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Pablo Pérez, historiador: «Francisco no fue un revolucionario, no hizo cambios en lo esencial»

Según el catedrático de Historia, el Papa «jamás defendió el aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual»

Pablo Pérez, historiador: «Francisco no fue un revolucionario, no hizo cambios en lo esencial»

El papa Francisco en 2013. | Evandro Inetti (Zuma Press)

El fallecimiento de un papa y la elección del siguiente como obispo de Roma es un hecho extraordinariamente importante desde el punto de vista de la actualidad, así como de la historia. Todos los pontífices que ha tenido la Iglesia Católica desde su fundación están perfectamente documentados por su importancia. El fallecimiento de Francisco no es, por tanto, una excepción, y supone un hecho lo suficientemente relevante que debe ser valorado por el periodismo, por la cultura, por la historia y en general por toda la sociedad. Millones de católicos en el mundo lloran estos días la despedida de un papa que tan solo lo ha sido durante 12 años y 39 días, pero que ha hecho una labor digna de ser mencionada con sus aciertos y sus errores, que también los ha habido. 

Pablo Pérez es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, director científico del Instituto Cultura y Sociedad de su universidad y autor del libro De mayo del 68 a la cultura woke (Palabra, 2024). Su investigación actual se centra en la historia de la transición a la democracia en España, historia europea comparada e historia cultural. Es miembro de la comisión académica de la Fundación Transición Española, de la junta directiva de la Asociación de Historiadores del Presente, de los consejos científicos de la Asociación de Historia Actual y del Istituto Storico San Josemaria Escrivá (Roma). Dirige el curso online de Estudios sobre la mujer impartido por su universidad. 

PREGUNTA.- Esta pregunta puede dar para una tesis doctoral, pero desde el punto de vista de un historiador, ¿qué valoración somera hace del papado de Francisco I?

RESPUESTA.- Francisco I fue un papa que sorprendió en primer lugar por sus modos, su forma de hacer las cosas, muy propia de los ambientes latinoamericanos y también de una personalidad totalmente desconocida para los papados europeos que habíamos vivido hasta ahora. Dicho esto, he de matizar que fueron las formas, pero no tanto. Y esto es importante señalarlo porque, a diferencia de lo que la prensa se ha empeñado en recalcar durante su papado, no existieron grandes cambios con respecto a Benedicto XVI salvo en la forma de expresar su pensamiento, su forma de acercarse a Dios y su manera de explicar el Evangelio. 

P.- ¿En qué consistió esa forma? 

R.- Francisco explicaba la vida piadosa y la manera en que un cristiano debe tener de relacionarse con Dios y con los demás con familiaridad, en un claro contraste con Ratzinger, que tenía el mismo pensamiento, pero lo expresaba de una forma más filosófica, más teológica. Francisco cambió la manera de mostrarse, el modo de enfocar algunos asuntos. Insistió mucho en la idea de que los creyentes debemos compartir nuestra preocupación por lo espiritual, por ejemplo, no concediendo una gran importancia a la vida material. Esto está muy claro en su encíclica Laudato Si, en la que critica el modelo actual basado en el consumismo y la explotación de los recursos ambientales que están causando una crisis medioambiental y social y, desde luego, siempre prioriza el bien común y, lo más importante, la dignidad de la persona.  

P.- Dice que no hay tanta diferencia entre él y su antecesor Benedicto XVI. No es precisamente la imagen que se tiene. 

R.- Aquí tengo que decir una cosa y espero que los periodistas no se sientan ofendidos, pero decir eso es no haber profundizado en la idea del Evangelio que ambos papas compartieron. Francisco tenía una forma diferente de expresarse, pero no hay cambios en lo esencial con respecto al anterior pontífice.

P.- Pero sí fue un papa diferente, aunque no en lo esencial…

R.- Francisco tuvo una manera de hacer que rompió con los modos que denomino «romanos», y me explico. El papado siempre tuvo un comportamiento romano a lo largo de la historia en cuanto a que es el obispo de Roma y todos los pontífices de una manera u otra se adaptaron al mundo romano. Pero él, no. Digamos que le «declaró la guerra» a los modos romanos, se enfrentó a esas formas, su estilo de diálogo fue diferente. Insisto, plantó cara a los modos romanos, pero jamás al Evangelio.

P.- De hecho, se rodeó de gente no «romana»…

R.- Ciertamente, se trajo gente argentina para su «equipo». Digamos que apartó de la curia el comportamiento más romano, colocando personas que lo entendieran mejor. Era un papa, pero también una persona y con un carácter marcadamente latino. 

P.- ¿Fue lo suficientemente contundente contra la pederastia?

R.- Totalmente. Ya el anterior, Benedicto XVI, e incluso Juan Pablo II en cuyo papado se tomaron medidas muy serias. Los tres mostraron su enorme preocupación con respecto a esta aberración, pero digamos que Francisco, aunque no hizo nada nuevo con respecto a lo que habían hecho los anteriores, sí proyectó un comportamiento más claro de condena que así lo percibió la opinión pública. No hizo más que los dos anteriores papas, pero se le escuchó más y mejor por su forma de hablar más contundente, así como acciones ejemplarizantes y contundentes, también en el terreno legislativo. 

