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EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

San Valentín ataca de nuevo: de cómo el amor romántico suele arruinarte la vida

«Si confías demasiado fácilmente y muy rápido en un amante (ese flechazo repentino y fulminante idealizado) es muy posible que la relación termine mal»

Un corazón con una flecha sobre una carta.

Imagina que un hombre que te gusta mucho te invita a cenar (o una mujer, si eres lesbiana o eres un hombre heterosexual).

Vosotros ya os conocéis y ya habéis tenido sexo. Él te invita a cenar a un restaurante muy romántico de ésos con velitas.

Cuando llegáis al restaurante aparece Paula, la sommelier, a la que él obviamente ya conoce.

Él parece saber mucho de vinos y acaban enzarzados en una conversación sobre vino.

Él elige el vino y la sommelier se va.

La primera parte de la cena transcurre mientras él te habla de su ex.

Te dice que, como él quiere que lo vuestro vaya en serio, cree que tú debes conocer todo sobre su última relación.

Te dice que te va a contar algo que nunca le ha contado a nadie.

Te cuenta una historia lacrimógena en la que su ex es una mujer malvada que le puso cuernos y él resultó con el corazón destrozado. Dice que nunca se lo había contado a nadie porque le daba vergüenza que le hubieran humillado de semejante manera. Pero que siente una enorme afinidad contigo, que siente como si te conociera de toda la vida. Y por eso siente que se puede sincerar ante ti.

Te enseña una foto de su ex.

Ella es como una modelo, una mujer verdaderamente impresionante.

Él te cuenta que ella era muy inteligente, que había estudiado física cuántica o neurociencia. Algo muy impresionante en cualquier caso.

Tú te preguntas por qué él aún conserva su foto en el móvil.

A los postres llega Paula, la sommelier, a preguntaros si os ha gustado el vino.

Te das cuenta de que el hombre encantador y Paula están flirteando abiertamente. Es una intuición, no hay forma de demostrarlo porque aparentemente solo están hablando del vino. Cierto es que la conversación solo gira en torno al vino… Pero hay miradas, sonrisas, la forma en la que ella ladea la cabeza… él la llama por su nombre, Paula, y ella le contesta dirigiéndose a él por su nombre, Miguel. Tu intuición te dice que ya han tenido sexo alguna vez. Te preguntas si estarás siendo una malpensada o una paranoica.

¿Qué harías en esta situación?, ¿volverías a tener una cita con este hombre? ¿Por qué?

Carta abierta a Penélope CruzCarta abierta a Penélope Cruz

Le planteé esta pregunta a un amigo heterosexual (sí, yo tengo amigos heterosexuales con los que no tengo sexo…, sorpresa, sorpresa). En mi relato no era la sommelier, sino el chef, y era él quien había invitado a cenar. Insistí en que la mujer le gustaba mucho. Él dijo que intentaría acabar la cena lo antes posible para llevarse a la mujer de allí. No es de extrañar que mi amigo haya encadenado una relación desastrosa con otra relación desastrosa, que tenga 50 años y esté ahora mismo liado en otra relación desastrosa. Es lo que sucede cuando uno piensa con el pene.

La mayoría de las mujeres mayores de 40 dicen que se irían. Muchas añaden que ya han pasado por esta experiencia y que no la repetirían porque han aprendido de ella.

Desgraciadamente muchas mujeres jóvenes no se irían.

Vamos a analizar todo lo que sucede en esta cena:

Se enzarza en una conversación con la sommelier sobre el vino. Lo hace para aparentar ante tus ojos que es un hombre de mundo… ¡oh, un hombre que sabe de vinos! Le hubiera bastado con pedir un vino de la carta y punto, pero él quiere que te sientas insegura. Él quiere que se note que sabe más que tú sobre vinos y también quiere que una figura de autoridad -la sommelier- se lo respalde.

Cuando te dice que quiere que lo vuestro vaya en serio está dando por hecho que es él el que decide si las cosas van en serio o no. A ti ni te lo pregunta.

Después viene ese momento de «te voy a contar algo que no le he contado nunca a nadie». Eso es lo más absurdo del mundo porque el 99% de los mortales sólo le cuentan los secretos a gente con la que tienen muchísima confianza, no a alguien con quien ha tenido sexo una o dos veces.

Lo de mostrarse como una víctima tiene nombre técnico: the pity ploy. Y lo tiene porque es una estrategia tan común que los psicólogos ya le han puesto nombre. Quiere que sientas compasión por él.

Luego llega la triangulación. Cuando te enseña la foto de la ex (que vete tú a saber si es la ex de verdad o es la foto random de una tía cañón que lleva en el móvil) lo que quieres que tú te sientas inferior e insegura, que te compares.

Muy probablemente nunca se ha beneficiado a la sommelier y la sommelier le aguanta el coqueteo porque sabe que es un cliente que paga bien, y no le queda otra. De nuevo lo que él quiere es que te sientas insegura.

Las mujeres con cierta experiencia de vida o con dos dedos de cabeza, o con ambas, salen huyendo como alma que lleva el diablo. Desgraciadamente muchas mujeres muy jóvenes, y bastantes hombres, se quedan.

Clichés del amor romántico

Lo que esta persona ha hecho es jugar con todas los clichés del amor romántico: el alma torturada que se está recuperando de una oscura historia del pasado conoce a un alma gemela pero ese alma gemela siempre se sentirá inferior ante el fantasma de la ex… (Jane Eyre, Rebecca, Cumbres borrascosas, La Chica del Tren… podría citarte cientos de novelas románticas que giran en torno a un triángulo amoroso). 

