La «Zorra» más viral del mundo
«La conversación se vuelve de una agresividad insoportable por trivialidades que, vistas desde fuera, causan risión»
España está desquiciada. Algunos dirán que lo está desde la pandemia, para mí que lo está desde mucho antes. Nos lo tenemos que hacer mirar, de verdad. No es posible que el país pierda los papeles con debates de una inusitada intensidad a costa del cartel de la Semana Santa de Sevilla o de la canción ganadora del Benidorm Fest, por ejemplo, mientras agoniza en la desidia intelectual toda preocupación sobre el sistema educativo o la sanidad pública. Algo falla cuando lo superfluo devora lo importante, cuando la conversación social se vuelve de una agresividad insoportable por trivialidades que, vistas desde fuera, provocan más risión que otra cosa.
Sin ir más lejos, es lo que sucede con «Zorra», flamante representante de España en Eurovisión. Imposible evadirse del escarnio al que el dúo Nebulossa se ha visto sometido por sus detractores: que uno entiende que la canción no guste, faltaría más, sobre gustos no hay nada escrito, pero de ahí a montar semejante eurodrama con descalificativos brutales, campañas de acoso y derribo o gravísimas acusaciones hay un trecho. Porque no estamos ante una cuestión de gustos, no, es otra cosa, es un enfrentamiento salvaje en el que las partes parecen no atender a razones, donde todo es visceral, maniqueo y tendencioso.
Es posible que cuando ustedes lean esto, «Zorra» ya encabece el ranking mundial de los temas más virales en Spotify, la principal plataforma musical del planeta (ayer estaba en el número dos). Se trata, pues, de todo un fenómeno sociológico que se escapa de nuestras fronteras. Me he pasado toda la semana viendo en Youtube vídeos de reacciones, en los que eurofans y amantes de la música comentan sus impresiones al escuchar por primera vez la canción de los alicantinos Nebulossa. Muchos se han enfrentado al visionado sin entender la letra, otros se han molestado en buscar su traducción, pero entre estos últimos ninguno se ha mostrado escandalizado ni ofendido. Curioso.
Franceses, ingleses, alemanes, serbios, suecos, argentinos… Todos ellos han aceptado la propuesta como un divertimento, siendo la expresión guilty pleasure, placer culpable, la más común: la canción gusta por sus toques ochenteros, convence con puesta en escena en una suerte de cabaret o club privado, sorprende con sus bailarines (el ‘momento culo’ es más comentado que la letra, de hecho, alguna de las críticas observan que la coreografía debería seguir la referencia del videoclip y contar con mujeres de cierta edad en lugar de exhibir a chulazos) y engancha con su melodía pegadiza. A nadie se le ha ocurrido montar el pollo desde su casa más allá de los Pirineos para exigir la cabeza de un directivo de TVE o de un cargo en Igualdad. Lo máximo
Eso sí, todos coinciden en que la voz de Mery debe mejorar de aquí a mayo, aunque tiene tiempo para prepararse con un coach, algo que por cierto le perdonan en el Benidorm Fest por su actitud de diva en el escenario. Y alucinan con un elemento que nunca se ha visto en Eurovisión: la participación del público, totalmente entregado y acompañando en toda la canción. Si España consigue que los espectadores en Malmö coreen el «¡zorra, zorra, zorra!» del estribillo, será un hito, un «momento icónico», como reconocen todos en las reacciones.
Es gratificante escuchar a decenas de espectadores de todo el mundo dar su opinión sobre una canción sin tomárselo como algo personal, sin llevarlo a una guerra política, sin insultos ni ataques furibundos. Que sí, que Pedro Sánchez echó más gasolina al fuego cuando dijo eso de que la fachosfera habría preferido mandar el «Cara al sol», pero reconozcamos que para entonces el incendio estaba bien vivo. Aquí, quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. Pero, se lo pido por favor, relajémonos un poco, sentémonos ante el televisor a disfrutar por una vez y dejemos de ver fantasmas por todas partes. Resulta agotador.
P.D. Como era de esperar cuando algo se vuelve viral, Polònia, el espacio satírico de TV-3, ha vampirizado el éxito para uno de sus gags que, a su vez, está condenado a hacerse viral: la versión de «Zorra» es «Facha», con Isabel Díaz Ayuso orgullosa de reapropiarse del insulto y cantarlo a los cuatro vientos. Lo que faltaba. Si no queríamos escándalo, tomemos dos tazas.