Mujeres que reivindican la maternidad: «Es mucho más fascinante de lo que me vendían»
Frente al mensaje imperante sobre las cargas de tener hijos, cada vez más voces hablan de la parte positiva
Hace unos días, Almudena C. Domper, publicó una columna en la Revista Ecclesia que fue ampliamente compartida en redes sociales. En ella criticaba la excesiva negatividad con la que muchas veces se habla de la maternidad y animaba a «negarse a vivir como víctima»: «Si ante la pregunta de pasillo ‘¿qué tal vas?’, no respondes con algo como ‘agotada’, ‘superada’ o adjetivos similares, cae sobre ti la sombra de la sospecha de estar alimentando una visión de la maternidad edulcorada», ahondaba.
En este sentido, es cierto que en las conversaciones cotidianas y en los medios de comunicación abundan los comentarios sobre la dureza de ser padres. Sin embargo, también existe un movimiento creciente de voces que está empezando a cuestionar ese enfoque.
Es el caso de la propia C. Domper, que conversa con THE OBJECTIVE sobre el asunto. Esta periodista de 30 años, madre de cuatro hijos, define su experiencia de la maternidad como una de las aventuras más interesantes y satisfactorias que ha emprendido. Sobre las dificultades, cuya existencia reconoce, dice que la conversación sobre ellas es lo que abunda en la esfera pública: «Se oye a muchas madres contando todas las renuncias de este cambio vital. Lo sorprendente para mí fue encontrarme con una realidad mucho más fascinante que la que me vendían. No todo es rosa, pero en absoluto es tan gris como lo pintan. En la maternidad no acaba la vida, florece».
Por su parte, Lucía Martínez Alcalde, madre de tres hijos, escritora y creadora de contenido especializada en noviazgo, matrimonio y familia, describe la experiencia de la maternidad como una ambivalencia. «Al final, experimentas todas esas cosas buenas que llevan a una visión más edulcorada, pero también las cosas que cuestan. De todas formas, creo que todas las realidades de nuestra vida tienen esa ambivalencia», afirma a este periódico. Lo que Martínez Alcalde se pregunta es por qué hay un esfuerzo tan particular por desmitificar la maternidad, algo que según ella no sucede con otros ámbitos como el trabajo — «que hay gente que lo tiene entronizado, como si fuera un dios»—, las compras o el dinero.
Para la escritora, que cuenta en su blog con un apartado llamado ‘Ser mamá mola’, lo relevante es qué peso decide cada uno darle a las cosas buenas y a las malas que aporta la maternidad. «Y hablando de lo malo de la maternidad», añade, «cabe preguntarse qué es lo malo. ¿Lo costoso, lo cansado, lo que te saca de ti misma? Pues es que la maternidad es esa desde el momento uno y, si no estás dispuesta a ese salir de ti misma, no tengas hijos».
Eso lleva a Martínez Alcalde a una reflexión más profunda sobre el concepto de libertad: «Si lo malo [de la maternidad] es lo que me contraría, lo que me quita libertad —en el sentido de plena autonomía de ‘yo, mis planes, mis gustos, mis proyectos’—, pues claro, le darás el peso malo». Para esta filósofa y periodista, «lo que te hace libre no es tener todas las opciones abiertas y disponibles, sino saber lo que realmente quieres, en este caso apostar por formar una familia, y dirigir tus pasos en esa dirección».
Como representación masculina —porque en el tener hijos están también, claro, implicados ellos—, Pedro Herrero, consultor de asuntos públicos y cofundador del pódcast Extremo centro, tiene claro que «la maternidad es un bien porque es la posibilidad de renovar la cara del mundo». «Sólo si te concentras en la neurosis del yo puedes atribuirle aspectos negativos a eso», remacha.
