España registra un desconcertante exceso de 117 muertes diarias: un 94% más que en 2019
El exceso de mortalidad en los nueve primeros meses del año es de 32.058 personas. En 2019, año anterior a la pandemia, fallecieron 2.862
España registra un exceso de mortalidad de 32.058 personas desde el 1 de enero al 30 de septiembre de 2022, según los datos del Informe de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad. Esto es, hay un exceso de 117 muertes al día sin que se conozcan las causas de este incremento. Unas cifras preocupantes que muestran un aumento de los decesos de un 94% con respecto a 2019, año anterior a la pandemia, cuando fallecieron 2.862 personas.
Estos datos, a falta de dos meses para terminar el año, sitúa a 2022 como el año con más fallecimientos no esperados desde que hay registros, a excepción de 2020 (año de pandemia) y 2015, cuando fallecieron 68.172 y 38.523 personas, respectivamente. De esta forma, los registros anuales quedarían así: 2015 (38.523), 2016 (8.270), 2017 (13.476), 2018 (11.349), 2019 (2.862), 2020 (68.172), 2021 (24.490) y 2022 (32.058).
Además, según las estadísticas del MoMo, el exceso de fallecimiento se da en gran mayoría en personas por encima de los 85 años (23.289) y también entre los 75 y los 85 (6.393). En el resto de tramos de edad, las estadísticas reflejan lo siguiente: entre los 65 y 74 años (2.911), entre los 45 y 64 (1.655), entre los 15 y 44 (236) y de o a 14 años (102).
Los expertos consultados, aunque piden «precaución» a la hora de interpretar estos datos porque, en opinión de Joan Carles March, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, «no miden bien» y «necesitan una renovación a fondo» que espera que llegue con «con la Agencia Estatal de Salud Pública», es evidente la diferencia «abismal» con el resto de países de Europa que hace que España triplique la media.
Si observamos el EuroMoMo, las estadísticas muestran un pequeño repunte de la mortalidad en el resto del continente en este 2022, aunque sin comparación con los datos registrados en España (36,9%), Chipre (32,9%) y Grecia (31,2%), regiones donde las medidas contra el coronavirus fueron de las más restrictivas. Por el contrario, Suecia (2,7%), Rumanía (2,4%), Bulgaria (1,4%) y Lituania (0,9%) presentan pequeños repuntes de exceso de fallecimientos. Otras países con una incidencia de muertes superior al 15% son Portugal (23,9%) Malta (26,4%), Italia (24,9%) o Austria (17,5%).
Efectos colaterales de la pandemia
Sobre cuáles son las razones hay más hipótesis que certezas, y es que hasta el momento, ni el Ministerio de Sanidad ni ninguna administración sanitaria pertinente han sabido dar una explicación, ni en público ni en privado, a lo que está sucediendo–este periódico ha contactado reiteradas veces con el departamento de Carolina Darias, sin recibir respuesta–.
No obstante, los expertos señalan que aunque no hay una sola causa para estas muertes inesperadas, el confinamiento pudo crear mucha enfermedad –hipertensión, diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad mental…– y junto con los retrasos en los diagnósticos de patologías potencialmente mortales y las «estrictas» medidas aplicadas durante la pandemia el resultado está dando la cara ahora. «Estamos pagando las consecuencias de una situación que se ha cronificado», apuntaba en septiembre a THE OBJECTIVE Rafael Toledo, catedrático en inmunoparisitología de la Universidad de Valencia.
Según un estudio realizado por el Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (Idibaps), el Consorci d’Atenció Primària de Salut de l’Eixample y el Hospital Clínic de Barcelona, en 2020 se diagnosticaron un 50% menos de casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, un 48% menos de cardiopatía isquémica, un 46% menos de hipotirodismo y un 45% menos de casos de melanomas. En este sentido, vemos que la detección de casos en 2020 de determinadas enfermedades respecto a la media de 2017-2019 bajó en la mayoría de las patologías, excepto en los casos de ansiedad, donde se detectaron un 16% más
De esta forma, Rafael Toledo hace hincapié en la «extraordinaria» situación que hemos vivido desde 2020 que «indudablemente» han traído consecuencias. En este sentido también se pronunciaba a este periódico la médica y bioeticista Mónica Lalanda, que apunta que España ha estado a la cabeza de Europa a la hora de aplicar restricciones para limitar el contacto social, imponer el uso de la mascarilla y en porcentaje de vacunación covid. «Si bien todas han tenido un efecto positivo sobre el control del covid, es imprescindible tener la valentía de valorar posibles efectos colaterales de estas medidas», hace hincapié. Y es que los expertos aseguran que el uso de las mascarillas con la falta de contacto han podido debilitar nuestro sistema inmunitario alterando la normal circulación de virus y bacterias.
