¿Hace el Gobierno lo suficiente para frenar la 'fuga de cerebros'?
España destaca por sus titulados, el problema surge cuando personas altamente cualificadas no encuentran un puesto de trabajo compatible con su talento
España destaca por sus titulados, el problema surge cuando personas altamente cualificadas no encuentran un puesto de trabajo compatible con su talento.
«En el extranjero somos muy valorados en el ámbito científico gracias a la amplia y profunda formación que recibimos aquí», dice Jaime Abella, ingeniero biomédico y actual ayudante en el Instituto de Investigación Sanitaria del Gregorio Marañón.
Abella no niega que la investigación pública española ofrezca oportunidades, sin embargo, no las considera suficientes: «Se podría invertir mucho más y seríamos uno de los países más punteros, seguro».
Motivos como este le conducen a comprender a aquellos que abandonan sus ciudades en busca de mejores condiciones: «Pueden llegar a cobrar tres veces más de lo que cobrarían aquí». Además, añade que la investigación en la empresa «es prácticamente inexistente en España».
Iñaqui López, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Complutense de Madrid, coincide en varias de las cuestiones planteadas por este biomédico: «Formamos talento, hay estudiantes que están muy bien preparados en nuevas tecnologías y en muchas disciplinas».
El profesor asegura que países como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos «demandan muchísimo nuestros titulados». Es ahí cuando los jóvenes españoles se enfrentan a un dilema. Sienten que son válidos, pero no para su propio país. «Fuera pueden contar con un laboratorio que les permita realizar todas las investigaciones que quieran, con una serie de recursos que aquí no tenemos», afirma el catedrático.
López apuesta por los programas públicos como posible solución ante la emigración de talentos «presente, principalmente, en el ámbito científico». Asegura que estos deben ser creados para centros de investigación o universidades, «que es donde se desarrolla gran parte de la investigación en España».
Miembros de La Facultad Invisible (asociación integrada por los premios nacionales fin de carrera que tienen como propósito la mejora del sistema educativo español), también han realizado un análisis sobre el asunto.
«Todavía queda mucho por hacer, faltan oportunidades laborales y de desarrollo profesional, como demuestra el hecho de que en Europa, Italia y España encabezan la llamada ‘fuga de cerebros‘», indica Óscar García, presidente de esta asociación, basándose en la experiencia de algunos ‘invisibles’ que actualmente estudian o trabajan en el extranjero.
«El sistema no garantiza la estabilidad laboral, de forma que excelentes investigadores viven con incertidumbre hasta bien entrados los 40». Una buena parte de estas personas que deciden abandonar su país en busca de mejores condiciones, marchan con la idea de pasar unos años fuera, pero acaban no volviendo nunca. «Después de emigrar muchos de estos investigadores desean regresar a España, pero no encuentran ni las oportunidades laborales ni los incentivos para hacerlo», afirma García, en conversación con THE OBJECTIVE.
Plan de atracción y retención de talento científico e innovador
En junio de 2022 el Gobierno aprobó un Plan de atracción y retención de talento científico e innovador a España, impulsado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, que contiene 30 medidas y que movilizará cerca de 3.000 millones de euros con el objetivo de que «vuelvan los que se fueron, que no se vayan los que están y atraer a los mejores».
Entre las medidas se incluyen reformas regulatorias, nuevas convocatorias y herramientas de información y comunicación.
El Plan se dividen en tres ejes. El primero está dirigido a crear más oportunidades y mejores condiciones para el desarrollo de la carrera científica en universidades y organismos públicos de investigación. El segundo eje del plan pretende eliminar barreras y crear nuevos incentivos para la atracción de talento científico internacional al sector público español. Asimismo, el plan contempla un tercer eje destinado a impulsar la incorporación de personal científico e innovador internacional en el sector privado.
«Todos tenemos algún conocido que entre 2012 y 2015 tuvo que abandonar España para encontrar un trabajo digno y que no ha podido volver», apuntó la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, durante una rueda de prensa en la que insistió en el compromiso de «revertir esa situación».
Precisamente este fue el caso de Silvia Ferraz, una enfermera que a causa de la crisis existente en España en 2013, tuvo que dar el salto a la capital del Reino Unido. «Las condiciones laborales son mucho mejores, la variedad y posibilidad de trabajo es enorme».
Ferraz, inevitablemente, nota grandes diferencias entre su país natal y la cuna de Shakespeare y los Beatles. «Por ejemplo, si te gusta la cardiología, harás una entrevista para trabajar en ese servicio y te formarán para ello».
En España, en cambio, no existe esa preocupación. «Dentro del hospital puedo trabajar en cualquier servicio sin que a nadie le importe si estoy formada o no». Esta enfermera, en numerosas ocasiones, ha tenido que apañárselas en cuestiones que no domina a la perfección. «Pretenden que controle todo sin antes haberme preparado para ello», indica Ferraz.
Otros sectores que también sufren esta fuga
Sería injusto olvidar la realidad de otros sectores que, de igual forma, se ven afectados en este sentido. Es el caso de Iris Marrero, licenciada en Magisterio Infantil. Cuando acabó sus estudios, encontró enormes dificultades para trabajar «de lo suyo». Esto le obligó a hacer las maletas y coger un avión a otro país europeo.
«Trabajé en tres sitios diferentes de Alemania y en todos me daban casa y comida gratis, o por unos 150€ mensuales». A parte de esto, Marrero tenía un profesor de alemán dos veces a la semana, que estaba incluido en su jornada laboral. «En los tres trabajos que estuve cobraba en torno a los 1900 euros netos».
Con el dinero que ahorró de su estancia en Alemania decidió regresar hace pocos meses a España y empezar a estudiar unas oposiciones. Innegablemente, el problema para esta profesora no fue no querer vivir en su propio país, sino no poder hacerlo.