THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

Premios Goya 2024: lo 'woke' es el nuevo 'macartismo'

«Me llama muchísimo la atención que se haya organizado una campaña contra Carlos Vermut sin que haya una denuncia penal interpuesta de momento»

Premios Goya 2024: lo ‘woke’ es el nuevo ‘macartismo’

La estatuilla de los Premio Goya.

Tránsfobas somos todas

Ayer explicaba en el artículo sobre los bloqueadores de pubertad que la acusación de transfobia es el nuevo macartismo. Si te acusan de transfobia dejas de trabajar. 

Yo tenía una serie vendida a una productora y lo más curioso es que me la habían pagado ya y habían hecho lo más difícil, que era crear la biblia, el análisis de personajes y el primer capítulo. Estaba todo cerrado y la serie estaba colocada. Pero alguien descolgó un teléfono y dijo que a mí no se me podía contratar. El rumor corrió como la pólvora y de repente me vi señalada con una letra escarlata. Yo era una tránsfoba y una plagiadora.

Han pasado los años y no solo no ha habido una sentencia por plagio. Es que ni siquiera ha habido una demanda por plagio. Y todos los fallos que no solo yo, sino otras tantas personas, habíamos señalado en la ley trans finalmente se ha probado que efectivamente eran reales. 

Que ahora tenemos que bregar con personas con sus genitales masculinos intactos que insisten en utilizar el vestuario de las mujeres. Que ahora lidiamos con casos de violencia de género que no se pueden juzgar porque el agresor se ha autodeterminado femenino. Que ahora nos encontramos con situaciones tan delirantes como que yo vaya a juicio por haber dicho que veía a un hombre en la foto en la que en principio se veía un hombre. 

Ahora sabemos que que la ley estaba y está mal redactada y que no tiene absolutamente ningún sistema para denunciar un fraude de ley, de forma y manera que abre la puerta a todo tipo de problemas muy graves que ya se están dando.

Pero no me voy a extender en el tema puesto que ya he escrito muchísimo sobre ello. Solo diré que cuando vi la campaña montada contra Carlos Vermut empecé a dudar. 

Carlos Vermut

Sí, sí, el artículo incluye declaraciones suyas, pero yo sé, como periodista que soy, lo fácil que es manipular una declaración. El artículo explica que le llamaron tres veces y que los declaraciones son extractos de esas tres conversaciones. Así que vete tú a saber si eres declaraciones se hicieron en plan irónico o no.

No dudo de que es muy posible que Carlos Vermut sea un gañán o un impresentable, o que tenga un ejército de demonios internos, pero también sé que todo me resultaba un poco raro. Y que de la misma manera que ahora hay miles de personas convencidas de que Carlos Vermut es un violador también hay cientos de miles de personas convencidas de que yo soy una tránsfoba. 

Es curioso que mis amigas trans me siguen queriendo muchísimo (gracias Marta y gracias Maura), y que curiosamente fueron ellas las que más me apoyaron.

Me decía una amiga feminista radical «pero es que tú dudas porque estás proyectando tu situación». ¡Pues claro! ¡Obviamente! Mi campaña se inició a partir de una venganza personal. Quienes más la movieron fueron una amiga íntima de Irene Montero y la hermana de una concejala de Más Madrid. Tengo recogidos seis mil tweets de esas personas llamándome transforma y plagiadora. Sé por propia experiencia cómo se utiliza una campaña de cancelación para ventilar odios personales.

Permítame que dude, pues, de una historia que no se ha denunciado, según parece, en comisaría. No. No digo que esté absolutamente segura de que Carlos Vermut es inocente de las acusaciones. NO LO ESTOY. Solo digo que dudo. Y que dudo porque obviamente estoy proyectando mi experiencia.

Han pasado años desde que me cancelaron la serie y a mí nadie me ha vuelto a llamar como guionista. No he vuelto a trabajar como guionista. Gracias a Dios me he podido dedicar a otras cosas. Si dentro de cuatro años nos encontramos que no existe una sola denuncia penal contra Carlos Vermut resultará que su carrera también se habrá arruinado.

Películas que nos montamos

Se me ha ocurrido escribir este artículo porque a pesar de todo voy a ir a los Goya. Pero varios amigos me han dicho que no querían ir. Que no se atrevían a decirlo en alto, que no van a escribir ni manifestar nada sobre el motivo de su ausencia, pero que no están de acuerdo con todo lo que estaba pasando. Y que tienen pánico a que les pongan un micrófono en la boca y les hagan la preguntita de marras. Que no quieren ser el nuevo José Coronado.

