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Opinión

Yolanda Díaz, «no vale, pero nos vale»

«Aguantó el proyecto para lo único a lo que estaba llamado, salvar los muebles del 23-J y que el Gobierno continuara»

Yolanda Díaz, «no vale, pero nos vale»

Ilustración de Alejandra Svriz.

Fue Susana Díaz, otrora presidenta de la Junta de Andalucía, ahora tertuliana y en sus ratos libres senadora. Es ella, en su momento la esperanza roja para el futuro del PSOE, la que dicen que lo dijo. No consta grabación alguna, no hay audioteca de la que tirar, y en un podcast tendríamos que contratar a una actriz de doblaje, si es de Triana mejor, para que imitara con su acento lo que dicen que dijo. 

Igual ustedes son tan jóvenes que aún no les ha nacido la sombra, pero hubo un momento en donde el futuro de los socialistas, anunciado el adiós de Rubalcaba, se debatía entre Eduardo Madina y Susana Díaz. Otro PSOE, otra España. Aún era inconstitucional para los de Ferraz la amnistía, Rajoy seguía leyendo el Marca en Moncloa y Juan Carlos continuaba viviendo en España y no donde Cristo perdió la chancla y le compraron unas babuchas. 

Al primero a quien se lo leí es al periodista Jesús Maraña. Pedro Sánchez fue elegido secretario general del PSOE en detrimento de Madina por la militancia socialista. Aupado el chico guapo en un cónclave celebrado en julio de 2014. La idea de la elección de ese diputado raso, con ganas, pero sin ningún mérito especial más allá de lo fotogénico, o sea, de lo genético, se debió a un razonamiento interno. 

La idea, cuenta Maraña, era evitar una pugna entre Díaz y Madina. Aquello podía poner en peligro el gobierno andaluz, el liderazgo susanil, pero sin garantizar un éxito socialista en las futuras elecciones generales. Sánchez era ese tipo que aparece de repente en la reunión y lo ponen de director general, pues porque sí, bueno, quizá para un rato sirva. 

El hombre de Pepiño, que se había presentado con su habitual audacia, recibió el apoyo del establishment de Ferraz. Susana Díaz, evitando el envite con Madina y una posible derrota, no se presentó. Madina insistió en dar la batalla, a pesar de que algunos pesos pesados le habían indicado que desistiera. Sánchez era el hombre de Susana, al igual que el de Zapatero, y acabó saliendo. 

Previa a la elección de Sánchez como secretario general del PSOE en el Congreso extraordinario de julio de 2014, se produjo una reunión clave. Donde el propio Pedro, Susana Díaz, Tomás Gómez, Ximo Puig y José Luis Rodríguez Zapatero se habían juntado para bendecir al diputado que iba a saltar del banquillo para ser delantero centro. 

En un sanedrín que se organizó en un hotel de Pozuelo, se ungió a Pedro. Bendecido para calentarle la silla a Susana Díaz en la secretaría general, mientras ella reflexionaba sobre cuál era el momento idóneo donde dejar Sevilla, y olé, para subir a Madrid, lugar de cenáculos y tipos poderosos, e intentar llegar a la Moncloa. A la salida de la reunión, dicen que lo dijo, se le escuchó a Susana Díaz comentar sobre Sánchez: «Este chico no vale, pero nos vale».

Sánchez iba a ser temporal, como los tampones o la adolescencia, pero ya pueden comprobar, bien lo sabe Susana, que él, inteligente y moldeable, está en la Moncloa. No fue un calientasillas, no, desde bien pronto se soltó de cualquier correa sevillana, demostrando una ferocidad para sostener el poder que nadie le niega. Quien se quedó en Sevilla, por primera vez en la historia, perdió su silla.

El presidente del Gobierno se tuvo que acordar de Susana Díaz y la frasecita cuando Yolanda Díaz se le cruzó por su gabinete. Elevada la gallega, sin necesidad de cónclave en un hotel de Pozuelo, para que fuera ella la encargada de levantar un proyecto donde matar al moribundo Podemos, pero salvar los votos que tenía Podemos. Quitar a Iglesias, Montero, Belarra, que se cabrean mucho, y poner a los de Sumar, más dóciles en la crítica. 

Pasados unos meses desde que Díaz se alzó con el cetro de ese partido que es una macedonia de siglas reunidas en Sumar, ya se puede certificar que para el presidente, efectivamente, Yolanda no sirve, pero les ha servido. Esta vez sí, y no como le ocurrió a la ingenua Susana, era correcta la elección de la Díaz gallega. 

Incapaz de liderar un Sumar que lo único que hace es quitar votos. Aguantó el proyecto para lo único a lo que estaba llamado –para beneficio de Sánchez–, salvar los muebles del 23-J y que el gobierno continuara. Misión cumplida. Lo demás, acumulando fracasos en cada elección, entiendo que alguien lo estudiaría en el PSOE. Yolanda no tiene el puño de hierro para mandar en una formación que va desgajando cada día más, sin un rumbo claro de ¿para qué sirve Sumar? Aparte de para sostener al Ejecutivo. 

Sin estructura propia en Madrid, fracasando en Galicia, la tierra de la cara visible del proyecto—un biquiño—, cabreados con la facción pablista de la izquierda, con un diputado anecdótico en el País Vasco, sumado a los poco halagüeños barómetros electorales y a un desplome en la valoración de la ferrolana en las encuestas. Un futuro incierto de nubes negras y ninguna medida a destacar en los meses, no tan pocos, que ya lleva el Ejecutivo en marcha. «No vale, pero nos valió». 

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