El crecimiento económico en España: franquismo vs. democracia
Pedro Sánchez hace el ridículo: los datos muestran que nuestra economía ha avanzado menos de lo esperado

Ilustración que muestra a Pedro Sánchez junto a Francisco Franco. | Javier Rubio
Entre la «amnesia histérica» y el «francomodín», el presidente Pedro Sánchez afirmó que «nadie, viniendo de tan atrás, ha llegado tan lejos y en tan poco tiempo como la España democrática» con los datos de la renta per cápita de los españoles en la mano, una declaración triunfalista que no solo es inoportuna, sino que también resulta falsa al analizar los datos económicos de los últimos 50 años en otros países. No estamos los españoles para celebrar nada: el crecimiento de la renta per cápita de España en este periodo es más bien mediocre en comparación con países que comenzaron desde posiciones similares o incluso peores.
En 1976, España partía de una situación económica comparable a la de países como Estonia, Irlanda, República Checa, Portugal, Polonia o Hungría. Sin embargo, al observar su evolución hasta la actualidad, todos estos países han alcanzado niveles de renta per cápita similares a España, con la excepción de Irlanda, que arrancó en una posición incluso peor y ahora duplica con creces nuestra renta per cápita y va camino de triplicarla. Asimismo, Corea del Sur, que en 1975 tenía una renta per cápita de menos de la mitad que España, en 50 años la ha multiplicado por 12 y hoy nos supera. Esto deja en evidencia que el crecimiento económico español no ha sido excepcional, sino más bien un caso de parálisis frente a países con estrategias económicas más exitosas.
Un aspecto alarmante de la economía española es el estancamiento de la renta per cápita durante casi dos décadas. Desde el final de la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2008), la renta per cápita ha mostrado una tendencia plana, incapaz de superar de manera sostenida los niveles alcanzados antes de la crisis financiera de 2007-2008. Este estancamiento refleja una falta de reformas estructurales profundas que permitan dinamizar la economía y aumentar la productividad.
La situación salarial también refleja un deterioro. En 1993, los salarios españoles eran un 25 % menores que los de Alemania. A fecha de hoy, la brecha ha aumentado al 50%. También salimos mal parados si nos comparamos con Francia. Esto demuestra que la economía española no solo no ha cerrado distancias con las grandes potencias europeas, sino que estas diferencias se han ampliado considerablemente.
El crecimiento económico en el franquismo
El periodo franquista (1939-1975) se divide en dos etapas económicas claras. La primera, marcada por el aislamiento económico, el intervencionismo estatal y una lenta recuperación tras la Guerra Civil, que presentó miseria generalizada y tasas de crecimiento muy pobres. Sin embargo, la segunda etapa, a partir del Plan de Estabilización de 1959, llevó a un desarrollismo notable. Entre 1960 y 1975, la renta per cápita más que se duplicó, un ritmo de crecimiento que no se ha vuelto a experimentar en democracia en un mismo lapso temporal. En sus 36 años, el franquismo multiplicó la renta per cápita de España por 4,4 veces y pasó de ser un país esencialmente agrario y rural, rezagado en el desarrollo europeo y occidental, a transformarse en una nación moderna predominantemente urbana, industrializada y con un sector servicios diversificado. Comparado con los 50 años de democracia, donde la renta per cápita solo se ha duplicado, los datos brutos favorecen al régimen franquista en términos de crecimiento económico.
No obstante, es importante reconocer que el franquismo operó en un contexto global favorable para economías en desarrollo. Partiendo de la peor posición posible, fue más fácil crecer rápidamente cuando adoptó tecnologías extranjeras y se abrió al comercio internacional.
Argumento sin base y oportunidad perdida
Pedro Sánchez, al ensalzar los logros económicos de la democracia sin contexto ni matices, se expone al ridículo. Tanto si pretende denigrar el franquismo como si busca exaltar los últimos 50 años, los datos le contradicen. En lugar de centrarse en afirmaciones vacías tratando de reescribir la historia, el foco debería estar en abordar los problemas estructurales que han llevado al estancamiento económico: una baja productividad, un Estado hipertrofiado, un esfuerzo fiscal considerable y una falta de innovación en sectores clave. Solo así España podrá cerrar la brecha con las grandes economías europeas y recuperar un crecimiento sostenible. La comparación histórica entre el franquismo y la democracia no puede limitarse a sermones económicos. Los datos muestran que España ha avanzado menos de lo esperado y que otros países han gestionado mejor sus recursos y oportunidades. Es hora de enfrentar esta realidad con valentía cuando demos la espalda al sanchismo (si es que lo conseguimos) y trazar un camino hacia un futuro económico más próspero. Solo entonces, podremos volar en cohete.