Sé que muchísimas amigas feministas me van a poner a caer de un burro por escribir esto. Pero ellas no sufrieron lo que yo sufrí. Perder tres trabajos de golpe. Que te dejen de hablar amigos o gente que creías que eran tus amigos. Que te insulten en la calle y que te intenten agredir. Verte obligada a dejar de ir a los bares a los que ibas. Que ninguna editorial te quiera contratar.

Todo esto ya pasó. En cuanto el Ministerio de Igualdad desapareció. Porque yo sigo teniendo la íntima convicción de que esos 80 millones que desaparecieron mágicamente del presupuesto se fueron en campañas orquestadas. Y que ahora mismo no hay dinero para dedicarse a crucificar a nadie. A inundar tweets de mensajes creados por granjas de bots.Es decir, que todos los tweets que había contra mí ya han desaparecido, porque no hay dinero para pagar campañas.

Repito que nada sé de la vida privada de de Carlos Vermut. Que es posible que lo que cuentan sea verdad. Pero que a mí, como periodista, me llama muchísimo la atención que se haya organizado esta campaña sin que haya una denuncia penal interpuesta de momento. Que sí, que sé que las feministas me van a poner a caer de un burro, que eso ya lo he dicho, pero que tienes que haber vivido una campaña de cancelación en tus propias carnes para saber cómo un equipo de opinión sincronizada puede llegar a distorsionar la realidad o a crear una historia de la nada.

«La suposición de que un grupo central de trastornos depresivos se debe a un cambio discontinuo en la función del sistema cerebral»

Sobre todo me acordé de Carlos Vermut cuando vi vídeos sobre la aparición de Almodóvar en Televisión Española. Sí, la misma cadena que ha retirado las películas de Carlos Vermut de su web. Porque tengo entendido que los Almodóvar iban a producirle a Vermut su nueva película y que ahora todo eso se ha quedado en agua de borrajas. Que no habrá nuevo proyecto de Carlos Vermút y que su carrera se ha quedado en nada.

Depresión

La depresión endógena es un término antiguo que describe la depresión sin ningún factor externo asociado. Hoy en día, este no es un diagnóstico oficial y los síntomas a menudo se incluyen en el diagnóstico de trastorno depresivo mayor (TDM). Que creo que es el que yo viví. Durante todo este tiempo verdaderamente me quería morir y aún no me he recuperado del todo.

Hay autores que hablan de la depresión central. La suposición de que un grupo central de trastornos depresivos se debe a un cambio discontinuo en la función del sistema cerebral. Que se nace con ella, vamos. Lo que en el siglo XIX se llamaba un carácter melancólico. Y sugieren que los síntomas del grupo central de trastornos depresivos deben distinguirse de los de la depresión no central.

Se cree que la depresión central corresponde a una depresión de naturaleza endógena.Una depresión que se debe a un tipo de química cerebral y que es hereditaria. Sin embargo, al diagnosticar la depresión endógena, podemos identificar sus síntomas característicos haciendo referencia a una sintomatología tradicional. 

Pero Katsufumi Matsunami (un psiquiatra japonés que trabaja en el Kanto Central Hospital) afirma que el estado de ánimo depresivo en la depresión endógena puede ser una inhibición de varios tipos de emociones, que nunca pueden experimentarse dentro de un estado emocional normal. Por lo tanto, se cree que es de naturaleza ‘unverstaendlich’ (incomprensible). La «hipótesis de la anhedonia» de la depresión del DSM-IV permite incluir el grupo de depresión no central en el trastorno depresivo mayor, porque los pacientes con el tipo endógeno sufren no sólo una pérdida de placer. Sino también una pérdida de sentido. 

Un nuevo tipo de depresión que se ha debatido recientemente en Japón se diagnostica como trastorno depresivo mayor en el DSM-IV, pero se cree que muchos casos sospechosos se deben a un estado psicógeno o a una condición neurótica, porque se cree que sus síntomas son verstaendlich (comprensible).

En cristiano, para que lo entiendan: que no se cree ya tanto en la idea de una depresión que pueda ser hereditaria como el hecho de que la represión de las emociones acaba creando una depresión. Por ejemplo, cuando te cancelan tú te quieres morir, pero pero no tienes más remedio que poner al mal tiempo buena cara y reprimir ese miedo, ese odio, esa frustración y esa rabia.

Y lógicamente acabas hundida. 

