The Objective
Hastío y estío

El velatorio en vida de Pilar Alegría

«El sanchismo con sus principales representantes hace tiempo que se alejó de manera irreversible de la vida real»

El velatorio en vida de Pilar Alegría

Pilar Alegría a su salida de una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros. | Marta Fernández (Europa Press)

Queridos lectores, les recomiendo que vean el acto que se produjo ayer donde Pilar Alegría hacía sus primeras declaraciones como candidata socialista a las elecciones de la comunidad aragonesa el próximo 8 de febrero. Tienen que ver las caras de los socialistas aragoneses que se situaban detrás de ella. Unas caras tristes, de funeral, como si estuvieran en un velatorio observando a la fallecida antes de ser enterrada o incinerada. Una tristeza llevada al delirio que envuelve a todo lo que tiene que ver con el partido socialista. Enloquecer hasta creer ver como la «fallecida» les está hablando en una sede del partido. 

Y es que el estado de «zombificación» se ha instalado en el PSOE. Sólo hay que verle la cara al capo de la organización. El estado de descomposición lógico antes de una muerte política traumática. Algunos «cadavéricos» y en los huesos, son María Jesús Montero, Grande-Marlaska o Bolaños. Los tres poseedores de rictus extraños, gestos involuntarios ante un final ineludible. Un limbo donde el cementerio político es el siguiente paso. Una excepción serían los «Óscares», que tienen poco que ver con la figura de ese premio cinematográfico. Tanto a Puente como López no parece afectarles físicamente la caída lenta, pero constante del imperio sanchista. Muestran una lozanía de la que me alegro, aunque un servidor no entienda cómo no les puede quitar el apetito todo lo que tiene encima el partido socialista. Puede que tener unas «tragaderas» enormes les ayude.

El «amado líder», como buen feminista, envía al matadero a María Jesús Montero en Andalucía, y a mi paisana Pilar Alegría en Aragón. Pero en este artículo la protagonista es la Agustina de Aragón socialista, pero sin cañón y sólo con un tirachinas para defenderse. Situarla en primera línea del frente de batalla sin un ejército detrás, mientras Pedro Sánchez pasea por los jardines de Moncloa pensando en sus cosas, no siendo ninguna de ellas la propia Pilar. Enviarla a su casa para comprobar que nadie es profeta en su tierra. Volver a casa por Navidad para que el almendro entero le provoque un atragantamiento imposible de digerir hasta después de las elecciones. 

Pero volvamos al momento esperpéntico de ayer. Pilar Alegría subida al atril mientras lanzaba proclamas con un hilillo de voz cada vez más separado de su alma y de sus creencias. Un nihilismo vacío. Su misma nada de siempre, pero más desnuda y evidente. Y en Aragón, en estas fechas, el frío no está hecho para pieles tan amortajadas. Los socialistas aragoneses que se situaban en un segundo plano tras ella, asistían al primer velatorio donde la protagonista se negaba a permanecer tumbada y con la boca cerrada. La tristeza de los allí presentes se mezclaba con el enfado. La fase de negación ante la muerte de un ser o una organización querida, es algo puramente humano. Enfadarse por pensar que se podía haber hecho algo más para evitar esa muerte, o por no haber tratado mejor en vida a esa persona o institución, cuando no directamente haberla ultrajado. Y eso es lo que estaba ocurriendo ayer, mientras Pilar Alegría intentaba disimular ese acto de defunción. Los allí presentes sabían que tenían delante de sus narices a una cómplice del que está acabando con la vida política de su formación. 

En 2019 Movistar Plus estrenó un programa que se llamó El cielo puede esperar Era un show cómico donde un famoso «moría» en un accidente ficticio, y desde el más allá, el limbo, veía su propio funeral, comentando las despedidas que le hacían sus amigos y familiares, también famosos. Aprovechaban su turno para recordar anécdotas divertidas o emotivas que habían compartido con el «fallecido». Pero es que, en el caso de Pilar Alegría, ella estaba de cuerpo presente, además de vivito y coleando. Los allí presentes sentían más cerca a Lambán que a la rubia que les daba la espalda. Y es que el sanchismo con sus principales representantes hace tiempo que se alejó de manera irreversible de la vida real, de la gente de la calle, de la que se enferma y se sana, de la que lucha por salir adelante. Los que quieren que les dejen tener la vida más tranquila posible, y no venga un gobierno a complicársela aún más. En definitiva, una vida terrenal. Mientras tanto, el sanchismo con sus más afines puede seguir viviendo muy por encima de la realidad y sin tocar la tierra. Estar muy por encima de las nubes y el cielo, esperando en esa entreplanta a que el infierno les abra las puertas. 

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