El catedrático Pablo Pérez se refiere a lo que sucedió tras la visita de Francisco I a Chile en enero de 2018 que marcó un verdadero antes y después en su pontificado. En el país sudamericano se vivió con profundo rechazo la visita del Papa por el amplio historial de pederastia de la Iglesia Católica y el encubrimiento del obispo Juan Barros a los acusados de semejantes aberraciones. Francisco I encargó una profunda investigación sobre los hechos y pidió perdón reconociendo que «había cometido grandes equivocaciones de valoración». Se reunió con las víctimas del sacerdote Fernando Karadima y reveló a todos los obispos chilenos de su cargo, además de realizar decenas de intervenciones de carácter legislativo, obligando a las diócesis de cada país a hacerse cargo del asunto. El resultado, sin embargo, no fue ni muchísimo menos el esperado; de hecho, se siguió criticando durante su papado la falta de transparencia y contundencia con respecto a una falta que la propia Iglesia considera uno de los más gravísimos pecados que puedan darse. 

P.- Cuando fue elegido Papa, se esperaba de él que fuese un revolucionario y como de ninguna manera lo fue, no al menos en el sentido que muchos esperaban y que nada tiene que ver con el evangelio, sino más bien con ideologías políticas, se decepcionaron. ¿Fue un «revolucionario»?

R.- Buena parte de la sociedad civil esperaba cambios con respecto a la figura de la mujer dentro de la iglesia, el aborto, el matrimonio homosexual y nada de eso sucedió simplemente porque Francisco, como pontífice, cumplió con el Evangelio. Jesús no dejó nada dicho sobre mujeres sacerdotisas y eso que en su época existieron. Con respecto al aborto, la situación es totalmente diferente. Hay una cosa que está clara: cualquier forma de aborto va en contra del mandamiento «no matarás», por lo tanto es impensable que un papa, máxima figura de la Iglesia Católica, lo justifique o defienda, como tampoco defendía ni justificaba la pena de muerte. Es algo que proviene de una base muy sencilla y a la vez compleja: la dignidad del ser humano es intocable desde la concepción hasta su muerte. Por eso también es absolutamente normal y lógico que defienda los derechos de los migrantes, porque todo parte de la misma premisa, la dignidad que todo hijo de Dios tiene de manera intrínseca. 

P.- ¿Y del matrimonio homosexual?

R.- Francisco jamás dijo que bendecía las uniones homosexuales porque para él el matrimonio solo es válido entre un hombre y una mujer. Lo que sí dijo, y esto es muy importante y volvemos a la idea de la dignidad, es que nadie podía ser despreciado por su condición sexual. Animó a los homosexuales a vivir su sexualidad en castidad, pero, ojo, de la misma manera que animó a hacerlo a las personas no casadas o separadas o, incluso, dentro del matrimonio si no se podían utilizar métodos anticonceptivos naturales, también animó a los esposos a vivir con castidad. Esto es un hecho. Otra cosa es que otros lo quieran interpretar de otra forma. Era el Papa, no lo olvidemos; por lo tanto, su postura fue la de la doctrina social de la Iglesia, la del Evangelio.

P.- Hubo cierta decepción en parte de la sociedad civil porque esperaban cambios radicales, pero eso indica el desconocimiento del Evangelio. Un papa no puede defender lo que va en contra de los mandamientos…

R.- Efectivamente. Los que mostraron su decepción es que desconocen de base las escrituras. Y siento volver a insistir en la idea, pero Francisco aplicó la esencia del cristianismo en todos los seres humanos. En el caso del aborto, quizás el más polémico, él siempre defendió la idea del principio de dignidad del no nacido por cuanto es, además, indefenso, como también lo son las personas que se montan en una patera arriesgando sus vidas. Criticó el capitalismo salvaje por cuando no respeta la dignidad humana. La idea de Francisco sobre el aborto es la del cristianismo: que matar a un inocente no es la solución a un problema. 

P.- Sin embargo, muchos de los que criticaban que no defendiera el aborto, sí alababan su defensa de los migrantes. 

R.- Cierto. Y es un ejercicio de una hipocresía tremenda. Para la iglesia, el no nacido tiene la misma dignidad que el que cruza en patera, que el pobre o que el condenado a muerte. Por eso la postura es la misma, no se cambia en función de la ideología política porque el mensaje de Jesucristo no es política, es algo muchísimo más profundo.

P.- Su defensa de la dignidad humana también pasó por criticar el capitalismo salvaje.

R.- Así es, en su encíclica Laudato Si, habla de economía, criticó el modelo económico actual basado en el consumismo y la explotación de los recursos naturales, argumentando que está causando una crisis ambiental y social. También aboga por una economía que priorice el bien común y la dignidad de la persona. Fue un papa que habló del medio ambiente y esto sí fue novedoso.

P.- Como historiador, ¿qué reflexión hace de este papado dentro del marco del siglo XX y comienzos del XXI?

R.- Creo que Francisco ha dejado una impronta teológica más profunda dentro del seno de la iglesia. Fue un papa que respondió las dudas del hombre del siglo XXI acorde a su tiempo. Fue una continuidad muy buena a Benedicto XVI que dio forma a una nueva capacidad en la forma de pensar frente al mundo moderno, mientras que Francisco I dio ideas profundas y humanas sobre cómo afrontar los dilemas que nos atenazan al hombre de hoy. Y dejó muy claras dos cosas que son básicas: que lo que la Iglesia necesita siempre es oración, mucha oración y santidad.

P.- ¿Qué debería tener el nuevo Papa?

R.- El colegio cardenalicio ha cambiado muchísimo, así que podemos esperar cualquier cosa. Puede ser un coreano, un africano o uno de Sri Lanka o, por qué no, de América del Norte. La Iglesia ha cambiado en el cuarto de siglo que llevamos y la idea de universalidad es más profunda ahora que en el Edad Media o Moderna, que era muy «romana», muy europea. 

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