Ultraderecha eres tú
«Nuestra sociedad mejoraría si no envenenásemos a las jóvenes generaciones distorsionándoles la realidad y mintiéndoles sobre la historia reciente»
Abro este artículo con una cita de José Antonio Montano que escribió en este mismo medio: «Hay un sintagma de moda: los bulos de la ultraderecha». Se repite tan machaconamente que termina teniendo un efecto pavloviano (esa será la pretensión, sin duda): las pocas veces que uno oye «bulos» a solas, completa mentalmente «de la ultraderecha».
Para cerrar el círculo, ayer uno de los periodistas mejor pagados de España se refirió a THE OBJECTIVE como «la máquina de bulos de la ultraderecha». Me planteé si escribirle una carta abierta a este periodista, pero luego pensé que no se lo merece. Es famoso entre la profesión, pero no es tan increíblemente famoso como para que le haga el favor de citarle de forma directa.
Aún así sé que va a leer este artículo. Sé que alguien se lo hará llegar. Sé que se dará cuenta de que me refiero a él. También sé que no va a variar un ápice en su discurso, porque está demasiado bien pagado y vive demasiado bien como para cambiar de estrategia.
1979: Yo tenía 13 años. Estaba sentada comiendo pipas en un banco con una amiga. Se acercaron cinco tipos a los que recuerdo como muy altos y nos dijeron si sabíamos donde estábamos sentadas. «Claro», dijimos, «en un banco». «Pero no en un banco cualquiera», dijeron ellos.No entendíamos nada. Entonces nos enseñaron que en el banco había una pintada bien grande, a la que no habíamos prestado atención. Una pintada en la que ponía «zona nacional», escrito en letras negras . Para mí eso no significaba nada. De la misma manera podía haber estado escrito «ratón de biblioteca». Entonces me dijeron a mí que tenía que cantar el Cara al Sol. Yo no comprendía lo que me estaban diciendo, porque ni sabía lo que era el Cara al Sol, así que entendí que me decían que tenía que cantar el caracol. Pensaban que me estaba riendo de ellos. Uno se acercó muy peligrosamente a mí, sentí su aliento agrio en la cara y pasé mucho miedo. Estaba convencida de que me iba a pegar. Al final resultó que mi amiga sí que sabía el Cara al Sol y lo cantó ella. Cuando se fueron, por fin le pregunté a mi amiga que qué narices era esa canción y por qué estaban tan empeñados en que la cantáramos. Me dijo que era el himno de la Falange. Y ¿qué es la Falange?, le pregunté. Yo tenía 13 años. Aquello sí que era ultraderecha.
1981: En mi barrio había un grupito de niñatos que organizaban expediciones a Capitán Haya a «pegar a travelos», armados de cadenas. El líder, al que recuerdo perfectamente, debía tener 21 o 22 años, los demás entre 16 y 17. En aquella manzana de la calle Capitán Haya se prostituía La Veneno antes de irse a la Casa de Campo. Aquellos niñatos no tenían ni idea de política. Pero su líder sí, y sus postulados eran de ultraderecha. Así que aquello sí que era ultraderecha. Pero sobre todo era psicopatía.
1981: Yo estaba tan feliz en el autobús 29, yendo a mi casa, cuando el conductor frenó el vehículo y nos dijo que teníamos que bajar todos, que había un Golpe de Estado, que lo acababa de escuchar por la radio. Yo no entendía lo que significaba Golpe de Estado. Cuando llegué a mi casa me encontré a mi madre en un ataque de nervios diciendo que nos iban a meter a todos en la cárcel (porque mi padre estaba en Izquierda Democrática en la clandestinidad, mi hermana en la Liga Comunista Revolucionaria también en la clandestinidad y mi hermano en no sé qué otro grupo). Aquello sí que era ultraderecha.
1982: No sé qué pasó exactamente, pero un señor ex alto cargo franquista salió a pegar tiros en la calle de mi barrio. Recuerdo perfectamente escuchar los tiros desde casa. Aquellos sí que era ultraderecha.
Gente como yo, señor periodista, que tenemos unos años más que usted, sí sabemos lo que significa la ultraderecha. Nosotros recordamos a los Guerrilleros de Cristo Rey. Aún recordamos la matanza de Atocha, el caso Scala, el caso Montejurra. Los asesinatos de la triple A. El Batallón Vasco Español. Aquello sí que era ultraderecha.
Más tarde, en los 90, recordamos la violencia de los skins, de los cabezas rapadas cuando usted, señor periodista, era un niñato al que no le dejaban salir de noche. Cuando volver sola a casa era un riesgo máximo porque no sabías si te podía caer una paliza solo por ir vestida de determinada manera. Aquello sí que era ultraderecha.
Y hace poco nos encontramos con un vídeo en el que una niña, con la mirada perdida de los adoctrinados a los que les han lavado el cerebro, berreaba muy convencida que el enemigo de la sociedad es el judío y que el judío es el culpable. Eso es extrema derecha, eso es ultraderecha. Este medio no lo es.
La extrema derecha rechaza los elementos de la democracia liberal y su objetivo último es reemplazarla por un sistema autoritario. Esa es la definición de ultraderecha o extrema derecha. Es decir, que en esencia nuestro gobierno actual se parece bastante más a la extrema derecha de lo que se pueda parecer este medio. Este medio representa posiciones favorables a la democracia liberal. Y la democracia liberal es aquello a lo que se opone frontalmente la extrema derecha.
