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¿Cómo saber si tengo alguna intolerancia alimentaria?

Es importante descartar antes cualquier otro mecanismo que provoca la sintomatología digestiva antes de dejar de tomar alimentos

¿Cómo saber si tengo alguna intolerancia alimentaria?

Un plato de huevos y verduras | Pixabay

Las intolerancias alimentarias son mucho más comunes de lo que parece. Consisten en que el estómago, por diferentes motivos, no puede digerir algún alimento (o un grupo de estos). Por ello, al no poder fragmentarlo en moléculas más pequeñas, la comida se queda en la luz del intestino delgado sin digerir. Esto provoca su fermentación y da lugar a diferentes síntomas digestivos.

«Este mecanismo se suele producir cuando existe un déficit de enzimas encargadas de romper estos nutrientes en fragmentos más pequeños», explica el doctor especialista en el aparato digestivo Diego Sánchez Muñoz. No obstante, esta no es la única causa: «También, y quizá mucho más frecuente, se producen cuando existen desequilibrios en la microbiota intestinal; y, en este caso, las intolerancias alimentarias suelen ser secundarias a ese desequilibrio y no a un déficit de una enzima concreta».

En este último caso es en el que, según afirma el también médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, los pacientes «no pueden comer nada porque todo les sienta mal». En el primer caso, por otra parte, suele ser común que esté relacionado con intolerancias a azúcares complejos (como la lactosa, la fructosa, la sacarosa, el sorbitol…).

Los síntomas de la intolerancia alimentaria varían según la persona y el alimento en sí. Sin embargo, algunos de los más comunes, aunque con variación en la intensidad, son: dolor abdominal, náuseas, cambios en el hábito intestinal (tanto diarrea como estreñimiento), reflujo ácido, hinchazón abdominal o sensación de saciedad y plenitud. Además, también pueden aparecer síntomas «fuera de la esfera digestiva», como dolor de cabeza, fatiga o problemas dermatológicos, entre otros».

Es importante descartar otras patologías digestivas

Un vaso de leche.
Un vaso de leche. Foto: Pixabay

Sánchez Muñoz advierte de que, a día de hoy, el término ‘intolerancia’ está desvirtuado: «Se suele atribuir a una intolerancia alimentaria a cualquier sintomatología digestiva y, en no pocas ocasiones, los pacientes dejan de comer algún nutriente pensando que es la causa de sus problemas digestivos».

Según el doctor, esto es peligroso porque son muchas las ocasiones en las que este alimento en sí no es el causante de los síntomas. «Además, al hacer restricciones dietéticas de forma unilateral y muchas veces sin control, los pacientes pueden tener una nutrición inadecuada», aclara el doctor.

Aparte de esto, el fundador de IDI-Insituto Digestivo hace hincapié en la importancia de descartar otros mecanismos que no son intolerancias alimentarias como tal. Un ejemplo de esto es la enfermedad celiaca; en este caso, comer gluten «desencadena una reacción inflamatoria local a nivel de intestino delgado». Además, en caso de continuar con la ingesta, «puede dar lugar a problemas serios de salud».

La estimación es que en torno a un 1,4% de la población mundial es celiaca; sin embargo, la mayoría de las personas que la padecen no lo saben. Por ello «es importante descartarla como primer escalón diagnóstico». Aparte de esto, también hay que detectar las alergias alimentarias: «Son reacciones producidas por mediación de anticuerpos».

Diferencia entre intolerancia y alergia alimentaria

Ambos casos consisten en reacciones adversas a los alimentos, «pero difieren en su mecanismo y gravedad». «Una alergia alimentaria es una reacción inmunológica del cuerpo a una proteína alimentaria. Cuando alguien con una alergia alimentaria ingiere el alérgeno, el cuerpo produce anticuerpos IgE para combatir la proteína extraña. La siguiente vez que el individuo consume ese alimento, los anticuerpos IgE activan las células cebadas para liberar histamina y otros productos químicos, lo que causa los síntomas de la reacción alérgica», explica el doctor.

Los síntomas de esta alergia pueden ir desde «una erupción cutánea y urticaria hasta anafilaxia, una reacción grave que puede ser potencialmente mortal». Para diagnosticar esta condición es necesario hacer pruebas de piel, análisis de sangre y pruebas de provocación oral bajo supervisión médica.

La intolerancia alimentaria, como ya se ha explicado, es «una reacción no inmunológica a los alimentos, y puede deberse a una enzima que falta o una enzima que no funciona correctamente». Un ejemplo de esto es la intolerancia a la lactosa: «Significa que su cuerpo no produce suficiente lactasa, la enzima necesaria para descomponer la lactosa en la leche». Para diagnosticar esta intolerancia hay que realizar una prueba de provocación oral o una dieta de eliminación.

Es común confundir los términos, «ya que la sintomatología que pueden producir se suele solapar». «No obstante, es muy importante descartar si realmente se trata de una intolerancia alimentaria o una alergia, ya que la evolución, el pronóstico, e incluso el manejo dietético (ante una alergia alimentaria hay que ser mucho más estricto) difieren entre una y otra. Por tanto, el diagnóstico diferencial es fundamental», explica el doctor.

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