáculo de la realidad virtual que adorna la economía española debe continuar y para ello no se necesita ningún «pepito grillo» deseoso de observar la botella medio vacía desde lo más alto del noble caserón de Cibeles.

La cancelación total del PP

Los que susurran al oído del jefe del Ejecutivo consideran que sustituir a Pablo Hernández de Cos por José Luis Escrivá sería lo mismo que «salir de Málaga para entrar en Malagón». Un aviso a navegantes del que rápidamente y por la cuenta que le trae deberá tomar nota el ministro en suerte de Economía. Carlos Cuerpo dirigirá formalmente a partir de ahora las operaciones para designar a la futura plana mayor del Banco de España, faltaría más, pero a buen seguro que la decisión final vendrá impuesta con lazo en su momento desde Ferraz. La campaña de nominaciones está a punto de comenzar y el desenlace dependerá en gran parte del desarrollo de las negociaciones que la tropa socialista mantiene con sus diferentes e insaciables socios de investidura de cara a garantizar el avituallamiento de todos lo que procuran el feliz solaz palaciego de Pedro Sánchez.

«PSOE temen que Junts y ERC pretendan colocar también a un gobernador de la cuerda independentista en lo más alto del Banco de España»

El caldo de cultivo en el que se cuece esta legislatura, con un presidente embriagado por el síndrome de Moncloa, supone la cancelación del Partido Popular de cualquier solución de compromiso que históricamente ha permitido a las dos grandes formaciones de gobierno equilibrar el mando en plaza de la máxima institución de control bancario. El partido en el poder designaba al gobernador y sus rivales de la oposición hacían lo propio con el subgobernador en tanto que ambos se repartían la cobertura de vacantes en el consejo de gobierno. Fruto de ese consenso no escrito Nadia Calviño hizo de tripas corazón hace un año para facilitar el nombramiento de un consejero a instancias de Alberto Núñez Feijóo. En buena hora porque, como se recordará, los populares cayeron en la trampa de impulsar a un economista destacado por su apoyo al independentismo catalán, con todo lo que eso suponía en la España oficial de hace unos meses.

La dimisión forzosa y forzada del economista Antonio Cabrales cuando THE OBJECTIVE descubrió el pastel de su participación en un manifiesto difundido en solidaridad con la prófuga Clara Ponsatí sacudió la cúpula del Banco de España, obligando a Pablo Hernández de Cos a ejercer sus mejores oficios para evitar que aflorasen mayores tensiones entre el Ministerio de Economía y la dirección del Partido Popular. El incidente se resolvió con la acertada elección de un economista de postín como Fernando Fernández para cubrir el puesto, pero los rescoldos del incendio siguen latiendo en el seno de la institución como demuestra el hecho de que a día de hoy aún sigue vacío el sillón que ocupaba en el consejo del supervisor la catedrática barcelonesa Núria Mas, cuyo mandato terminó el pasado abril. Un puesto que va a servir de pretexto a las renacidas fuerzas secesionistas para dar ahora su particular golpe de gracia.

Una segunda oportunidad para Antonio Cabrales

El ánimo de vendetta con que se manifiesta el entorno radical de Puigdemont otorga una segunda posibilidad al citado Cabrales para volver por sus fueros aprovechando esta nueva vacante, pero ahora como abanderado excepcional de la llamada cuota catalana. A partir de ahí en el PSOE temen que Junts y ERC se vengan arriba en su batalla de influencias y pretendan colocar también a un gobernador de la cuerda independentista en lo más alto del Banco de España. Antes de que la tentación se convierta en una amenaza real los asesores económicos de Moncloa han lanzado su voz de alerta sobre la urgente necesidad de disponer de algún candidato, o candidata, que pueda lucir la barretina en nombre de ese arraigado socialismo catalán al que Sánchez tiene todavía que agradecer como merece su continuidad en la Presidencia del Gobierno.

La aportación del PSC y sus 19 escaños obtenidos en el Congreso de los Diputados fueron determinantes para que Sánchez no terminara desalojado del poder en las elecciones del 23 de julio. Así y todo la marca subsidiaria del PSOE no ha recibido un pago acorde a sus servicios por parte del líder socialista que, acuciado por las deudas contraídas con el resto de aliados parlamentarios, está claramente en falta ante la tropa que encabeza Salvador Illa. El Banco de España representa, sin duda, una excelente recompensa para que Sánchez pueda ponerse al día con sus correligionarios catalanes y es así como han surgido las dos candidaturas alternativas de David Vegara y de Montserrat Martínez como principales challengers con vistas al relevo de Pablo Hernández de Cos.

El primero, consejero del Banco Sabadell, fue tentado hace poco para el Ministerio de Economía y la segunda es la actual vicepresidenta de la CNMV que conoce perfectamente los entresijos del regulador financiero donde hace una década ejerció como jefa de gabinete del entonces subgobernador, Fernando Restoy. Entre ambos economistas, representantes del mundo financiero catalán y soldados de fortuna al servicio de la franquicia socialista, se ha de ventilar la elección del más importante cargo que existe dentro de la estructura institucional de poder económico en nuestro país. Con permiso de las huestes separatistas, que también han de participar en el reparto, parece claro que la compota que se está cocinando para renovar el Banco de España será preparada a base de crema catalana.

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