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Seis de cada diez niños de entre 10 y 17 se han autolesionado en alguna ocasión

Las conductas autolesivas no suicidas entre los jóvenes han incrementado y se han adelantado en cuestiones de edad

Seis de cada diez niños de entre 10 y 17 se han autolesionado en alguna ocasión

Las conductas autolesivas no suicidas entre los jóvenes tienen un adelanto en la edad de inicio entre los 13 y 16 años | Unsplash

«Existe una gran prevalencia de autolesiones no suicidas entre los jóvenes», según el experto Juan Faura, quien ha alertado de que «el 17,2% de los niños entre 10 y 17 años realizan conductas de autolesión no suicida, y la edad de inicio más frecuente suele ser entre los 13 y 16 años».

«Hablar de incremento de autolesión en términos generales no sería correcto, no reflejaría la realidad de la problemática autolesiva, y su alarma podría llevarnos a sobrereaccionar hoy para dejar mañana de lado el problema. Tanto la autolesión suicida como no suicida históricamente se ha mantenido con cifras similares a lo largo de los años pero obsevamos un ligero incremento», comenta Juan Faura, psicólogo terapeuta especializado en autolesión y suicidio, profesor de la UNIR e investigador en la UD y URJC, presidente de la Sociedad Internacional de Autolesión, a THE OBJECTIVE.

A pesar de que la investigación actualmente es muy escasa y está empezando a generar interés, Faura destaca que «la prevención y la intervención existen, aunque son incipientes hay una gran esperanza en ellas, ya que la autolesión es totalmente prevenible, según la OMS».

Intervención de la autolesión desde el primer momento

En muchas ocasiones, aclara el especialista, «se puede hablar de conductas o pensamientos autolesivos que no tienen intencionalidad suicida. No tienen que estar asociadas necesariamente a un trastorno mental o a una patología comórbida. Puede ser una conducta de regulación emocional o la expresión física de alguna problemática puntual que esté afectando a la persona en ese momento».

«La adolescencia es una etapa de cambios en el adolescente. Las funciones de la conducta suicida en el adolescente son variadas, desde la autolesión como forma de regulación emocional, hasta la autolesión como estrategia antisuicidio, entre otras», explica a THE OBJECTIVE Iván Vinuesa López, psicólogo colaborador en el centro Psicólogos Princesa 81, formado en duelo y suicidio.

En la misma línea, Faura expone que todavía se está investigando la vinculación entre la conducta no suicida y suicida, la cual no tiene por qué ser lineal ni progresiva, pero sí se ha visto una gran relación entre ellas.

La conducta suicida es la cuarta causa de muerte en menores y adultos jóvenes entre 15 y 29 años, lo que representa el 1,3% de muertes en el mundo. Esta cifra supera las muertes causadas por el VIH, paludismo o cáncer de mama, según la Organización Mundial de la Salud.

Suicidios y seguridad

Por su parte, Patricia Vega, psicóloga experta en ideación autolítica e intentos de suicidio y profesora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), comentó durante la jornada, que «es importante intervenir a través de un plan de seguridad con las personas que han tenido un intento de suicidio desde el primer momento, tanto si se ha producido, como si es una ideación».

Hoy en día el 17% de las personas con ideas suicidas han tenido algún intento. Además, la profesora indica que «un dato relevante es que las personas con intento de suicidio suelen pedir ayuda un año antes, bien sea a través de familiares, amigos o mediante los médicos de atención primaria».

Entre los planes de seguridad para evitar un intento de suicidio, la psicóloga aporta que «la implicación del personal sanitario de manera activa en los planes de seguridad y su posterior seguimiento tiene una mayor tasa de éxito respecto a aquellos planes que hacen los pacientes de manera autónoma».

Se necesita de la implicación del personal sanitario, así como otros actores sociales, desde la política hasta los medios de comunicación para facilitar la correcta difusión de la conducta autolesiva en la línea de favorecer su prevención. Todos podemos aportar recursos y facilitar la prevención de un problema que está presente en la realidad de nuestros días, comenta Vinuesa a THE OBJECTIVE.

«La autolesión, sea de tipo suicida o no suicida, no es un problema psicológico o psiquiátrico, aunque pueda ser abordado desde estas perspectivas», explica Faura.

Conductas de los jóvenes

Algunos síntomas de alarma entre la población adulta pueden ser que la persona manifieste sentirse sola, insatisfacción por seguir con su vida, aislamiento o sensación de impotencia ante un problema o situación. Entre los jóvenes, conductas como aislamiento, llanto incontrolado, bajo rendimiento escolar, abandono del deporte, o dormir todo el día pueden ser señales para preocuparse.

«No es una relación lineal, no todas las personas que tienen conductas autolesivas llegan a tener conductas suicidas, pero las investigaciones confirman que un alto porcentaje de personas que se autolesionan intentan suicidarse o presentan ideación suicida a lo largo de su vida», explica Patricia Vega a THE OBJECTIVE.

Señales de alarma

Entre las principales recomendaciones para elaborar un plan de seguridad Patricia Vega destaca: «tener una lista de señales de alarma, pensar en diversas actuaciones para atajar el problema, saber a qué personas puede llamar si se encuentra mal, tener localizados a profesionales y organismos, así como sus teléfonos y disposición horaria, hacer un listado de buenas razones para seguir viviendo y cuidar un entorno seguro».

Vinuesa, por su parte, asegura que «las señales de alarma del adolescente que presenta conductas suicidas se pueden ver clasificadas en dos categorías: señales de alarma verbal y no verbal. Su conocimiento es fundamental, tanto por los profesionales de la salud, como por los adolescentes, sus familiares y allegados, así como por la población general».

El plan de seguridad es una técnica de emergencia que se puede aplicar a todas las personas con intento de suicidio y que pueden elaborar familiares o personal sanitario junto a la persona con ideación suicida. Vega asegura que el plan varía según cada persona, personalizarlo es importante y en ningún caso sustituye a una terapia psicológica o farmacológica.

«Las ideaciones suicidas pueden ser más desapercibidas, hay adolescentes que las comunican y otros no y eso lo hace más difícil de abordar, a veces el intento aparece sorprendiendo a la familia. Pero a grandes rasgos que un chaval diga «no quiero vivir» es una señal en si, y si hay síntomas depresivos, de aislamiento social, aumento de consumo de tóxicos es necesario preguntarle si se encuentra bien y necesita ayuda. Independientemente de si está pensando en suicidarse», explica Vega a THE OBJECTIVE.

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