Este medio básicamente es centrista, y es un medio heterogéneo en el que de vez en cuando colaboran algunos elementos que creo yo que son más bien de derecha, de la misma forma que también colaboran socialdemócratas. Pero en este medio no hay nadie de extrema derecha ni de ultraderecha.
Utilizar las palabras al tuntún solo por hacer daño lo que lleva es a desconocer los capítulos más importantes de nuestra historia. En España vivimos una dictadura. Tuvimos facciones de ultraderecha durante la transición, y terrorismo de ultraderecha durante la transición. Yo conviví con ellos. Sé lo que fueron. Sufrí el terror que sembraban usted, niñato pijo, de papá forrado, que ha vivido siempre entre algodones, usted que no conoce el miedo, usted no tiene ni puñetera idea de lo que es de verdad la ultraderecha.
Los ultraderechistas rechazan el orden democrático y liberal incluso a través de la utilización de la violencia y su máxima aspiración, explícita, es la de edificar un sistema estatal autoritario o incluso totalitario, basado en una ideología ultranacionalista. Desde Marx se da por sentado que el nacionalismo es inequívocamente de derechas, y sin embargo nos encontramos ahora con la paradoja de que desde los nacionalismos se les acusa a los centristas de ser de extrema derecha.
Este mecanismo de proyección es muy común tanto a nivel social como a nivel individual. Cualquiera que me lea conoce a una persona extremadamente infiel (normalmente un hombre, pero puede ser una mujer) que es celotípico y que se pone de los nervios si su pareja mira a otras personas. El infiel tiende a acusar a su pareja de infidelidad. El totalitario tiende a acusar a la oposición de ser totalitaria. El primero utiliza un mecanismo de proyección a nivel individual y el segundo lo utiliza a nivel social.
La proyección es un mecanismo de defensa mediante el que atribuimos nuestros propios pensamientos, sentimientos, deseos o impulsos a otra persona. En la mayoría de los casos es inconsciente, y vemos en los demás lo que no queremos ver en nosotros mismos. Mediante el mecanismo de proyección nos permitimos no asumir la responsabilidad por nuestras emociones o acciones. En lugar de enfrentar lo que sentimos o pensamos, lo proyectamos en otros como en una pantalla.
Imagine a una madre absolutamente egoísta que desee que su hija paralice su vida para cuidarla. La madre no está impedida, y tampoco es pobre. Podría seguir adelante perfectamente sin la presencia de su hija y también podría contratar a alguien para que la cuidara. Pero prefiere que lo haga su hija porque siempre es mejor que te cuide un familiar a que lo haga un desconocido. La madre es egoísta, pero acusa a su hija de egoísta por no cuidarla. Lo curioso es que la madre está absolutamente convencida de que la razón la lleva ella. La proyección le permite a la madre reducir temporalmente la ansiedad, porque así se distancia del sentimiento de culpa que experimentaría si tuviera que reconocer que efectivamente es muy egoísta y le quiere paralizar la vida a su hija
Quizá usted, lector o lectora, conozca a personas con bajísima autoestima que se pasan la vida criticando a otras personas por su apariencia. Esto es típico en mujeres y es una proyección. Estas mujeres inseguras en realidad no se dan cuenta de que están volcando en otras mujeres lo que odian o temen de sí mismas.
Cuando desde la izquierda autoritaria censora y radical, la izquierda que niega derechos y libertades, que avala leyes mordaza, que persigue fieramente al feminismo clásico, que crea un sistema legal de doble velocidad en el que a unos ciudadanos se les perdonan delitos mientras que a otros no se les perdonan, que no cree en la separación de poderes, que va colonizando instituciones como un alga parásita para tener el control del Estado, cuando desde esa izquierda se le acusa al centro liberal y opositor de ser ultraderecha, en realidad usa un simple mecanismo de proyección que no se diferencia en mucho del que utiliza la madre castradora Proyectan en otras personas lo que odian de sí mismos.
Pero este mecanismo de proyección es una banalización de nuestra historia. Si los columnistas de este periódico son de ultraderecha, entonces ¿Donde sitúa usted a Bastión Frontal? ¿A Fuerza Nueva, a la Falange,a la Unión Nacional, a Alianza Nacional, a Amanecer Dorado, a Devenir Europeo? Si banaliza usted la palabra ultraderecha entonces está negando que la verdadera ultraderecha existe.
De forma que usted, señor periodista, en primer lugar ataca a los verdaderos demócratas, en segundo lugar niega la verdadera naturaleza de sus posiciones (de las que usted defiende), en tercer lugar, banaliza la amenaza de los verdaderos movimientos de ultraderecha y en cuarto niega los acontecimientos de nuestra historia reciente. Una carambola dialéctica.
Según Jung, la única forma en que la que podíamos madurar como personas era la de deshacernos de nuestras proyecciones y tomar conciencia de los defectos que previamente proyectamos en los demás. Reconociendo el origen subjetivo de la proyección e integrando este elemento de nuestra personalidad en la conciencia. Algunos periodistas crecerían individualmente si tomaran conciencia de cómo proyectan. Pero, sobre todo, nuestra sociedad mejoraría si no envenenásemos a las jóvenes generaciones distorsionándoles la realidad y mintiéndoles sobre la historia reciente.