El porcentaje de repetidores entre los alumnos de diciembre es 11 puntos mayor a los de enero
El llamado ‘efecto calendario’ afecta al rendimiento de los alumnos en función de si son de los mayores o los pequeños de la clase
Existen multitud de factores que pueden influir en el rendimiento académico de un alumno. Algunas tienen que ver con su entorno, como el nivel económico o educativo de sus padres, mientras que otros apuntan a sus condiciones naturales. Las familias o los propios estudiantes tienen cierto margen de maniobra para mejorar muchas de estas circunstancias, como por ejemplo el número de libros presentes en un hogar, que se ha demostrado como factor favorable para el aprendizaje.
Sin embargo, hay coyunturas que escapan totalmente del control de un escolar. Un ejemplo de ello es el mes del año en que ha nacido, un factor que la literatura académica ha señalado como muy condicionante para el rendimiento. El llamado efecto relativo de la edad o efecto calendario establece que los alumnos nacidos en los meses finales del año tienen más dificultades en el aprendizaje que sus compañeros, lo que se traduce en diversos aspectos del rendimiento, particularmente el porcentaje de repetidores de curso.
En concreto, y según varios estudios realizados en varias regiones españolas y revisados por THE OBJECTIVE, esa diferencia puede llegar a superar los diez puntos porcentuales. Por ejemplo, una investigación del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa concluyó que entre los alumnos nacidos en el primer trimestre del año había un 15% de repetidores, por el 25% de la cohorte que celebra su cumpleaños de octubre a diciembre.
Una de las principales explicaciones a este efecto es el hecho de que unos meses de diferencia de edad pueden suponer un gran cambio en determinadas etapas. En este sentido, como es lógico, la diferencia es más notable cuanto menor es la edad de los alumnos. Pongamos por caso a un estudiante nacido el 1 de enero y a otro nacido el 31 de diciembre del mismo año. Cuando ambos cumplen la mayoría de edad, el primero apenas es un 6% más mayor que el segundo; sin embargo, cuando comienzan la Primaria, el gap es mucho más amplio: un 18%.
En esos primeros cursos, por tanto, los niños mayores están más desarrollados cognitivamente y tienden a sacar mejores notas. Esa tendencia se va reforzando a pesar de que la diferencia de capacidad se va diluyendo con el tiempo: es más fácil que un alumno que ha sacado buenas notas en el pasado las siga obteniendo en el futuro. Los alumnos de menor edad sufren la predisposición contraria, es decir, sacan peores notas y tienen más posibilidades de convertirse en malos estudiantes, en repetir curso o en engrosar las estadísticas de fracaso escolar.
Esta prolongación en el tiempo del efecto calendario se traduce en datos. Un análisis de resultados del informe PISA en España señala que el incremento de repetidores entre los nacidos al final del año era sólo un punto inferior en la ESO (diferencia de 10,5 puntos) que en Primaria (11,5 puntos).
Este efecto no es exclusivo de la educación, sino que se observa también en otro ámbitos, por ejemplo los deportes. Las personas nacidas al comienzo del año tienen, durante la infancia, una ventaja competitiva en lo físico que las hace destacar. Contra esto podría argumentarse que estas condiciones superiores sólo se dan durante la infancia y la adolescencia. Sin embargo, igual que en la educación, está demostrado que esas diferencias tienen su peso en el largo plazo.
Basta con mirar los datos. Un estudio sobre los jugadores de Primera División del fútbol español (temporada 2022-2023) apunta a que los equipo de LaLiga tienen en sus plantillas a 305 jugadores nacidos en la primera mitad del año, por los 186 que lo hicieron de julio a diciembre, una diferencia de 24 puntos porcentuales. Resultados similares se observan en multitud de deportes.