Acoso

En cualquier caso le he dado muchas vueltas a esto porque ayer me pasé el día corrigiendo galeradas de mi próximo libro que si todo va bien saldrá en marzo. Se titula La escritura que cura, es un manual de escritura expresiva, y en él se habla de casos que he conocido, hombres y mujeres a las que se les había diagnosticado un trastorno depresivo mayor y se creía que tenían una depresión de causa endógena. Sin embargo, a medida que íbamos hablando nos encontrábamos con una historia de acoso escolar, que viene a ser como una campaña de cancelación vivida en el colegio. No se trataba de una depresión endógena sino de alguien que no superaba cuatro o cinco años de humillación continua.

He citado muchas veces a Olweuss y a su teoría de que en un acoso hay varios círculos. El primero está liderado por el jefe de la cuadrilla de acosadores y engordado por sus secuaces. El segundo es el del que lo ven lo apoyan de alguna manera pero no participan. Y el tercero es el de aquellos niños que lo ven y NO lo apoyan pero no hacen absolutamente nada. y que creen que no están participando en el acoso. Pero en realidad SÍ participan, puesto que su silencio los hace cómplices.

Todas estas personas que me dicen que les ha parecido una barbaridad lo que le han hecho a Carlos Vermut y que también les parece una barbaridad lo que me hicieron a mí y que por eso no van a ir a los Goya, pero que siguen trabajando en la industria y no alzan la voz, pertenecen al tercer grupo.

Caza de brujas 

Entre los años 40 y 50, cuando la Guerra Fría con la Unión Soviética comenzó en serio la búsqueda de «rojos debajo de la cama», más tarde encabezada por el senador Joseph McCarthy, el macartismo, la caza de brujas, se hizo notar con mayor intensidad en Hollywood, donde las investigaciones se llevaron a cabo bajo a plena luz. Una generación de actores y guionistas se arruinaron y nunca más tuvieron trabajo. En el momento en el que te incluían en la lista negra desaparecías. Los guionistas a veces seguían trabajando escribiendo bajo seudónimo y cobrando muchísimo menos pero los actores desaparecían. 

El macartismo fue un terreno abonado para las venganzas personales. Si un actor a un guionista quería acabar con la carrera de otro bastaba con que hiciera correr la voz de que su enemigo era comunista.Se dice que Ronald Reagan, que entonces era actor y que más tarde fue presidente, fue uno de los más chivatos.

Algo parecido sucedió con Lorca en España que realmente no fue fusilado ni por rojo ni por maricón sino porque unos familiares aprovecharon la ocasión para señalarlo y deshacerse de él en un clima en el que bastaba con señalar el nombre de alguien para saber que te lo quitarías de enmedio. Y si, los familiares obtuvieron su recompensa porque Lorca no tenía hijos y las tierras fueron para ellos.

Volvamos a Estados Unidos. El fervor macartista se extendió también a los gobiernos estatales y al sector privado. Los estados promulgaron «juramentos de lealtad» que exigían que las personas empleadas por el gobierno, incluidos los profesores universitarios titulares, repudiaran las «creencias radicales» o perderían sus empleos. lo mismo que sucede actualmente con los protocolos de diversidad que las empresas obligan a firmar. Muchos se negaron y fueron despedidos. Hollywood extirpó a comunistas reales y sospechosos, creando la infame ‘lista negra’ de personas a las que se les prohibió cualquier trabajo en los estudios de Hollywood.

La ‘cultura de la cancelación’ actual no es más que un macartismo disfrazado de despierto. Proviene de un objetivo supuestamente noble: poner fin a la discriminación. Sin embargo, se ha transformado en algo innoble, rastrero siniestro y totalitario. Luchar contra la discriminación de cualquier tipo es necesario; tratar de suprimir las voces con las que uno no está de acuerdo no lo es. El macartismo woke falla cuando busca hacer lo único que la socialdemocracia siempre ha jurado no hacer: imponer la uniformidad de pensamiento.

No fue hasta que McCarthy atacó al ejército estadounidense que un hombre, el abogado Joseph Welch, tuvo el coraje de hablar. «¿No tiene usted decencia, señor?». Por primera vez alguien de la derecha se atrevió a hablar. La burbuja estalló y la gente descubrió que el emperador inquisitorial estaba desnudo. El Senado censuró a McCarthy en 1954 y el senador fallecería tres años después. 

No será tan fácil derrotar a este nuevo macartismo Este movimiento es profundo, descentralizado y generalizado. Y ha extendido sus tentáculos desde Estados Unidos a Europa. Es un movimiento totalitario y fascista. Pero se puede derrotar si el coraje de alguien logra sacudir a la izquierda como lo hizo Welch con la derecha americana de los años cincuenta.

Como bien decía Noam Chomsky, si no creemos en la libertad de expresión de gente que no nos gusta es que no creemos en la libertad de expresión. Y sin libertad de expresión lo único que nos queda es fascismo.

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