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Historias de la historia

Camilla Parker Bowles: ¿puede una católica ocupar el trono inglés?

Hay una tradición de herederos a la corona casados con católicas que hasta 2013 les vetaba subir al trono. Nunca se ha aclarado si Camilla pertenece a esta religión

Camilla Parker Bowles: ¿puede una católica ocupar el trono inglés?

El rey Carlos III de Inglaterra, junto a Camilla Parker Bowles, en una imagen de comienzos de año. | Europa Press

«El que profese la religión papista, o se case con papista, será excluido y será para siempre incapaz de heredar, poseer o disfrutar de la Corona». Es un tópico decir que Inglaterra, cuna del gobierno constitucional, no tiene Constitución. Pero sí tiene unas cuantas leyes fundamentales que sirven como tal. 

Y duran mucho, como la buena ropa inglesa. El párrafo de inicio es de una ley de 1689, promulgada inmediatamente después del derrocamiento –por católico- de Jacobo II, el último rey Estuardo, y se lo aplicaron en fecha tan reciente como 2008 a Lady Marina Windsor, nieta del duque de Kent, que perdió sus derechos de sucesión al trono por convertirse al catolicismo.

La fecha de este removal, como se dice en inglés a la pérdida del derecho sucesorio, es clave, porque en 2008 hacía ya tres años que Carlos se había casado con Camilla, de la que se rumoreaba insistentemente que era católica. Con las leyes vigentes en ese momento, de confirmarse que Camilla era «papista» (término despectivo para los católicos), Carlos habría perdido el derecho a subir al trono.

Antes de la boda con el amor de su vida, Carlos se curó en salud y buscó la aprobación de la Iglesia Anglicana. Tres meses antes del enlace, que fue el  9 de abril de 2005, el doctor Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, había manifestado la aprobación de la Iglesia de Inglaterra al matrimonio, e incluso su «fuerte apoyo al mismo». Aunque la boda fue civil, en el Ayuntamiento de Windsor, luego realizaron una ceremonia religiosa en la que el arzobispo celebró misa.

Bendecida la unión entre Carlos y Camilla por la Iglesia, por la reina Isabel II y por la opinión pública, faltaba adecuar la ley a la situación de hecho, lo que se resolvió mediante la Ley de Sucesión a la Corona de 2013, que anulaba la prohibición de casarse con un «papista» de la principal ley constitucional vigente, el Acta de Establecimiento de 1701. Sin embargo, nunca se ha aclarado si Camilla es o no es católica.

La nueva reina consorte fue bautizada en la Iglesia Anglicana, pero luego se casó por la Iglesia Católica. Su marido Parker-Bowles, era un católico convencido, que había sido novio de la princesa Ana, la hermana de Carlos, a la que le obligaron a romper la relación precisamente por eso. Y los dos hijos de Camilla son católicos declarados. Hay que tener en cuenta que en Inglaterra existe, desde que Enrique VIII se separó de Roma y fundó la Iglesia de Inglaterra, lo que se llama «criptocatolicismo», el catolicismo oculto, disimulado para evitar represalias, propio de las clases altas, incluidos varios reyes. El último caso notable fue el de Tony Blair, criptocatólico para poder ser elegido primer ministro.

Bigamias y lobotomías

El disimulo de la religión de la reina Camilla está en la línea de lo que se ha hecho en el pasado, cuando se ha ocultado por todos los medios que el heredero de la corona se había casado con una papista. Es lo que sucedió con Jorge IV cuando era príncipe de Gales, en un caso que tiene sorprendentes coincidencias con la historia de Carlos.

Jorge también fue príncipe de Gales demasiado tiempo, aunque tenía muchos más defectos que Carlos: era mujeriego, ludópata, manirroto, borracho, glotón… pero se enamoró sinceramente de Mary Fitzherbet, una católica perteneciente a la pequeña nobleza, y se casó en secreto con ella cuando tenía 23 años. Al igual que Camilla, Mary había estado casada, era mayor que él y era muy conocida entre la alta sociedad.

Decir matrimonio secreto es un eufemismo porque Jorge y Mary vivían juntos abiertamente en Londres o en Brighton. Esa boda que incapacitaba para reinar a Jorge fue denunciada en el Parlamento, pero los partidarios del príncipe decían que era «una mentira maliciosa», o como diría Donald Trump, «fake news«. Lo peor fue la solución que buscaron el padre del príncipe, el rey Jorge III, y el gobierno. Como el príncipe tenía enormes deudas a causa de su vida de crápula, lo compraron: le ofrecieron una fortuna a cambio de que se casara con la «persona adecuada», es decir, con una princesa protestante. Y Jorge aceptó el trato.

Mary Fitzherbert, en un retrato de Sir Joshua Reynolds , 1788.

La desgraciada elegida como consorte fue Carolina de Brunswick, que como Diana se encontró con que en su matrimonio «eran tres». Aún peor, porque Jorge no se molestó en divorciarse de su primera esposa, y simplemente se convirtió en bígamo, aunque todo el mundo miró hacia otro lado. Carolina se hizo tan popular como luego lo sería Diana, era la víctima de un ser depravado, y todo el mundo justificó que abandonase a su infiel marido y se fuera a vivir a Italia. Incluso le perdonaron que se hiciera amante de su mayordomo italiano, como a Diana su relación con un musulmán. Y para culminar el paralelismo, Carolina murió en extrañas circunstancias al día siguiente de la coronación de su marido como Jorge IV, y corrió el rumor de que había sido envenenada por éste, de la misma forma que los conspiranoicos dicen que el accidente mortal de Diana fue un asesinato ordenado por la Familia Real.

Aún más morbosa sería la siguiente relación de un heredero inglés con una católica, la del duque de Clarence, primogénito de otro «eterno» príncipe de Gales, Eduardo VII. El duque de Clarence tenía cierto retraso mental desde niño, pero esto se ignoró y habría subido al trono de no haber muerto a los 28 años.

Todo el mundo consideraba que Clarence era homosexual, y de hecho estuvo envuelto en el famoso escándalo del 19 Cleveland Street, un prostíbulo para caballeros gays que frecuentaba. Pero sorprendentemente Clarence se enamoró de la dependienta de un estanco que había enfrente del prostíbulo. Se trataba de Annie Crook una muchacha trabajadora y encima católica, lo más «inadecuado» que se podía imaginar para un príncipe heredero del trono inglés, pero parece que ambos se casaron en secreto, como había hecho Jorge IV, aunque no haya constancia documental de ello. El caso es que en 1885 Annie dio a luz una hija llamada Alice, supuestamente hija del príncipe.

El duque de Clarence, heredero de Eduardo VII, supuestamente casado con una estanquera católica.

Esa historia de amor entre príncipe inglés y católica terminaría muy mal. Clarence murió en 1892 con sólo 28 años, y Annie enloqueció y permaneció encerrada en un manicomio durante 22 años, hasta su muerte en 1920. Una teoría conspiracionista sin demostrar sostiene que su locura, en realidad, era incapacidad mental debido a una lobotomía, practicada por el Dr. William Gull, médico de la Familia Real para silenciarla. Pero eso es otra historia.

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