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Una molécula cerebral podría frenar el deterioro por alzhéimer

La neuróloga Estrella Morenas-Rodríguez, del Hospital 12 de Octubre, ha sido quien ha llevado a cabo la investigación

Una molécula cerebral podría frenar el deterioro por alzhéimer

El riesgo de padecer cáncer aumenta con la edad | H. Bilbao

El alzhéimer afecta a más de un millón de personas en España. Pero, si se tienen en cuenta las familias y cuidadores de quienes padecen esta enfermedad, y a los que también afecta su impacto, la cifra asciende hasta cuatro millones.

El riesgo de padecer esta enfermedad es mayor a partir de los 60 años, aunque va incrementando conforme envejece la persona. Es decir, si entre los 65 y 74 años se diagnostican dos casos por cada mil individuos, a partir de los 85 hay más de 37 personas afectadas por cada mil habitantes.

España cuenta con una población cada vez más envejecida, lo que hace difícil ser optimista en cuanto a las previsiones futuras. Además, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son cada vez más alarmantes: en 2030 la cifra de personas enfermas será superior a 56 millones, y para el año 2050 ya se superarán los 90 millones. Y lo peor es que, por ahora, no hay un tratamiento eficaz contra esta enfermedad.

Pero no todo son malas noticias. Diferentes equipos de investigadores han conseguido hacer importantes hallazgos durante el último año sobre cómo comienza la enfermedad, así como los diferentes factores que influyen en su desarrollo. Algunos de ellos son la hipertensión y la aterosclerosis.

Estos descubrimientos no supondrán la creación de una cura para esta enfermedad a corto plazo. Sin embargo, sí que pueden, de alguna manera, ayudar al desarrollo de un tratamiento dentro de unos años.

TREM2, posible clave para ralentizar el alzhéimer

La doctora Estrella Morenas-Rodríguez, de la Unidad de Trastornos Cognitivos del Servicio de Neurología del Hospital Universitario 12 de Octubre, en Madrid, ha sido quien ha realizado uno de los avances más recientes. La doctora ha descubierto que la proteína TREM2, que está relacionada con la inmunidad cerebral, podría jugar un papel importante en la ralentización de la enfermedad del Alzheimer (EA).

El estudio se ha publicado en la revista The Lancet Neurology, y es relevante porque se ha desarrollado en personas que tienen predisposición genética para padecer esta enfermedad (aunque la EA familiar supone tan solo el 1% de los casos).

Esto podría suponer el origen de nuevas opciones terapéuticas capaces de potenciar esta proteína y aplicarla, así, como tratamiento preventivo para retrasar el comienzo de los primeros síntomas en las personas que porten el gen implicado en la EA y que, por tanto, acabarán desarrollando la patología.

Esta proteína, la TREM2, está presente en la microglía. Estas son un tipo de células inmunitarias del cerebro que son las encargadas del bienestar neuronal. Cuando detecta algo fuera de lo normal (como virus u otros microorganimos, células tumorales, etc.) se activa.

En el caso del alzhéimer, lo que hace es neutralizar la acumulación de las proteínas TAU y β-amiloide, ambas relacionadas con la disfunción y muerte neuronal. Como resultado de esto se ralentiza la progresión de la enfermedad.

Una enfermedad silencionsa

La actriz Carme Elías, que anunció en marzo que tenía alzhéimer, en la presentación de la obra Al Galope Foto: Marta Fernández

El alzhéimer como tal empieza décadas antes de que los primeros síntomas cognitivos salgan a la luz. Y precisamente lo que ocurre durante esos años es lo que ha conseguido esclarecer ahora la neuróloga española en el laboratorio del profesor Christian Haassen, del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas DZNE-Munich.

Para llevar a cabo el estudio hizo un seguimiento de 155 voluntarios con mutación genética de EA y a 93 familiares sanos, durante un periodo de entre 2 y 15 años. A todos ellos les midieron los niveles de la proteína TREM2, que extraían del líquido cefalorraquídeo.

Los resultados muestran que los portadores de la mutación genética empiezan a mostrar mayor actividad de las células microgliales que sus familiares sanos, más de dos décadas antes del inicio de los primeros síntomas. Además, esto coincide con el inicio de la acumulación de proteína β-amiloide.

Por otra parte, aquellos portadores que pudieron incrementar más sus niveles de TREM2 a lo largo del seguimiento presentaron una ralentización en esta acumulación de las proteínas amiloide y TAU.

Los científicos verificaron una mayor elevación de TREM2 en la fase temprana del alzhéimer a través de una resonancia magnética. El aumento de esta proteína se ha asociado con una importante ralentización de la atrofía cerebral, lo cual es característico de la enfermedad neurodegenerativa; así como una importante estabilización de la función cognitiva.

Morenas-Rodríguez desarrolló esta investigación durante su etapa posdoctoral, y subraya que el desarrollo de tratamientos dirigidos a potenciar las funciones de TREM2 puede significar un gran avance terapéutico para el alzhéimer.

El objetivo: un fármaco preventivo

Solo hay un anticuerpo que haya pasado a un ensayo clínico en fase 1. Foto: Unsplash

Ante estos resultados, la pregunta clave ahora es si se puede estimular la producción de esta proteína TREM2. «En modelos animales se están estudiando anticuerpos que hacen que esa proteína TREM2 aumente sus funciones y active más la microglía, y así tiene más efecto positivo sobre la EA», ha explicado la neuróloga en declaraciones a El Confidencial.

Pero hasta ahora «solo un anticuerpo ha pasado a un estadio más avanzado y se analiza en humanos dentro de un ensayo clínico en fase 1, para saber si su administración es segura para las personas sanas». Tras esto habrá que seguir avanzando hasta determinar si, al final, es segura para personas con riesgo de padecer alzhéimer.

Además, la investigación tiene otro valor añadido: también es válida para la enfermedad esporádica. «Nos centramos en alzhéimer genético porque son las únicas personas en las que podemos analizar la evolución antes de que aparezcan los síntomas», declara la investigadora.

Actualmente no hay grupos de personas suficientemente amplios en los que se haya hecho un estudio longitudinal de biomarcadores en fase presintomática de la EA esporádica. Por ello, el «estudio se basa en la EA genética, pero el TREM2 funciona de forma parecida en cualquier forma de la enfermedad y no hay razón para pensar que lo haga de forma diferente».

Este es el motivo por el que esta proteína resulta muy llamativa para ralentizar el desarrollo de cualquier forma de alzhéimer, empleándola como «un tratamiento orientado a aumentar su función en la fase presintomática». Pero esto implica la necesidad de «tener un diagnóstico de la enfermedad antes de que aparezcan los primeros síntomas».

Siguiente paso en la investigación

Ahora es necesario «estudiar la proteína en el alzhéimer esporádico, pero ya en la etapa sintomática, y ya contamos con que los resultados van a ser diferentes que en la forma familiar». Con esto se busca conocer qué pasa con la TREM2 en los ensayos clínicos con las terapias antiamiloide y cuál es su valor como biomarcador.

Para terminar, se valorará cuál es la utilidad de esta proteína en la práctica clínica. Esto se debe a que es un marcador que se relaciona con los de acumulación de beta amiloide, por lo que, si hubiera duda, pueden confirmar el resultado de otros biomarcadores.

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