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El zapador

¿Desplazará el Olentzero a los Reyes Magos?

Últimamente se ha promocionado al Olentzero en un esfuerzo por fortalecer la identidad cultural vasca.

¿Desplazará el Olentzero a los Reyes Magos?

Olentzero generado por IA.

Siempre han existido debates en torno a la celebración de la Navidad. El País Vasco no es una excepción. Para el vasco fetén la figura central de la Navidad es el Olentzero, un carbonero mítico que, según la tradición, anunciaba el solsticio de invierno y el fin de un ciclo, simbolizando el renacimiento de la naturaleza y el sol a través de la destrucción de lo viejo. Este rudo personaje ataviado con txapela y bastón ha experimentado una transformación notable en las últimas décadas. Una de la más polémicas es la introducción de un personaje que lo acompaña, una mujer llamada Mari Domingui, que si bien puede documentarse su origen en una canción de principios de siglo XX, su aparición junto al Olentzero es bastante reciente y se ha hecho con fines paritarios, es decir, por no dar a un hombre todo el protagonismo. En este sentido también hemos visto personajes como Mamá Noel o las tres reinas magas, experimentos que afortunadamente no han calado en la sociedad española.

Lo del Olentzero no es una tradición creada por la cadena ETB (Euskal Telebista) en 1985 como he leído en alguno forillos. Pío Baroja ya se hacía eco del Olentzero en su libro sobre el País Vasco de 1953: «Hace tiempo, en San Sebastián, decidieron restaurar una fiesta vasca del día de Nochebuena: la fiesta del Olentzero u Olentzaro. La fiesta se reduce a pasear en andas un pelele de paja, sentado en una silla, que va fumando una pipa, entre ramos de laurel, cantarle unas coplas y después pegarle fuego (…) no parece que existe más que en una zona de Guipúzcoa, que desde la frontera alcanza hasta Zarauz y a la parte septentrional de Navarra. El personaje no llega a Vizcaya ni a Álava». Pero podemos ir más atrás. La publicación Nuevo Mundo del 24 de diciembre de 1915 le describe como el Noel de los euskaldunes: «Olentzero un bebedor, un libertino, un hombre. Es inapelablemente oriundo de Francia. Cerca de la Gascuña ingeniosa, durante las vendimias, se corona de pámpanos». 

El Olentzero en 1915. | Revista ‘Nuevo Mundo

Originalmente, el Olentzero era un personaje complejo, a menudo representado como un borrachín fumador, e incluso en algunas localidades se le consideraba un ser monstruoso y algo bobalicón que «pone miedo a los pequeñuelos». Su tradición, que se limitaba principalmente a las áreas entre Guipúzcoa y Navarra (algunos sostienen que el origen está en Lesaca), incluía ser quemado en un pasacalles durante la Nochebuena, simbolizando la destrucción de lo viejo y el comienzo de un nuevo año. 

Sin embargo, desde finales de los años setenta, con el inicio de la etapa democrática en España, las autoridades nacionalistas vascas comenzaron un proceso de reinvención y promoción del Olentzero, en un esfuerzo por fortalecer la identidad cultural vasca. Este proceso se enmarcó dentro de una serie de iniciativas que buscaban vasquizar la sociedad, que, en ocasiones, incluyeron cambios en los nombres de pueblos y calles, y la creación de símbolos y tradiciones con un marcado carácter identitario. A lo largo de las últimas décadas el Olentzero se ha hecho más fuerte en los hogares vascos, dejándole pocas opciones al Santa Claus (o Papá Noel) que hemos importado y adaptado del extranjero. Los Reyes Magos sí son importantes en todo el País Vasco, pero a la zaga del Olentzero, que en tiempos recientes se ha convertido en el plato fuerte. A mi suegra, que es de Bilbao, le traían juguetes los Reyes Magos cuando era pequeña, pero no empezó a oír hablar del Olentzero hasta que estuvo próxima a casarse.

No obstante, a base de insistencia, el Olentzero ha ido transformándose en un personaje imprescindible para los niños vascos, encargado de traer regalos en todas las regiones de Euskal Herria. Esta transformación ha sido criticada por algunos como una falsificación histórica y una imposición cultural por parte de las autoridades nacionalistas, quienes buscan reemplazar figuras más universalmente reconocidas como los Reyes Magos. El director de documentales Iñaki Arteta afirmó que «el Olentzero actual es un invento nacionalista mezcla del auténtico, Papá Noel y los Reyes Magos, a los que pretenden sustituir». Quizá haya algo de polémica impostada, pues en pueblos tan etnonacionalistas como Bermeo, Durango, Galdácano o Mondragón se celebran los Reyes Magos (Errege Magoak) con total normalidad.

La figura de los Reyes Magos, arraigada en la tradición cristiana y ampliamente celebrada en toda España, enfrenta ahora la competencia de un Olentzero vigoroso y renovado. Esta situación ha generado debate sobre la posible sustitución de los Reyes Magos por el Olentzero en las celebraciones navideñas vascas. Las instituciones como las ikastolas (escuelas en euskera), los ayuntamientos y la televisión pública han jugado un papel crucial en la promoción del Olentzero, presentándolo como una tradición auténtica y puramente vasca. A través de muñecos, cartelería, canciones, libros y películas de animación, el Olentzero se ha integrado de lleno en la cultura popular vasca. En el año 2007 ETB decidió no emitir la cabalgata de los Reyes Magos pero sí emitió la llegada del Olentzero. Justificó su decisión debido al «alto coste». En diciembre de 2020, el ayuntamiento de Lejona, gobernado en coalición por PNV y PSE mandó una misiva a los niños de su municipio conminándolos a escribir al Olentzero y a Mari Domingi en euskera en lugar de en castellano. La carta incluso amenazaba con dejar sin regalos a los pequeños que osaran hacer lo contrario.

En este contexto, y con el avance de Bildu en el País Vasco, ¿existe la posibilidad de que la celebración de los Reyes Magos comience a ser percibida por algunos como un símbolo de identidad española, en contraposición a la identidad vasca que representa el Olentzero? Es una posibilidad, pero es pronto para afirmarlo. La polarización de símbolos culturales refleja una dinámica muy amplia en la sociedad vasca, donde la identidad y la tradición se encuentran en constante negociación y reinterpretación.

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