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En el trabajo, ellas se estresan más que ellos

Muchos estudios apoyan la existencia de discriminación negativa en contra de las mujeres en el mercado de trabajo

En el trabajo, ellas se estresan más que ellos

Una trabajadora estresada. | The Conversation

Está más que comprobado que la existencia de entornos laborales estresantes tiene consecuencias negativas para los empleados (deterioro de la salud, pérdida de ingresos), las organizaciones (disminución en la productividad, aumento de bajas laborales, aumento de ausencias en el trabajo y empeoramiento de la imagen empresarial) y la sociedad en general (aumento de recursos destinamos a salud, disminución de la producción del país, etc.). En suma, el coste económico del estrés laboral es muy alto.

Por otra parte, muchos estudios apoyan la existencia de discriminación negativa en contra de las mujeres en el mercado de trabajo. Esta discriminación se traduce en que ocupan distintos tipos de puestos de trabajo que los hombres (segregación ocupacional), tienen menores oportunidades de promoción y salarios, mayores tasas de despido y sufren comportamiento de acoso en el trabajo.

La pregunta que surge es si esta peor situación en el mercado de trabajo de las mujeres también se refleja en mayores niveles de estrés laboral.

Los datos y el método

Los datos que nos han permitido analizarlo proceden de la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo desarrollada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en el año 2010. La muestra de trabajo está compuesta por 5 820 asalariados. Entre ellos, el 36 % de las mujeres declaran soportar un nivel de estrés muy elevado frente al 31 % de los hombres.

Para obtener evidencias sobre qué factores afectan al nivel de estrés y de qué manera esos efectos son distintos para hombres y mujeres se ha puesto en relación la variable a explicar (el nivel de estrés) con distintos grupos de variables que podrían ser explicativas de ese estrés.

Se han considerado características de la persona (por ejemplo, edad, nivel educativo, tipo de hogar, condición de inmigrante y también el sexo del trabajador) y características del puesto de trabajo que ocupa (como salario, estabilidad laboral, organización del tiempo de trabajo, nivel de ajuste de las capacidades del trabajo con el puesto que desempeña). El tratamiento de estos datos se llevó a cabo aplicando técnicas estadísticas especialmente diseñadas para ello.

Hallazgos destacados

Como resultado general, se observa que tanto las características personales como las de los empleos contribuyen a explicar los niveles de estrés laboral. Además, el estudio comparativo por género nos dice que las mujeres declaran niveles más altos de estrés que los hombres que tienen las mismas características individuales (menos el sexo) y que desempeñan empleos con las mismas características.

Un estudio más detallado lleva a la conclusión de que las variables personales y laborales no explican esa diferencia en el nivel de estrés en contra de las mujeres y que la mayor dedicación de las mujeres al trabajo familiar, la segregación ocupacional y ciertos rasgos de personalidad que presentan los empresarios y empresarias explican esa diferencia de estrés.

Medidas de política económica y social

En general, el hecho de que algunas características de los empleos resulten ser estresantes para la mayoría de los trabajadores permite pensar en el diseño de políticas laborales que mejoren la calidad de esos empleos.

En lo que a las trabajadoras se refiere, las políticas de los gobiernos destinadas a aumentar sus tasas de inserción laboral deberían ir acompañadas de legislación que mejore las condiciones laborales de las mujeres, principalmente en el ámbito del tiempo de trabajo flexible y el equilibrio entre el trabajo y la vida personal.

En concreto, las medidas sociales a adoptar deberían estar enfocadas a lograr mayores niveles de conciliación entre la familia y el trabajo. Para ello, el presupuesto destinado a, por ejemplo, financiar escuelas infantiles debería ser aún mayor. De esta manera, se podría estar caminando hacia una sociedad más igualitaria en la que la doble jornada de trabajo, es decir, el trabajo pagado y no pagado que normalmente hacen las mujeres, se equilibre en los miembros de la unidad familiar. Esto llevaría a crear un sistema en el que hombres y mujeres serían responsables de lo que ocurre fuera de la esfera laboral (corresponsabilidad).

Limitaciones del estudio

Esta investigación tiene dos limitaciones claras. La primera, que los datos fueron recopilados en el año 2010 y, por tanto, existe un desfase temporal importante respecto al momento actual. Sin embargo, la muestra utilizada es representativa del conjunto de la población asalariada española, lo que permite extraer conclusiones para todo el país. Además, está especialmente diseñada para extraer una amplia información sobre la calidad de vida en el trabajo. Contiene un gran número de variables que permiten aislar el efecto del sexo sobre el nivel de estrés. No existen en España otras encuestas que cumplan esas dos condiciones.

La segunda limitación es que se utiliza información de un único año. Un seguimiento año a año de los mismos trabajadores (los llamados datos de panel) podría ayudar a identificar qué características personales y de los empleos son las que realmente causan el nivel de estrés. Esto es lo que se denomina análisis de relaciones de causalidad. Estas relaciones dan más información que los análisis destinamos a sólo explicar el fenómeno con datos de un solo año.

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