«Estamos pagando las consecuencias de una situación que se ha cronificado», apunta Rafael Toledo, que concluye: «La situación que hemos vivido desde 2020 ha sido extraordinaria y pensar que las consecuencias no lo iban a ser es, al menos, ilusorio».
Si el tema se politiza e ideologiza, cada cual arrimará el ascua a su sardina y jamás sabremos las verdaderas causas de esta situación y será peor para todos, pero supongo que dará igual, pues los intereses políticos son lo primero.
Tengo la sensación de que últimamente en los hospitales públicos, como seas un poco mayor y entres por urgencias por cualquier causa, tienes muy pocas posibilidades de salir. A poco que resultes un poco molesto te aplican la «doctrina Dr. Montes» y te despachan rapidito aunque entres con una uña rota.
Ahora la doctrina de Montes se llama «Eutanasia» y está legalizada. Me gustaría saber el número mensual de eutanasiados, que esos no entran en esta estadística.
Pudiera ser conveniente analizar qué ocurrió durante los meses más duros de la pandemia y está pasando ahora con el sistema público de Salud, y a lo mejor nos damos cuenta que el desbordamiento inicial ha generado con posterioridad una cierta psicosis de que el COVID-19 es lo único importante a lo que hay que destinar los máximos recursos, y se ha desatendido la medicina preventiva y el seguimiento de dolencias en principio poco visibles pero que pueden acabar de forma trágica. Sí a esto sumamos cierta desbandada de los sanitarios públicos hacia sectores o países que los traten mejor, e incluso ciertos abandonos de la profesión, especialmente enfermeros, realmente hartos de la situación, he ahí una posible causa del aumento de fallecimientos, a la que habrá que sumar un porcentaje de decesos por agravamiento de las secuelas de la enfermedad. Lo que ha sufrido y sufre el personal sanitario no se paga con algunos aplausos a las ocho de la tarde.
Un poco de rigor, por favor. Los meses más duros de la pandemia fueron de marzo a mayo, donde no se conocía la asistencia frente a la patología y donde el 50% de los fallecidos murieron hacinados en residencias y domicilios. En 2020, sin «vacuna», 1´5 millones de muertos (con/por) covid-19 en todo el mundo. Después de la inculación masiva, todos lo sabemos. Compare las cifras de las regiones más inoculadas con las que no, las pobres. Un virus escasamente letal para la población mayoritaria. Se están tirando millones de dosis caducadas, la gente ya no se cree este engaño; personas con tres dosis reinfectadas hasta tres veces y con el sistema inmune por los suelos. Pero el negocio continua…
Estimado comentarista: posiblemente no me he explicado bien o no sé me ha entendido. En ningún momento he pretendido negar la evidencia que usted manifiesta, solo indicar que están falleciendo muchas personas a las que no se les han detectado enfermedades o no se les ha tratado a tiempo porque el esfuerzo sanitario se centraba prioritariamente en la cuestión COVID-19, actuaciones posiblemente muy condicionadas por la tragedia vivida en los primeros meses de pandemia. Solamente estoy analizando una de las posibles causas, entre otras, del aumento detectado en los índices de mortalidad. En cuanto a la situación del sector sanitario, solo constatar que el sistema público no encuentra médicos y enfermeros para cubrir la demanda de plazas.
Por supuesto, estoy de acuerdo con las evidencias expresadas al principio de su mensaje, no con la parte conspirando a final. Precisamente, han sido las vacunas las que han reducido la mortalidad, independientemente de que una persona se haya podido re infectar varias veces con las distintas variantes.
Aclaración entendida, muchas gracias. Y abundo más, esta crisis pandémica no ha hecho más que demostrar que 17 subestaditos autonómicos son el fracaso de España, quiebra económica y fractura social. No tiene sentido, pero el negocio político continúa abrasándonos a impuestos y aumentando la deuda.
En eso no estoy de acuerdo. A más inoculación más transmisión y muertes. No hay ningún estudio científico que demuestre que este producto haya salvado vidas.