¿De qué modo perjudican los padres 'helicóptero' a sus hijos?
Para educar hay que saber estar ahí y poner límites en un justo equilibrio. Ser precavidos no implica atosigar al niño
Los expertos aseguran que existen padres que tienen la necesidad de una constante supervisión y control en diversos aspectos de la vida del hijo. Se trata de sobreproteger a toda costa para evitar cualquier tipo de mal. Estos progenitores se denominan coloquialmente como padres ‘helicóptero‘, refiriéndose a la acción de ‘sobrevolar’. El término apareció en el libro Padres y Adolescentes, de Haim Ginott, fallecido en 1973, un maestro, psicólogo infantil, educador de padres y psicoterapeuta.
De igual manera, versados en la materia declaran, que el niño con padres sobreprotectores se encuentra como en una pompa donde no logra respirar confiadamente y no alcanza una óptima relación con su entorno, «llegando a no desarrollar convenientemente sus habilidades sociales».
Existen expresiones que se dicen a los niños, que parecen carecer de relevancia, como «te vas a caer»; «lo vas a romper»; «deja, ya lo hago yo». Todo esto puede dañar al niño tanto en su autoestima como autoimagen.
Cierto es que hay padres que, por salvaguardar (lo que toleran ellos como no permitir que les hieran) por encima de todo al hijo, ponen en el último escalón su bienestar emocional y psicológico. Profesionales en psicología aseguran que el error es parte de la vida y por experimentarlo, el hijo no saldrá perjudicado.
Los niños con este tipo de padres pueden tornarse desafiantes ante sus comportamientos o bien sentirse frustrados y con desidia; algo que no ocurre con los niños que gozan de relativa autonomía, viéndose a sí mismos como capaces. Los pequeños necesitan progenitores que les reporten calma, seguridad y les orienten en sus emociones, sin limitar sus oportunidades, ni deseos.
En el año 2017, una investigación (Kouros et al., 2017) incidía respecto a la paternidad helicóptero en que, los niños podían mostrar problemas para resolver conflictos y lidiar con el estrés diario, algo que les haría mostrarse más ansiosos y dependientes.
La sobreprotección no es la solución a hechos, dejan patente especialistas en psicología. Por el contrario, para educar hay que saber estar ahí y poner límites en un justo equilibrio. Desde luego, como padres, se pueden tener en cuenta peligros potenciales que forman parte de la sociedad en la que vivimos. No obstante, ser precavidos no implica atosigar al niño.
En la obra ‘Hiperpaternidad’ , de Eva Millet, periodista y escritora especializada en educación y crianza, se comparten consideraciones de profesionales como, pedagogos, maestros o psicólogos, quienes aseguran que, con supervisión y sobreprotección en este estilo educativo parental, solo se generan problemas emocionales y psicológicos. El libro, además, aconseja cómo llegar a una paternidad más relajada.
Orientar al niño, permitiéndole explorar el mundo por sí mismo
Los padres quieren proteger a sus hijos. Sin embargo, Rosa Silva, psicóloga experta en autoestima y relaciones, soporta que, para ellos, en ocasiones, puede resultar complejo, confundir la protección con la sobreprotección. Para ella, la diferencia radica en que la protección ayuda a la exploración del mundo con un sentimiento de seguridad, permitiendo que el niño confíe en sus habilidades y empiece a cultivar su autoestima. Del otro lado, la sobreprotección, «limita la experiencia del pequeño con el mundo».
En la sociedad actual, los padres se ven controlados y cuestionados en temas de crianza. La psicóloga refrenda que los progenitores suelen buscar un comportamiento ejemplar en sus hijos tan solo porque corresponde. Pero, parecen obviar la autoestima del menor y cómo será su futuro frente a esto. Silva revela que en a consulta llegan adultos con inseguridades y miedos en la toma de decisiones, dependencia emocional o dificultad para tolerar la frustración, fruto de crianzas con padres helicóptero. Estos adultos albergan miedo de dar un paso más allá sin la supervisión o el beneplácito de otros.
La experte sugiere que como padres sería necesario mirar qué los lleva a esa necesidad de control de los hijos y, les invita a permitir al hijo salir a la calle, investigar y, en lugar de corregir, preguntarle el motivo de su elección en algo que quizás no sea normativo. Escuchar al niño sin juzgarle es la mejor premisa para permitirle ser él mismo.
Afirma Raquel García, psicóloga especialista en desarrollo infantil, que, con la falta de control y sensación de incertidumbre desde la pandemia, existe más inseguridad y esto causa que adultos se vuelquen en aquellos que perciben más vulnerables y que, además, son de su responsabilidad: los hijos. Y expresa que, se ha observado un aumento de casos de padres helicóptero en los últimos años.
La especialista en desarrollo infantil, admite que ese estilo parental impide al niño capacidad alguna de decisión. Asimismo, suma que los padres avanzan al hijo por miedo a que cometan un error o fracasen; les dirán hasta qué hobbies elegir. García revela que los padres con este perfil denotan inseguridad y falta de confianza en ellos mismos. Y añade que, se ven como «figuras que son responsables de los actos de los mismos», no que tan solo deben guiarles. Y la autoexigencia como padre se eleva llegando a asfixiar al hijo.
La profesional testimonia que los niños necesitan experimentar miedo o sentimientos de no satisfacción para desarrollar una estabilidad emocional segura y equilibrada y generar un autoconcepto adecuado. Y eso les ofrece la visión del mundo tal cual es. Los niños deben ver que son capaces de resolver y eso les hará responsables de sus actos. García concluye que, permitir a los niños salir de sus burbujas les posibilitará no tener todo siempre solucionado.
Susana Mayorgas García, psicóloga infanto-juvenil, enuncia que los padres helicóptero no se percatan que lo que generan en sus hijos es recelo en sí mismos e impedimentos para reafirmarse en sus posturas. Los padres con ese perfil en algún momento de sus vidas han podido sufrir carencias afectivas y convivir con altos niveles de estrés o ansiedad. Y según la experta, con buena fe pretenden prevenir en sus hijos lo que un día vivieron ellos.
Esta situación, para Mayorgas García, puede derivar en que los niños vean afectadas sus relaciones sociales, incluso con sus familiares, «ya que sus resultados estarán atados al esfuerzo de los progenitores».
La especialista en niños y adolescentes, remata encargando a las familias que miren por el bienestar de sus hijos y apuesten por un trabajo personal de psicoterapia, donde aprendan a separar sus propias experiencias de las de sus hijos y de esta forma, estos últimos puedan potenciar sus fortalezas.