La ONG que ayuda a los mayores a soportar la soledad
Este sentimiento facilita el deterioro cognitivo o una situación de depresión
Cuando uno piensa en la vejez, la soledad no suele entrar en los planes. Pero, por desgracia, muchas personas mayores tanto en España, como en el resto del mundo, se enfrentan a esta realidad a diario. Las visitas de los familiares a veces no pueden ser continuas, y como consecuencia, este sentimiento, que tiene efectos severos en la salud de los que la padecen, es cada vez más común entre los mayores.
Tal como muestra la Encuesta Continua de Hogares del año 202o, «en España había 4.849.900 personas viviendo solas en el año 2020. De esta cifra, 2.131.400 (un 43,6%) tenían 65 o más años». Más de dos millones de personas de edad avanzada en España viven solas, y esto los hace más vulnerables a desarrollar un sentimiento de soledad, generando así efectos físicos desencadenantes de esta emoción.
Elena Palma-Ayllón y María Dolores Escarabajal-Arrieta en su artículo ‘Efectos de la soledad en la salud de las personas mayores’, publicado en el 2021, afirman que, «las discapacidades físicas y las enfermedades mentales son desencadenantes del sentimiento de soledad entre las personas mayores, sobre todo si viven solas, lo que implicaría que salud y soledad están asociadas de forma negativa» a lo que se añade que «además, algunas investigaciones han ahondado en estos componentes, indicando que esta relación se produce en sentido inverso, siendo la soledad un factor de riesgo para que la salud empeore».
Esto supone que la soledad en personas mayores es considerado un riesgo más en su salud, y desde la pandemia, se ha visto en aumento las cifras de personas que viven solas, siendo en su mayoría mujeres. Este hecho es consecuencia de la brecha de género que se encuentra en la esperanza de vida. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), «entre 2002 y 2022, la esperanza de vida al nacimiento de los hombres en España ha pasado de 76,4 a 80,4 años y la de las mujeres de 83,1 a 85,7 años. En este período se ha mantenido una diferencia apreciable en la incidencia de la mortalidad por sexos en España». Por tanto, suelen ser las mujeres las que pierden a sus maridos, convirtiéndose en las más afectadas por la soledad.
Soledad en la vejez
En la misma línea, el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada en un estudio promovido por la Fundación ONCE, llegó a la conclusión, de que, aunque el sentimiento de soledad no es lineal conforme a la edad, «diferentes circunstancias, como la pérdida de la esposa/esposo, la salida de los hijos del hogar familiar, o el fallecimiento de amigos, hace que la prevalencia (de soledad) sea relativamente mayor a edades avanzadas». Aunque esto no significa que las personas de edades medias o jóvenes no padezcan este problema.
A esto añade, relativo a la salud, que «sentirse solo y tener poco contacto social puede derivar, por ejemplo, en una situación de depresión y deterioro cognitivo, que se acompaña de cambios biológicos que acaban repercutiendo en el padecimiento de diferentes enfermedades», demostrando así los efectos de la soledad en la salud de quien la padece.
ONGs que luchan contra la soledad
Dados los datos, ya son varias las asociaciones que se han formado para poner una solución a este problema, como por ejemplo el proyecto ‘Madrid Te Acompaña’ o la Fundación ‘Nadiesolo‘. En Madrid, una de las asociaciones que actúan son ‘Amigos de los Mayores‘, que organiza a sus voluntarios para que vayan ha hacer compañía, tanto presencial como por teléfono, a las distintas personas mayores que conviven con la soledad.
Esta ONG, que lleva en activo desde 1987, quiere «combatir la soledad no deseada y el aislamiento social con acompañamiento emocional y la participación social» como afirman ellos mismos. A través de un acompañamiento de no más de dos horas a la semana, los voluntarios pueden marcar una diferencia en la salud de los mayores.
En el caso de Antón R. Castromil, voluntario en esta ONG, tal como afirmó a THE OBJECTIVE, «iba a su casa de cinco a siete y hacíamos un montón de cosas». Antón llevaba 10 años con María Teresa, la mujer mayor que conoció a través de la ONG. «En este caso María Teresa sí que tenía familia que iba a visitarla, pero al final es complicado porque los hijos tienen sus familias y sus trabajos y cuesta sacar tiempo para ir a ver a los abuelos», afirma Antón relatando su experiencia.
Continúa diciendo que «además la asociación tenía actividades para conocer a otros mayores, aunque nosotros no solíamos ir. Pasábamos el tiempo merendando, paseando, o en su casa», a lo que añade que «de vez en cuando ‘Amigos de los Mayores’ me llamaba para ver si todo iba bien. Solía ser como un par de veces al año».
Antón es uno de los muchos voluntarios que dan su tiempo para hacer compañía. De esta manera aportan un grano de arena a la mejora de la soledad en estas personas mayores, para así evitar las enfermedades y el deterioro cognitivo provocado por esta condición. Así, se puede llegar a hacer más llevadera la dureza de esta etapa de la vida, de la que no todo el mundo es consciente.