Feliz post Navidad
«No puede ser que sus obligaciones les hagan tener que volver al Congreso un 12 de febrero»

Congreso de los diputados.
Señoras y señores diputados del Congreso, les doy la bienvenida a sus vueltas a sus jornadas laborales. No sé si sentirán en sus delicadas pieles la depresión posvacacional. Un servidor entendería perfectamente que ustedes, que son seres tan sensibles, la sufriesen en sus carnes. Y es que no hay derecho a tener unas vacaciones navideñas tan cortas. No puede ser que sus obligaciones les hagan tener que volver al Congreso un 12 de febrero. Sólo un mes y una semana después del día de Reyes. No les han dejado tiempo para jugar con lo que les hayan traído sus majestades. Todavía están asimilando cuando les pidieron a los Reyes convertirse en diputados, y el pueblo en su generosidad más «real» que monárquica, accedieron movidos por la misma ilusión que los niños ponen al escribir la carta a los susodichos. Todo se basa en una mentira, que en el caso de los niños es la más bella del mundo, pero que en los adultos nos deja como un ser vivo que difícilmente puede ser más estúpido.
También es verdad que el tiempo es un concepto discutido y discutible. Que no todos lo asumimos de la misma manera ni sabemos gestionarlo como se merece. Que no todos los oficios y profesiones necesitan del mismo tiempo de descanso para volver a la actividad de una manera eficiente. Que existe el cansancio físico y el cansancio mental, y que luego está el propio del diputado, del que nadie se pone en su piel, pues es imposible compararlo con ningún otro trabajo.
En ningún otro empleo se permite el absentismo que hay en su negociado. Sus privilegios en forma de ordenadores portátiles y móviles gratis por parte del Estado, primas de transporte y alojamiento, precios rebajados en la cafetería, y una jubilación del 100% al cumplir dos legislaturas. Es lógico que después de todo eso necesiten de casi dos meses de vacaciones de Navidad y más de tres en verano. Si quitamos los puentes festivos, que los cogen todos, y su absentismo propio y elegido, trabajan menos de la mitad del año, y todavía hay quien dice que los políticos españoles están mal pagados. No sé con quién quieren compararlos quienes así piensan, pero sólo podrían hacerlo con los que no trabajan y los sintecho.
Un servidor ha buscado en el intervalo de tiempo que ha ido entre los últimos días del año pasado hasta ayer, alguna declaración pública de cualquiera de estos 350 esforzados trabajadores donde se quejasen por querer volver al Congreso antes de esa fecha para ponerse a trabajar en dignificar la vida de los ciudadanos, que les pagan el sueldo a costa de sus dificultades para llegar a fin de mes. Y se van a sorprender, ni uno solo de ellos, siendo presumiblemente tan diferentes entre ellos, con ideologías tan antagónicas, como en esto sí se ponen de acuerdo, para callarse como pu… rísimas y vírgenes personas. Contra el pecado original de trabajar, nada como predicar con el ejemplo contrario de una santidad endemoniada.
También es cierto que no les hemos echado de menos. Todo lo contrario. La vida es mucho mejor y más tranquila cuando nos olvidamos de ellos. La alteración llega cuando les recordamos al poner los informativos de la televisión y les vemos ejercer como fieras del zoológico. Y es que el problema llega cuando intentan justificar la necesidad de su existencia provocando cambios que sufren siempre las mismas víctimas, es decir, los que les pusieron para que lo hicieran. El sistema ha demostrado que se puede vivir sin presupuestos generales, en esto, este Gobierno que sufrimos todos, es el campeón de campeones.
Otro ejemplo fue la pandemia. Simplemente con que se cumpla el Estado de derecho con su marco legislativo, y cada funcionario público cumpla con su cometido, un país puede funcionar perfectamente, sin que sea necesario que meta la zarpa el político de turno para hacer de problemas hasta ese momento inexistentes, causas de fuerza mayor que le compran la parte más alienada de su electorado.
Espero, señoras y señores diputados, que no sufran mucho tiempo la depresión postvacacional. Aprovechen y cojan una baja médica por estrés y ansiedad. Sigan jugando a ver cómo nos sentimos realmente nosotros. Pónganse en nuestra piel, pero con sus buenas y resistentes corazas. Cuando les den el alta puede que ya estemos en verano, y el suyo les dura hasta octubre. Sólo tendrán que esperar un poco más y volverá a ser Navidad. Y vuelta a empezar. Si no les deseo el descanso eterno, es porque ya lo ejercen en vida, y nosotros los ciudadanos, nos sabemos zombis desde hace tiempo.