Así funciona el sistema de limpieza del intestino que evita enfermedades como el SIBO
Vaciar el sistema digestivo es fundamental para prevenir afecciones como el sobrecrecimiento bacteriano o la gastritis
Cuando no estamos comiendo, durante los períodos de ayuno o cuando el estómago y el intestino delgado están relativamente vacíos ocurre un ciclo de contracciones periódicas en el tracto gastrointestinal. Este proceso puede compararse con un sistema de limpieza para nuestro sistema digestivo.
Si este proceso no funciona correctamente, pueden surgir problemas como el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado (SIBO). Esta alteración en la composición de las bacterias intestinales puede resultar en molestias como hinchazón, acumulación excesiva de gases, dolor abdominal, cólicos, náuseas y otros síntomas.
Cómo funciona el sistema de limpieza del intestino
Según información de la revista Cuerpomente, después de que la digestión concluya y el intestino delgado queda vacío, alrededor de dos o tres horas después de haber comido, se desencadenan movimientos involuntarios en el estómago conocidos como movimientos peristálticos. Estos movimientos son regulados por el sistema nervioso en el tracto intestinal y por el sistema nervioso parasimpático.
La función de estos movimientos es arrastrar los restos de comida, bacterias y sustancias perjudiciales para eliminarlos junto con las heces.
La secuencia de limpieza y vaciado se inicia gracias a una hormona llamada motilina, que es secretada en el estómago y los intestinos. Los movimientos peristálticos se asemejan a ondas que ocurren aproximadamente cada 90-120 minutos y constan de cuatro etapas:
- Los movimientos inician lentamente y se prolongan durante 45-60 minutos.
- En los treinta minutos siguientes, la actividad eléctrica aumenta, pero aún no se generan contracciones reales.
- La tercera fase dura de 5 a 15 minutos y se caracteriza por contracciones rápidas y uniformemente espaciadas. Estas contracciones son lo suficientemente fuertes como para impulsar el contenido del estómago. A veces, estas contracciones son audibles, y es lo que conocemos como «ruidos estomacales» que en realidad provienen del intestino. Durante esta fase, el píloro, una válvula que conecta el estómago con la primera parte del intestino, permanece abierta para permitir que sustancias no digeribles pasen al intestino delgado y luego al intestino grueso.
- La cuarta fase es un período de transición entre las contracciones intensas de la tercera fase y la inactividad que caracteriza a la primera fase del ciclo.
Estas fases de movimientos peristálticos son esenciales para mantener la salud del sistema digestivo y asegurar la eliminación adecuada de los desechos.
Qué hacer para potenciar la limpieza del intestino y prevenir enfermedades
Una estrategia beneficiosa es otorgar un descanso al sistema digestivo. Durante la limpieza, se produce un incremento en las secreciones gástricas, biliares y pancreáticas, lo que favorece la digestión y ayuda a prevenir la acumulación excesiva de bacterias en el estómago y el intestino.
Sin embargo, es importante considerar que la ingesta de alimentos o líquidos anula por completo la limpieza. Si no permitimos un intervalo suficiente entre las comidas, con al menos cuatro horas de separación, no lograremos llevar a cabo una limpieza efectiva del tracto digestivo en ningún momento del día.
¿Qué es el SIBO?
La enfermedad de SIBO (Síndrome del Intestino Delgado con Sobrepoblación Bacteriana) es una afección en la cual hay un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado que proceden del intestino grueso.
Normalmente, el intestino delgado contiene una cantidad relativamente baja de bacterias en comparación con la zona del colon en el intestino grueso. Sin embargo, con el SIBO, estas bacterias se multiplican de manera anormal y pueden causar una serie de síntomas y trastornos.
Causas del SIBO
Las causas varían en función del paciente. A rasgos generales pueden ser:
- Alteraciones en el movimiento intestinal: si el movimiento natural y coordinado de los músculos del intestino se ve afectado (motilidad intestinal), puede permitir que las bacterias se acumulen y se multipliquen en exceso.
- Alteración de la anatomía del tracto digestivo: cirugías previas, estenosis (estrechamiento) o problemas estructurales en el intestino pueden alterar el flujo normal de los alimentos y las secreciones digestivas, favoreciendo el crecimiento bacteriano.
- Problemas con las defensas inmunitarias intestinales: si el sistema inmunológico local del intestino está comprometido, puede permitir que las bacterias proliferen más de lo normal.
- Trastornos digestivos subyacentes: condiciones como la enfermedad de Crohn, el síndrome del intestino irritable (SII) o la enfermedad celíaca pueden aumentar el riesgo de desarrollar SIBO.
- Falta de descanso digestivo: picar entre horas paraliza los movimientos peristálticos que arrastran a bacterias para ser eliminadas.
- Estrés: mantenido en el tiempo inhibe la producción de enzimas, aumenta la permeabilidad intestinal y altera la microbiota.
Síntomas habituales en pacientes con SIBO
El SIBO puede afectar la absorción adecuada de nutrientes en el intestino delgado, lo que puede llevar a una mala nutrición y deficiencias de vitaminas y minerales. Además, las bacterias presentes en el intestino delgado pueden fermentar los alimentos no digeridos, lo que produce gases y compuestos que causan síntomas incómodos, como distensión abdominal, flatulencia, diarrea y malestar general.