Te lo está dando todo: el restaurante con velitas, el vino caro, el alma sensible apasionada y torturada (no he dicho que él o ella sea artista, pero diez puntos más si lo fuera), los celos, las almas gemelas que se encuentran un día de pronto, la persona a la que apenas conoces pero a la que sientes que le puedes contar todo lo que no te atrevías a contarle a nadie… Está interpretando para ti una novela romántica o un culebrón venezolano. Te está dando todos los ingredientes de la historia.

«El amor debe involucrar emoción y razón; pero, lamentablemente, tus facultades racionales pueden verse arrasadas por poderosos sentimientos amorosos»

Y te está haciendo un casting. Él sabe que una mujer sana o asertiva no se queda. Y está buscando a alguien fácilmente manipulable, así que te está sometiendo a una prueba.

El amor debe involucrar emoción y razón; pero, lamentablemente, tus facultades racionales pueden verse arrasadas por poderosos sentimientos amorosos. Si confías demasiado fácilmente y muy rápido en un amante (ese flechazo repentino y fulminante idealizado por el amor romántico) es muy posible que la relación termine mal, y depositar tanta confianza en él puede volverse en tu contra. Distraídos por la excitante euforia del cortejo, las mujeres, y muchos hombres, tienden a abandonar la sensatez y la lógica.

El amor romántico clásico es una trampa, una trampa narcisista. Y se trata de una trampa tan absorbente que en demasiadas ocasiones una mujer no puede atender adecuadamente otras responsabilidades y compromisos, como sus estudios, su vocación y otras relaciones y objetivos importantes. Pero ignorar lo que sigue siendo clave para su bienestar personal y profesional es peligroso: las mujeres que llegan a mis cursos llegan absolutamente destrozadas. Porque tenían todas las banderas rojas ondeando delante de sus ojos pero prefirieron ignorarlas. Prefirieron seguir viviendo en una novela o en un culebrón latino.

Nunca se insistirá lo suficiente en que los intereses románticos deben equilibrarse con los intereses propios (no narcisistas). Sin embargo, eso puede ser un verdadero desafío si no estás lo suficientemente segura de ser igual al otro. Si te sientes inferior y ansiosa. Las aspiraciones de muchas mujeres acaban quedando en segundo plano frente a una relación romántica que lo consume todo. Seducidas por la extraordinaria euforia experimentada durante el primer coqueteo, por el cosquilleo en la nuca y las mariposas en el estómago, es posible que abandonen o pospongan sus planes prerrománticos. Y más tarde pueden llegar a arrepentirse de la mentalidad de «todo por amor» que tanto las distrajo de lo que antes había sido su principal prioridad: ellas mismas.

Mañana es San Valentín y si estás soltera o soltero y quieres regalarte algo realmente útil puedes apuntarte al taller online sobre relaciones sexoafectivas y amor romántico. Para aprender a sanar tus relaciones del pasado y construir tus relaciones del futuro sobre una base sana.

Si quieres más info escribe a lostalleresdelucia@gmail.com

El sábado 17, Mónica Manrique y yo volvemos a la carga con un nuevo taller. En este caso trataremos el judo verbal. O cómo defenderse de ataques verbales. Son treinta euros, dos horas y lo hacemos en el centro de Madrid, por la mañana. Más información en el 669 73 96 33.

Y, como siempre, recuerdo que en marzo saldrá a la venta mi próximo libro La escritura que cura, un manual de escritura terapéutica.

6 comentarios
  1. proteo

    ✅ Buenísimo. Buenísimo. Me ha gustado mucho.
    Y he tomado notas:
    O sea,
    1- si soy hombre, conozca ya o no a la sommelier, si deseo conocer (a fondo) a mi invitada, acierto con las menores de 40.
    2- sexar con LE sólo 2 veces, no otorga confianzas.
    3- no lloriquees, pity ployer, aguántate como un hombre, que te pillan.
    4- no son necesarias comparaciones para que se sienta inferior e insegura. Ella se conoce de sobra y está ahí.
    5- «una mujer sana o asertiva no se queda» tras que le haya pasado unas cuantas veces antes de los 40. Quedó aclarado al principio.
    6- la excitante euforia del cortejo les anula la sensatez y la lógica. Machaca ahí.
    7- la agenda del curso de LE está llena de piezas.

    PD.:
    «…con dos dedos de cabeza»
    El dicho es «de frente»
    Con dos dedos de cabeza sólo, sigue siendo microcéfala.

  2. Pepecola

    Querida señora Francis, digooo señora Lucía, sufrí hace ya casi la friolera de 50 años un desengaño romantico tremendo con una señora que me lió malamente solo para utilizarme como objeto sexual de su lascivia. Por eso, aunque sigo siendo Barón de Sotobosque y se que por consiguiente no puedo apuntarme a sus cursos de Judo le escribo esto a moco tendido. Menudo chasco me llevé, y como se aprovecho de mí persona aquella zorra empoderada.

    Por aquel entonces era yo un pipiolo. Me había recién graduado y en la fiesta de Blas de mi graduación que me habían preparado mis papás, una vecina importante ya madurita me guiño un ojo, me dio una vuelta con el Maserati por el barrio y yo ya no sabía donde meterme. Me calcé el traje de hombre-rana que me habían regalado mis progenitores para que me apuntase a un curso de buceo a pulmón libre en las Bahamas, y me sumergí en las procelosas aguas de la piscina en lo más hondo para pasar de todo. Después de una apnea de 45 min. aproximadamente, que fue muy aplaudida por todos los invitados, subí a mi habitación y allí me encontré a Misis Robinson,

  3. Fraudez

    Tremendo anuncio, Lucía. El «artículo» casi que es lo de menos.

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