Herrero habla a THE OBJECTIVE de su paternidad como de algo más personal que genérico. «Es una experiencia muy sustantiva, muy real y muy concreta, para nada abstracta. Las que tengo con mis hijos son relaciones no intermediadas por el interés, por el poder o por el mercado. Son muy sustantivas, tienen mucho sabor», añade. Algo tan sencillo como irse con su mujer y sus hijos a un Vips a celebrar las notas, narra Herrero, tiene «mucho impacto» en él y le da «gran satisfacción y plenitud».
Los motivos económicos no son los primeros para retrasar la maternidad
En cuanto a las causas que llevan a muchos a rechazar la maternidad, a Almudena C. Domper le parece llamativo que en la discusión pública se repita continuamente que la gente no tiene hijos porque económicamente no pueden permitírselo. La periodista echa mano de la última Encuesta de Fecundidad del INE para apuntar que la economía no es más que la quinta de las razones por las que las mujeres retrasan la maternidad. «Por supuesto que la precariedad influye y los jóvenes sabemos mucho de esto», argumenta, «pero es engañosa esta relación de causalidad de a menos dinero, menos hijos. Está más que comprobado que en las sociedades con mayor desarrollo económico, la natalidad desciende de forma abrumadora. Según las estadísticas, la prosperidad está actuando de método anticonceptivo».
En esa encuesta del INE, en cambio, el motivo más habitual para retrasar la maternidad era la dificultad para encontrar una pareja estable o adecuada. «Hay un problema de emparejamiento, que necesariamente va ligado a la disolución de conceptos universales como el amor», explica C. Domper. «Esto obstaculiza la conformación de relaciones sólidas sobre las que construir, con algo de seguridad, un proyecto tan grande como lo es la familia». Sobre esta cuestión, Martínez Alcalde añade: «Cuando tienes el quién te buscas el cómo, aunque haga falta apretarse el cinturón».
Ambas expertas coinciden en que tampoco ayuda ese relato sobre la maternidad como algo negativo o limitante. «Tengo amigas que en sus ambientes de trabajo escuchan a compañeras jóvenes diciendo que no van a tener hijos ni locas», narra Martínez Alcalde, todas ellas «imbuidas por el relato que nos meten las series, los libros o las redes sociales».
Los enemigos de la maternidad
Preguntado por quién está tratando de denostar la maternidad, Herrero dice discrepar de algunos conservadores, que ven una especie de «complot» contra la idea de tener descendencia. Para este padre de tres hijos, quienes critican o rechazan la maternidad son más bien como las termitas que atacan las vigas de una catedral: «No tienen un complot para derribarla, pero si se las deja actuar…». Herrero señala, además, que estas personas no son conscientes de lo que atacan. «Quienes tratan de denostar la maternidad no tienen un objetivo de esclavizar a la humanidad, se trata simplemente de la última victoria nihilista porque no tienen ningún tipo de aspiración, de construcción alternativa, porque su último objetivo es la nada», concluye.
Almudena C. Domper va en la misma línea. Tampoco cree que haya «unos personajes poderosos concretos» que estén tratando de minar la maternidad, pero sí que «el sistema capitalista en el que vivimos inmersos y la mentalidad posmoderna están influyendo en una percepción negativa de la familia». La periodista explica que las empresas no quieren madres porque les hace «un roto» y tampoco los políticos, porque «una persona sin familia, sin unas responsabilidades que le trascienden, puede ser mucho más influenciable».
Por su parte, Martínez Alcalde opina que el ataque a la maternidad se remonta a Mayo del 68 como un movimiento por separar a las mujeres de su biología. El motivo, señala, es que se veía la maternidad como algo que quitaba libertad a las mujeres y les impedía ser iguales que el hombre. La escritora, sin embargo, cree que para acercarse a esa igualdad no hay que eliminar la condición de madre para las mujeres, sino más bien revalorizar la figura del padre. «¿Por qué no hacemos un movimiento para que los padres se involucren en todo lo que puedan? En vez de eso, hemos tirado para el otro lado: las mujeres tenemos que ser tan libres (en el sentido de autónomas) como los hombres. Pero la realidad de la biología es que no podemos hacer eso», afirma.