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La última guerra de religión en Europa

Los Acuerdos de Viernes Santo pusieron fin el 10 de abril de 1998 al conflicto de Irlanda del Norte. El presidente americano Biden ha resaltado la efeméride

La última guerra de religión en Europa

Un centinela del IRA vigila un barrio católico de Belfast, mientras los niños van a la escuela, 1987. | Wikimedia Commons

La guerra empezó con el Levantamiento de Pascua y terminó con los Acuerdos de Viernes Santo, por si alguien tenía dudas de que lo de Irlanda era una guerra de religión. La última guerra de religión de Europa, terminada hace 25 años. Es poco tiempo para una perspectiva histórica, pero esa paz firmada en Belfast en abril de 1998 hay que enmarcarla en un ciclo histórico, la lucha de católicos y protestantes, que empezó hace cinco siglos.

Antes de que existieran los nacionalismos que destruyeron a Europa en las dos guerras mundiales, era por la religión, católicos frente a protestantes, por lo que se peleaba con saña en nuestro continente. Francia soportó nada menos que ocho Guerras de Religión el último tercio del siglo XVI; murieron tres millones de franceses, uno de cada seis habitantes. La Guerra de los Treinta Años devastó Alemania a tal punto que se ha calculado que fue como si hubiera recibido un ataque nuclear. Y los Países Bajos, que desde el siglo XV eran la región más próspera y civilizada de Europa, se enzarzaron en la Guerra de los Ochenta Años, arrastrado a España a esa interminable contienda.

Irlanda fue dominada y colonizada por Gran Bretaña desde el siglo XII. Cuando Enrique VIII se separó de Roma e impuso el protestantismo en sus reinos, los irlandeses permanecieron fieles a la Iglesia católica, y eso creo una brecha insalvable entre conquistados y conquistadores. En Irlanda sucedió como en Polonia, que la preservación de la fe católica frente a unos vecinos-conquistadores más fuertes, se convirtió en la esencia de la nación.

A lo largo de los siglos hubo en Irlanda guerras y revueltas que desataban represiones brutales. Hay que decir que en el Reino Unido existían las llamadas Leyes Penales, que negaban derechos a los católicos y los convertían en ciudadanos de segunda clase. En el siglo XIX comenzó un lento proceso de anulación de esa normativa discriminatoria, llamado Emancipación de los católicos. El último residuo de las leyes anticatólicas en Inglaterra fue «removido» (es el término legal británico) en 2013, para que Carlos pudiese subir al trono. Hasta hace diez años «el que profese la religión papista, o se case con papista [Camila es católica], será excluido y será para siempre incapaz de heredar, poseer o disfrutar de la Corona», según la legislación vigente hasta 2013. De hecho, en 2008, un miembro de la extensa familia real, Marina Windsor, fue todavía desposeída de sus derechos hereditarios por convertirse al catolicismo.  

Levantamiento de Pascua

Al principio del siglo XX el nacionalismo irlandés era un movimiento pujante y poderoso, que incluso tenía una organización armada con miles de hombres, los Voluntarios Irlandeses. Cuando en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, Inglaterra introdujo el servicio militar obligatorio, la reacción de los católicos de Irlanda fue rebelarse contra esa ley, que les mandaría al matadero a luchar por un rey que consideraban ajeno.

El 24 de abril de 1916, lunes de Pascua, se produjo el Levantamiento de Pascua, unidades armadas se apoderaron de puntos clave de Dublín y proclamaron la República de Irlanda. El alzamiento fue reprimido con contundencia por el Ejército británico, y sus cabecillas fusilados. Los independentistas pasaron a la lucha clandestina y el Ejército Republicano Irlandés, el famoso IRA, recurrió al arma de los débiles, el terrorismo.

Tras varios años de guerra sucia por ambas partes, en 1921 el gobierno de Londres aceptó lo inevitable, la independencia de Irlanda. Pero no fue una independencia completa, porque en Irlanda vivían también muchos descendientes de los colonizadores ingleses o escoceses, que eran protestantes. La isla fue partida y el Reino Unido conservó la soberanía sobre la parte nororiental, el Ulster o Irlanda del Norte, donde la población era en mayoría protestante. Se resolvió un conflicto, pero se creó otro.

El Ulster gozaba de una amplia autonomía, pero su gobierno estaba exclusivamente en manos de los protestantes, que en vez de tender puentes con la minoría católica hicieron lo contrario. La legislación local era tan excluyente que gran número de católicos no tenían derecho a voto, entre otras injusticias. Esto sucedió hasta 1972, aunque parezca mentira. Los negros del Sur racista de Estados Unidos conquistaron sus derechos civiles antes que los católicos de Irlanda del Norte.

De la resistencia civil a la lucha armada

Precisamente la lucha de los negros americanos inspiró un Movimiento de Derechos Civiles a finales de los años 60. Querían imitar las tácticas de resistencia civil y no violencia de Martin Luther King, y fueron reprimidos con toda ferocidad por una policía que era exclusivamente protestante. Eso resucitó al viejo IRA, una organización clandestina y terrorista que llevaba años desaparecida, pero que reapareció como protectora de la comunidad católica.

El gobierno inglés reaccionó enviando al ejército en 1969, en principio para proteger a los católicos. Y en 1972 anuló la autonomía y asumió el gobierno directo del Ulster, para acabar con la discriminación. Pero era demasiado tarde, el IRA había entrado en campaña, y entre los protestantes surgieron también grupos armados terroristas. Era la guerra civil, la vieja guerra de religión entre protestantes y católicos, aunque los estrategas militares británicos la llamaran «guerra de baja intensidad». 

La «baja intensidad» supuso más 3.500 muertos -en una población de millón y medio- y un país parcialmente destruido y totalmente arruinado. Pese a todas las iniciativas políticas, la última guerra de religión se terminó solamente por agotamiento de las partes. Es un proceso que hemos visto varias veces repetido en el siglo XX. La guerra civil de El Salvador duró 12 años, la del Líbano 17. La de Irlanda del Norte duraría 29 años. Por fin un día de Viernes Santo de hace un cuarto de siglo, el 10 de abril de 1998, católicos y protestantes, hartos de sangre, firmaron la paz.

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