Inculcar desde la infancia el esfuerzo y el trabajo en los niños
Los valores de esfuerzo y trabajo añaden más responsabilidad y autonomía en las actividades diarias de los niños y satisfacción en el logro de objetivos.
La motivación de los padres a sus hijos supone un grado para despertar en ellos el interés y las ganas. Explicándoles lo que supone la consecución de un objetivo podrán verse con ilusión para afrontarlo y finalmente sentir la satisfacción. Si para ellos resulta complicado se le puede incentivar para atajarlo por partes.
En la infancia se instaurarán muchos valores que se aprovecharán para su futuro inmediato y a largo plazo. Al niño se le debe explicar que no ha de preocuparse si se equivoca o no llega a la meta pretendida, que no habrá reprimenda por ello, sino que se le animará a seguir intentándolo. No cabe olvidar que la perseverancia en el trabajo es necesaria. Además, los padres pueden ponerse como ejemplo en sus propias responsabilidades y trabajos y destacar tanto sus aciertos como fallos y, por lo tanto, resoluciones.
Ni en el colegio ni en el hogar, los educadores y personas al cargo, han de mostrarse demasiado estrictos para no caer en sentencias perjudiciales y que el niño se sienta poco capaz y poco impulsado.
Fallos en el sistema educativo
Ángel Baguer Alcalá, profesor, consultor de alta dirección y escritor de libros de dirección de personas y gestión empresarial, asevera que en la trasmisión de conocimientos y la adquisición de actitudes intervienen las familias, los centros de enseñanza y el Estado. El experto conviene que, en nuestro país, los profesores adolecen de preparación y vocación y los padres se despreocupan de dedicar tiempo a sus hijos. El Estado, según el especialista en gestión de empresas, coopera facilitando el recorrido a estudiantes que arrastran asignaturas suspendidas.
Baguer Alcalá manifiesta que la fórmula para que los niños se formen en conocimientos y actitudes comprende que:
-Los educadores han de presentar una máxima preparación y quienes no cumplan esos requisitos no pueden continuar en el sistema educativo.
-Las familias actuales deben promover valores de responsabilidad, honradez, ética, disciplina y cultura del esfuerzo y trasmitirlos asus hijos. No se debe educar a los niños y jóvenes en el disfrute material, sin prepararlos para el trabajo y la exigencia del sacrificio que impone muchas veces la vida.
-El Estado debe reformar las leyes educativas y las tiene que dirigir hacia el logro de la calidad por la importancia que tienen de cara al futuro de la sociedad.
El profesor recuerda que nuestro país se encuentra por debajo de la media en el informe PISA o Programme for International Student Assessment (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE- Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). El programa tiene por finalidad evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad.
El profesor subraya que es un desacierto considerar que los niños por ser muy pequeños ya tendrán tiempo para aprender en el futuro. Y adiciona que a los niños hay que ayudarles a que descubran su vocación y puntos fuertes, también las opciones existentes y orientarles en base a esos datos.
Por otro lado, Baguer Alcalá confirma que es preciso trasmitir a los menores: responsabilidad, honestidad, ética, disciplina, cultura del esfuerzo y resistencia a la frustración. Los padres tienen que enseñar a sus hijos que las recompensas llegan al merecérselas.
El, además, doctor en Ingeniería industrial, testimonia que en los centros educativos se ha pasado del castigo para apenas reprender ciertas actuaciones ni tampoco motivar al alumnado. Cabe no obviar que del fallo también se aprende. Asimismo, lamenta la pérdida de autoridad del docente.
El autor de ‘De la Universidad al primer empleo. Éxito o fracaso. De ti depende’ junto con Laura Ilzarbe Izquierdo, confiesa que el niño ha de encontrar lógica en el cumplimiento de sus tareas, hallar amigos afines y trabajar adecuadamente. Algo que aclara no dar los resultados esperados es que los progenitores pretendan que sus hijos ejecuten aquello que ellos no pudieron.
Baguer Alcalá resalta que la exigencia con uno mismo es significativa y que causa que las personas se muestren ordenadas y eficientes. También revela la conveniencia de dar espacios al niño que permitan la creatividad.
El consultor de alta dirección comenta un relevante y exitoso estudio de un modelo desarrollado por él para aplicar el trabajo en equipo en las empresas, a la familia. En San Sebastián se probó en 20 familias. A los más pequeños de la casa se les daban responsabilidades. Por ejemplo, vigilaban el stock de diferentes productos de cocina y cuando se terminaba, el niño debía avisar a sus padres para comprar. En el supuesto caso de una familia haber terminado la botella de aceite, la conclusión radicaba en no poder hacer una tortilla de patata para la comida ese día. El niño se sentía motivado, autónomo y participante indispensable en esa labor.
Valorar el proceso y progreso del niño
Montse Cazcarra , psicóloga general sanitaria, entiende que los menores han de ver a sus progenitores solicitándoles aquello que también ellos practican. En el caso contrario, podría llegarles como algo carente de sentido e injusto. De igual modo, los adultos deben responsabilizarse de sus actos, no buscar culpables, algo que será útil que interioricen los niños.
La experta considera que el hecho de asumir responsabilidades los pequeños, va en función de que se manejen a un nivel relativamente independiente. Y continúa señalando que la independencia necesita ir acompañada de la frecuente ayuda del adulto.
Los padres, según la psicóloga, pueden ofrecer claves a sus hijos, no solucionar sus problemas. El discurso a los más pequeños no ha de regirse al: «no hagas esto» o «no hagas eso», sino en positivo: «en lugar de hacer esto, ¿por qué no comienzas por eso».
Las acciones de los niños tendrán consecuencias. Cazcarra alega que se les puede asistir apoyándoles a anticiparlas y dándoles consejo en la toma de decisiones. Esto es, se les facilitará que elijan una opción y controlen la situación con moderación.
La experta apuesta por el esfuerzo del menor, sin tener en cuenta el resultado. Además, afirma que es preciso preguntarle cómo se siente, si algo le ha resultado interesante o se ha divertido. Para el niño resulta óptimo avanzar en su crecimiento personal y aunque no sea el mejor en algo, que se vea capaz de progresar. Finalmente, Cazcarra establece que es necesario hablar de la conducta del niño de una forma objetiva, evitándose las etiquetas que le describan de un modo negativo, por ejemplo ‘vago’.