Mara Jiménez: «El problema no es la palabra 'gorda', es el contexto que le da la sociedad»
La ‘influencer’ ha publicado el libro ‘Acepta y vuela: de odiarme a amarme sin medida’, en el que habla de cómo superó su TCA
La llaman ‘madre de croquetas’ y sus seguidores son ‘croquetillas’. Hablamos de Mara Jiménez, @croquetamente en Instagram, una influencer que en un par de años ha logrado unir a una comunidad de más de 300.000 personas en su lucha contra la gordofobia.
Tras muchos años de sufrimiento y de superar un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), en 2020 Mara (Sabadell, 1995) decidió abrir una cuenta en Instagram para contar su historia y tratar de ayudar a otros a cambiar los discursos sobre el peso, la salud y las presiones sociales a las que estamos sometidos en lo que respecta a nuestra imagen. Lo que no se esperaba era la repercusión que iba a tener y que su mensaje iba a impactar a tanta gente.
Ahora ha dado un paso más allá y ha publicado su primer libro, Acepta y vuela: de odiarme a amarme sin medida (Plan B), en el que narra su historia, el bullying que sufrió durante años, sus problemas de salud mental y cómo logró salir de todo eso y quererse a sí misma después de más de media vida de sufrimiento. «Me ha ayudado muchísimo reapropiarme de la palabra gorda, ha sido un camino muy sanador para mí y creo que es muy necesario, porque el problema no es la palabra, es el contexto que le ha dado la sociedad».
Todo empezó con el bullying. Para Mara, los últimos años de colegio y su paso por el instituto fueron un infierno. Insultos como «foca, vaca, ballena» eran habituales. El bullying, del que tanto se habla ahora y tan poco entonces, marcó su infancia. Y sin embargo, cree que el castigo no es la solución. «El castigo, reprimir, prohibir algo no es la solución para nada porque no tiene efecto en los chavales, al contrario, cuanto más te prohíben algo, más lo quieres», dice la influencer en una entrevista con THE OBJECTIVE.
Está convencida de que «la clave de todo está en la educación, todo reside ahí, y creo que si queremos mejorar estas cosas, tenemos que empezar a hacer las cosas con más amor y con menos castigo y menos odio».
Y sobre esto se muestra optimista, pues cree que en los centros educativos «se ve un cambio bastante grande, veo que se están preocupando mucho por la salud mental de los alumnos» y que, además, «hay mucha conciencia de salud mental por parte de los jóvenes».
Donde no está tan convencida del avance es en la sanidad pública: «Hay que abrir más plazas de psicología y psiquiatría para poder atender de forma correcta a las personas, no dar listas de espera de seis meses ni atender en diez minutos casuísticas que no se pueden solucionar en ese tiempo».
Pero también reconoce que la situación ha mejorado algo para la gente que no tiene los recursos suficientes para permitirse una terapia privada: «Tenemos también muchos medios para personas que no se lo pueden permitir, cada vez hay más centros de psicología que ofrecen terapia gratuita o a un bajo precio según los recursos económicos, las personas que estamos en redes creando divulgación, al final eso también es un contenido de valor que estamos ofreciendo de forma gratuita que también te puede ayudar a cambiar tu discurso interno y tu percepción sobre ti misma».
Y es que considera que las redes sociales pueden ser una plataforma que ofrezca mucha ayuda a personas que estén pasando por situaciones similares si se usan «con espíritu crítico». «Tienen un papel fundamental, porque al final estamos todo el día metidos y todos los mensajes que recibimos nos impactan de alguna forma, por tanto, hay que ser muy consecuentes y muy cuidadosos y generar un espíritu crítico para decidir el discurso que quiero recibir de las redes sociales».
Eso sí, tiene claro que también tienen un papel muy grande en la violencia estética contra la que ella y otros muchos influencers han comenzado a luchar y cree hay ciertas conductas que deberían regularse, como el uso de filtros en las publicaciones o el tipo de productos que anuncian las marcas: «El tema de métodos adelgazantes, pastillas para adelgazar, todo esto crea un impacto muy negativo en muchísimas personas». «Y por supuesto luego el contenido que se sube, hay gente que está subiendo un contenido súper nocivo para la salud mental de muchas personas y se censura un pezón pero no se censura eso», denuncia.
Todo este contenido, tanto en redes como en medios convencionales, afecta a todos, apunta Mara, pero señala que «claramente hay un sesgo de género y una diferencia bastante clara en cómo es la violencia que recibimos», porque «el sistema patriarcal y el machismo han hecho un verdadero juicio sobre nuestros cuerpos y nos han dictado cómo ser una buena mujer».
Y aunque son las personas gordas las que más sufren esta violencia estética de la que habla y denuncia Mara, la presión «la recibimos todos». Un ejemplo muy claro de esto han sido los miles de mensajes que ha recibido Chanel acerca de su cuerpo tras su actuación en Eurovisión. «No somos 100% dueñas de nuestras decisiones, porque la sociedad nos ha mostrado que eso es lo más correcto como mujeres, eso está claro, pero hay que saber diferenciar cuando una mujer está empoderada y cuando decide vestirse o mostrarse de una forma, o cantar una canción que dice x cosa, desde la propia libertad, porque a Chanel tampoco la obligaron a cantar lo que ha cantado, ella se ha sentido a gusto con ese discurso y con esa forma de expresarse. Y creo que el feminismo parte de respetar eso», dice la influencer.