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Hastío y estío

María Jesús Montero, Delibes y los santos inocentes

«Es una médica que nos enferma en cuanto abre la boca y que prescribe estupideces»

María Jesús Montero, Delibes y los santos inocentes

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

En esta España de broma y bromuro, payasa y que no hay quién la levante, el circo de los horrores corre grave riesgo de eternizarse por los demasiados artistas menos listos que el hambre, y por tanto poco kafkianos y sorprendentes, que tiene nuestro país. Son más feos que extraños. Una fealdad que ni siquiera es atractiva. Cuyo morbo no existe y que la miras con la misma desgana que a la belleza superficial. Una monstruosidad absurda y poco elaborada. Una deformidad de estar por casa donde los espejos les bostezan a sus caras. Gente cuyo rasgo grotesco principal no está en su fachada de balcones cerrados y macetas abandonadas, sino en su estructura interna de tuberías mordisqueadas por roedores varios y una azotea sin ningún tipo de barandilla que haga evitable precipitarse a la sinrazón. 

Una de estas artistas es María Jesús Montero. Médica que nos enferma en cuanto abre la boca. Que solo prescribe estupideces es un hecho constatado. Escúchenla, que es bastante divertido, pero nunca le hagan caso. Hacerlo es contagiarse de un virus muy contagioso y pérfido. Tiene preferencia por los climas cálidos y los lugares oscuros, puede que por ello se encuentre como pez en el agua dentro del partido socialista de Andalucía. Fíjense cómo están los que lo respiraron y escucharon desde hace años en esa organización. Los Chaves, Griñán, Susana Díaz o la misma señora Montero. Los andaluces merecen curarse definitivamente de esa enfermedad tan infecciosa como interesada. Un organismo que te come por dentro hasta dejarte en los huesos.

Carne gobernada, pero no al estilo del maestro Fernando Savater. La filosofía de estos es más rudimentaria, de repetir dos o tres conceptos que les funcionan para seguir engañando a sus más abducidos seguidores. Se podría decir que ellos siguen erre que erre, aunque sería más correcto utilizar el ere que ere. Esa es la razón por la que ZPedro eligió a María Jesús Montero como candidata del socialismo andaluz para gobernar esa Comunidad Autónoma. Reincidir en los errores es algo que nuestra clase política sabe que cometemos los humanos y que ellos practican con el ejemplo. No aprender de ellos y como muestra el botón pizpireto de colocar a la señora Montero para modernizar y hacer olvidar el viejo socialismo andaluz. Ella, que lleva más años que un bosque en esa organización y que tiene demasiado enredado su cabello entre esas ramas. 

La última enfermedad de transmisión oral provocada por María Jesús y sus muchos pajaritos en la cabeza, ha sido de traca. Daban ganas de darle con un acordeón en la cabeza, pero la violencia nunca es el camino, ni siquiera en estos casos flagrantes de soflamas dictatoriales. Una explosión de indecencia llevada a su grado sumo. La intolerancia y la necedad se hacían una. La señora Montero se encontraba en el Congreso Provincial del PSOE en Jaén y dijo lo siguiente: «Qué vergüenza la sentencia de Dani Alves. Qué vergüenza que todavía se cuestione el testimonio de una víctima, y se diga que la presunción de inocencia está por delante del testimonio de mujeres jóvenes valientes que deciden denunciar a los poderosos, a los grandes, a los famosos. Queremos decirle a esta mujer que estamos contigo».

Queda claro que a esta mujer no le interesan los santos inocentes. Que tampoco leyó el libro con el mismo título escrito por Delibes. En general se nota que no ha leído nada de este extraordinario autor. No ha aprendido nada de su templanza, de su perfil bajo ante la opinión pública, más preocupado en construir una obra meritoria y respetada, que en hacer ruido y dejar una trayectoria manchada de ruindades. Sin destriparles el argumento, Los santos inocentes va de una familia con varios hijos que vive en una casa humilde dentro del cortijo de los señores para los que trabajan. Es una crítica social a ese trato tiránico por parte de esos señores aprovechándose de las necesidades de esa familia, que lo único que quiere es que sus hijos estudien para poder llevar una vida distinta a la de ellos. No sé por qué, pero al recordar el libro, el partido socialista andaluz de estos últimos cuarenta años se ha comportado de manera muy parecida con Andalucía que esos señores latifundistas. 

Que a la señora Montero le importe una higa la presunción de inocencia la deja en evidencia. O es una analfabeta, manera como la ha calificado Albiol, alcalde del PP de Badalona, o es una mala persona. Puede que la verdad la encontremos en su punto medio. En un desconocimiento selectivo. La presunción de inocencia sí que vale para sus compañeros de partido, tanto en Andalucía, como en el actual Gobierno sanchista. Ella decide lo que es juzgable y lo que tiene o no sentencia sin necesidad de ir a los Tribunales. Una iluminada a la que se le funden los plomos. La justicia sólo sirve cuando les da la razón.

Un dechado de virtudes tiránicas e interesadas. El Estado de derecho, según ella y los suyos, se tuerce de su camino cuando no se deja guiar por sus designios, y este se retuerce para que no lo consigan y todavía puedan seguir vigentes nuestros valores democráticos. Los «santos inocentes» somos todos los que luchamos contra esta aprendiz de dictadora y su entendimiento despótico de las leyes. Mujer con un gusto pocho o demasiado «Maduro» de nuestro ordenamiento jurídico. Delibes desde su genialidad se volvió a adelantar, como lo hacen todos los autores que se convierten en clásicos, a la definición perfecta de la señora Montero: «Señora de rojo sobre fondo gris».  

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