Montero, la pirómana ignífuga
«Ante la mentira, ni siente ni padece. Expulsa un fuego que la deja fría. Un muñeco de nieve rodeado de un bosque en llamas»
Parece que a María Jesús Montero le gusta quemarse a lo bonzo. Un servidor respeta, como no podía ser de otra manera, las prácticas individuales que disfrutan llevando a cabo cualquier persona, ya sean un taxista, un abogado o una vicepresidenta primera del Gobierno de España. Que cada uno se dañe o se dé placer de la manera que quiera.
La Ministra de Hacienda se hizo viral hace unos días por decir «que ponía la mano en el fuego» por su jefe de gabinete, Carlos Moreno. Aldama le respondió diciéndole que entonces iba a tener que comprar muchas pomadas para las quemaduras. Pero a la peliculera ministra, como demuestran sus diferentes registros interpretativos, para ejemplo esa facilidad que tiene para expresar con el rostro, como cuando se lleva los dedos alrededor de los labios y empieza a abrir y a cerrar la boca con ellos en un gesto de clara chulería. De esa imagen sacada de contexto y utilizando sus palabras para defender a su número dos, podríamos decir que la vicepresidenta sevillana quería hacer evidente que siente el «fuego en el cuerpo». Su problema es que no es tan buena actriz como Kathleen Turner. Una cosa es contar películas y otra muy distinta saber hacerlas.
Pero a nuestra querida ministra le pareció poco poner una vez la mano en el fuego por Carlos Moreno, y hace pocos días volvió a hacerlo. Al pirómano le gusta ser reincidente mientras no le cojan. Ver cómo arde todo mientras sus pupilas brillan incandescentes de felicidad. Una adicción a convertir en cenizas todo lo que dice. Papel quemado. Lengua estofada para echar a las lentejas. Un dragón que echa fuego. Un animal mitológico, como el partido socialista.
Y todo esto viene porque nuestra protagonista aseguraba que su número dos no estaba comprometido en ninguna causa corrupta asociada a Koldo García y Aldama. Aseguraba la honestidad de Carlos Moreno, y el desconocimiento de este de los tejemanejes del exportero de prostíbulos. Pues parece, qué sorpresa, que Montero nos ocultaba la verdad o no conoce a su segundo como debería. También puede que buscara el calor placentero que provoca la quemadura en la pirómana. Arrasar con todo y que sólo quede indemne la cúpula del PSOE. Y a fe que lo han conseguido, España ya es una Unidad de quemados cuyo único hospital no da «La Paz» que debería. Pretende curarte encendiendo la llama de la crispación y la manipulación.
Como les digo, estimados lectores, parece que Carlos Moreno sí que conocía a Koldo García. Ayer apareció una información que revelaba unos mensajes de WhatsApp enviados por Koldo al número dos de María Jesús Montero. En ellos le pedía textualmente «que le ayudase con dos temas que le estaban generando un problema». Si así lo hacía, Koldo le prometía no volver a molestarle en cuatro años, y solo hacerlo para cenar con el resto de Ferraz. Y es que la «familia» que come unida, así permanece, como bien sabían en la película de El Padrino.
Pero un partido político no tiene por qué compartir códigos con la mafia. Lo que queda claro es que Montero mintió, o por ser parte interesada, o por desconocimiento de lo que hablaba. De ambas maneras no tienen justificación sus palabras. Tampoco creo que la Ministra de Hacienda quiera que sus manos sufran un dolor profundo por defender a un tercero. Una política de su rango vive demasiado acomodada como para aguantar cualquier tipo de daño. El Gobierno es el primero que sabe que «la verdad está ahí fuera», como decían en la serie Expediente X. Ellos viven en su burbuja confortable, muy alejada de la vida de los ciudadanos. A un servidor la Ministra Montero no le engaña. Esa señora es una pirómana, pero una pirómana ignífuga. Ante la mentira, ni siente ni padece. Expulsa un fuego que la deja fría. Un muñeco de nieve rodeado de un bosque en llamas. Algo válido para cualquier miembro del Ejecutivo socialista con respecto a su líder y a su partido.