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Opinión

Alemania se pasa al lado oscuro

«El Parlamento alemán acaba de eliminar el tope constitucional, aprobando planes para aumentar la deuda en un billón»

Alemania se pasa al lado oscuro

Friedrich Merz. | Reuters

El gasto del Gobierno alemán equivale al 48,4% del PIB. Es ligeramente menor que la media de la UE-27 (49%), pero es 3 puntos porcentuales mayor que el gasto público español (45,4%). Si hay evidencias cotidianas del despilfarro público en España, cabe pensar que entre los más de dos billones de euros que gasta anualmente el Gobierno germano (24% de todo el gasto público comunitario), también tiene que haber despilfarro.

Pese a su gigantesco gasto público, Alemania ha mantenido sus cuentas públicas en orden: en los últimos 20 años, su déficit fiscal promedio fue 1,1% del PIB, frente a 2,9% de la UE-27 o 4,9% de España (el segundo mayor, solo superado por el 6,3% de Grecia).

De ahí que la deuda pública germana equivalga al 63% del PIB, menos de la mitad que en Italia o Grecia y mucho menos que en Francia, España y Bélgica (los tres países superan el 100%), o que la media comunitaria de 82%.

La estabilidad presupuestaria alemana tiene dos causas: 1) El límite constitucional al déficit fiscal estructural (0,35% del PIB; el Schuldenbremse, aprobado en 2009); y 2) Que en Alemania se cumple la ley (en España tenemos el artículo 135 de la Constitución, que establece el principio de estabilidad presupuestaria y la Ley de Estabilidad Presupuestaria que lo desarrolla, pero el Gobierno los ignora).

Aunque los socialistas de todos los partidos critican ese límite (siempre quieren gastar más), la verdad es que es suficientemente flexible. Por caso, dejó de aplicarse entre 2020 y 2022, por la pandemia. Además, el Gobierno creó «fondos especiales» extrapresupuestarios, que en la práctica violaban ese límite, pero de forma solapada.

La nueva tragedia para Europa es que Alemania se pasó al «lado oscuro«: su Parlamento acaba de eliminar ese tope constitucional, aprobando planes para aumentar la deuda en un billón de euros. Eso incrementará la deuda pública casi un 40%, con lo que llegará hasta el 87% del PIB. Gracias a quitar el «corsé» que tanto fastidia a los socialistas de todos los partidos, Alemania pasará a tener más deuda que la media europea y será el séptimo país más endeudado de los 27.

El mal llamado «milagro» alemán de Adenauer y Erhard, no se debió al gasto público, la deuda y el intervencionismo, ni tampoco fue el fruto de manipulaciones monetarias: fue el resultado de la aplicación de un programa económico coherente con las ideas de la libertad, de las que ahora Alemania se aleja aún más.

Entre 1950 y 1965, el PIB alemán creció 171% (¡media anual de 6,9%!), con inflación estable (2,1% de media anual) y tipos de interés lógicos (el bono a largo plazo promedió 6%). Las exportaciones se multiplicaron por 5,5 (incremento promedio anual de 12,1%), sin devaluaciones. Por el contrario, el marco alemán se apreció (un dólar costaba 4,19 marcos en 1950 y valía 4 marcos 15 años después). Todo se acompañó con una gran prudencia presupuestaria: la mayoría de esos años el resultado fiscal fue superavitario. Hasta 1970, la deuda pública nunca superó el 25% del PIB.

La solidez del marco alemán se regaló a los euroburócratas que, al rebautizarlo euro lo convirtieron en una moneda inflacionaria. Con el reciente cambio constitucional, Alemania entierra también la idea de una política fiscal sana, para pasar a ser un país más intervencionista y gastador, como Francia, España e Italia.

El virus keynesiano está tan extendido que en España se celebra el cambio de postura alemán porque eso «ayudará a reactivar» la economía europea. Es cierto: el PIB alemán crecerá un poco más en lo inmediato y algo de eso, aunque sea insostenible, repercutirá positivamente en España. A cambio, Europa estará más endeudada, el peso del sector público aumentará, la asignación de recursos será menos eficiente (pues una mayor proporción la decidirán los políticos) y una parte creciente de la riqueza generada por el sector privado se perderá en pagar los intereses de la deuda pública. 

Alemania toma la delantera para acelerar la decadencia europea. Un hermoso continente, lleno de historia y de posibilidades a futuro, pero que ha sido cooptado por una casta globalista para imponerle una agenda autodestructiva que nadie votó. Celebrar esto es tan ridículo como haberse alegrado de que, mientras se hundía, se podían tomar copas gratis en el Titanic.

Adenauer se revuelve en su tumba por la traición de los suyos. Si aún hay retratos de ese titán en las sedes de la CDU, haced el favor de descolgarlos.

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