El catalanismo de centro quiere unirse en una gran plataforma para desbancar al independentismo de ERC y Junts per Catalunya del Gobierno de la Generalitat. Después de que este espacio se pulverizara a causa del procés independentista, los herederos de Convergència, el PDeCAT, están dispuestos a unir lazos con el Partit Nacionalista de Catalunya, Units per Avançar, Lliga Democràtica, Convergents o Lliures con el fin de ser claves en la gobernabilidad. A diferencia de las anteriores elecciones, pesos pesados como el expresidente de la Generalitat Artur Mas o el exconseller de Economía Andreu Mas-Colell ven con buenos ojos esta operación, incluso renunciando, de facto, al objetivo independentista.
Quien también arropa la iniciativa es el PSOE, que quiere tener a su derecha un socio fiable para volver a gobernar. Sobre todo, porque no ve a ERC con la intención de levantar el veto sobre ellos en el corto y medio plazo. En este sentido, la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, asistió junto a la portavoz parlamentaria del PSC, Alícia Romero, a este primer gran acto en el Teatre Nacional de Catalunya.
Su intención es trasladar a Cataluña el esquema del País Vasco, donde el PNV se entiende con los socialistas y EH Bildu se mantiene en la oposición. La primera fase será en el Ayuntamiento de Barcelona, en los próximos comicios municipales de 2023, y posteriormente en el Palau de la Generalitat.
Santi Vila, en Barcelona
La secretaria general del PDeCAT, Àngels Chacón, se ha erigido como futura líder de esta organización política y, según explican fuentes implicadas en la operación a THE OBJECTIVE, para la Ciudad Condal barajan el nombre del exconsejero de Cultura Santi Vila. Una opción que cuenta también con el visto bueno de los círculos económicos catalanes después de que el ex primer ministro francés, Manuel Valls, no lograra la fuerza necesaria para fraguar una alternativa al Ejecutivo de Colau con su coalición Barcelona pel Canvi.
De hecho, en este primer acto también hicieron acto de presencia el presidente de la patronal catalana, Josep Sánchez Llibre, y el de los pequeños y medianos empresarios, Antoni Cañete. Como informó este medio, estos círculos empresariales han agotado su paciencia con ERC y Junts per Catalunya y ven en una entente con el PSC la única esperanza de que Cataluña deje atrás el plan rupturista y se centre en la gestión de la economía. En especial, en un momento en el que están en riesgo los fondos europeos para esta fase pospandémica.
Renunciar a la independencia
Esta nueva opción política «pondrá por delante el eje ideológico» en detrimento del «eje nacional», explican las fuentes consultadas. Se ha renunciado también a hablar explícitamente de independencia y se limitan al concepto de soberanismo. «En el acto no había ni un lazo amarillo», añade para ilustrar el giro dado por el PDeCAT con el fin de marcar distancias de sus antiguos socios de Junts per Catalunya.
En la coyuntura catalana actual, donde los principales actores políticos se han desplazado hacia la izquierda del tablero político, este espacio volverá a defender una fiscalidad competitiva, la seguridad jurídica, la ampliación del aeropuerto de El Prat, la escuela concertada o el museo Hermitage, este último rechazado por la alcaldesa de Barcelona.
Su potencial electorado, tanto en la capital catalana como en el resto de la región, es «gente que no puede votar al PSC», porque se ve más cercano a posiciones de centro y nacionalistas, y que no le gusta que los socialistas prefieran pactar con Colau en Barcelona. «Se trata de hablar de los catalanes y no tanto de Cataluña porque son todos los catalanes, independentistas y no, quienes han sufrido el procés», concluyen desde el nuevo partido.