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España es el país donde más ansiolíticos se consumen: el 11% de la población los toma

La falta de psicólogos clínicos en la sanidad pública hace que ‘se tire’ de recetario: somos el país que más Valium, Trankimacin y Orfidal consume del mundo

España es el país donde más ansiolíticos se consumen: el 11% de la población los toma

«Estamos medicando problemas de la vida». Así de tajante y reflexivo se muestra a THE OBJECTIVE Javier Prado, psicólogo clínico del Hospital Universitario Lozano Blesa de Zaragoza. Y es que según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), dependiente de Naciones Unidas, España es el país que más benzodiacepinas o ansiolíticos consume del mundo.

En 2021, últimos datos registrados, en España se consumieron 110 dosis diarias de benzodiazepinas por cada 1.000 habitantes. Esto significa que un promedio de 110 personas por cada 1.000 consumen algún ansiolítico al día, esto es, unos cinco millones de habitantes, el 11% de la población española, consume diariamente estos fármacos utilizados para el tratamiento de los trastornos de ansiedad o insomnio. Bélgica, con 84 dosis diarias por cada 1.000 habitantes, y Portugal, con 80 dosis diarias por cada 1.000 habitantes, son otros países con gran consumo de benzodiazepinas.

En este sentido, Prado, también portavoz de la Asociación Nacional de Psicólogos y Residentes (Anpir), hace hincapié en que «no todas las personas que toman benzodiazepinas tienen un problema de salud mental, sino que estamos medicalizando problemas que se deberían resolver en otro lugar». Y es que para el experto, hay que tener en cuenta lo que llamamos determinantes sociales ya que, en su opinión, «una de las mejores políticas para mejorar la salud mental es reducir el desempleo y acabar con la precariedad laboral», por ejemplo.

Una opinión que también respalda Anna Romeu, presidenta de la Sección de Psicología de Emergencias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, que asegura que estamos «infantilizando a la sociedad» al medicalizar los procesos naturales de las personas. «Si alguien se encuentra en un proceso de duelo, lo más probable es que esté triste y sufra ansiedad. La solución rápida es darle el ansiolítico o el antidepresivo como si estuviera enfermo, pero esa persona no está enferma y a priori no necesitaría medicación», explica la experta, que apunta que vivimos en la época de la «rapidez» y la «inmediatez» y en la de poco aprender a detectar las cosas.

«Muchas veces son los propios pacientes los que te piden la medicación porque tenemos la mala percepción de que la pastilla lo cura todo, pero tenemos que aprender a desarrollar respuestas naturales y aceptarlas», explica Romeu que, al igual que Javier Prado, asegura que el mejor tratamiento para los trastornos mentales comunes, como la depresión y ansiedad, sería la atención psicológica en consulta. Sin embargo, aquí nos topamos con el siguiente problema: apenas hay psicólogos clínicos en salud pública.

Sin psicólogos clínicos en salud pública

De acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad, más de un tercio de los españoles tiene problemas de salud mental. Los más frecuentes, los llamados Trastornos Mentales Comunes, son los de ansiedad, depresión o por somatización, aunque no por ello son más fáciles de llevar o generan menos malestar. De hecho, durante la pandemia, los problemas de salud mental se han multiplicado casi por dos: ya antes de la covid-19, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) informaba de que cerca del 20% de los españoles se encontraba en tratamiento psicológico o psiquiátrico. Desde entonces, más del 40% de la población española ha acudido al psicólogo o al psiquiatra por problemas de ansiedad, y más del 30% por problemas de depresión.

Ante esta situación, los expertos denuncian la falta de especialistas en salud mental en la sanidad pública, es decir, en la atención primaria, el primer nivel de atención a la salud. De acuerdo con datos facilitados por la OCU, actualmente solo hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes en la sanidad pública, un tercio de la media europea –en los países nórdicos la media es de 100 por cada 100.000–. Y es que en España, con unos 6.900 psicólogos clínicos, solo trabajan en la sanidad publica el 43%, es decir, unos 3.000, con grandes desigualdades, además, entre comunidades autónomas: mientras que en Cataluña hay 15 psicólogos clínicos por 100.000 habitantes, en Andalucía solo hay 3.

Ante esta situación, aseguran los expertos consultados, cuando un paciente llega a atención primaria, para no sobrecargar el sistema, muchos médicos de cabecera –que en apenas cinco minutos tienen que atender al paciente, con una media de 80 personas al día– tiran de recetario, una solución efectiva a corto plazo, que no está exenta de riesgos, y que, a la larga, no soluciona el problema. Y es que, según Javier Prado, solo el 10% de los pacientes que llegan a atención primaria con un problema mental son derivados al especialista.

«Muchas veces un paciente recibe sesiones de psicoterapia cada dos o tres semanas unos 40 minutos, cuando quizá lo ideal sería una vez a la semana una hora como mínimo», critica, y ejemplifica: «Es como si estuviésemos dando una quimio a una persona con cáncer por debajo de la dosis necesaria y cruzamos los dedos para que funcione. En oncología, por ejemplo, no se da la quimio una vez al mes, sino en la medida en la que cada paciente la necesita», señala el experto, haciendo hincapié en la importancia de invertir en salud mental. En España, el presupuesto destinado para este fin es del 5% cuando, asegura el portavoz de Anpir, «otros países de la OCDE de nuestro nivel invierten el 10% o el 12%».

España, a la cabeza en el consumo de Valium, Trankimacin y Orfidal

La Agencia Española del Medicamento (AEMPS) confirma este aumento en el consumo de psicofármacos durante la última década: entre el año 2010 y 2021, el aumento en el consumo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes ha sido de más de 10 puntos. Pasando de 82,50 dosis diarias por 1.000 habitantes al inicio de la pasada década, a un consumo de 93,04 dosis diarias por 1.000 habitantes en 2021.

Entre 2019 y 2021, años de pandemia, el aumento ha sido de más de seis puntos, pasando de una dosis diaria de 86,93 en 2019 a una de 93,04 dosis diarias por 1.000 habitantes en el año pasado.

La falta de profesionales en salud mental, unido a la medicalización de los problemas mentales, consecuente al modelo biomédico de la sanidad pública, refuerzan el consumo de psicofármacos. Buena prueba de ello es el caso de las benzodiazepinas, medicamentos como Diazepam (Valium), Alprazolam (Trankimacin) o Lorazepam (Orfidal) son algunos de los más conocidos y en los que España ocupa el triste primer puesto de consumo mundial con las consecuencias y riesgos que esta sobremedicación puede tener.

«Además de importantes niveles de dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia que estos medicamentos generan si se mantiene su consumo en el tiempo, vamos camino de una sociedad más medicalizada para soportar determinados problemas de la vida, como la ruptura con una pareja o un despido laboral», analiza Anna Romeu, que concluye y llega a la misma reflexión que Prado: «La tecnología punta en salud mental son los buenos profesionales».

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