The Objective
Sociedad

La razón por la que los cardenales no comen espárragos en el cónclave

Mientras el mundo espera la señal en el cielo, los cardenales buscan a quien guiará a la Iglesia en una nueva etapa

La razón por la que los cardenales no comen espárragos en el cónclave

Nuevo Papa | Canva

Mientras los ojos del mundo se elevan hacia el cielo del Vaticano, atentos a la chimenea de la Capilla Sixtina en espera del humo blanco que anunciará al nuevo Pontífice, puertas adentro se vive un proceso cargado de solemnidad, reglas estrictas y detalles curiosos. Tras el fallecimiento del papa Francisco, a los 88 años, ha comenzado oficialmente el cónclave: un rito ancestral que no solo implica recogimiento espiritual, sino también aislamiento absoluto y una logística minuciosa, incluso en algo tan aparentemente trivial como la comida.

Diseñado por el nutricionista Giorgio Calabrese, el menú de los cardenales electores ha sido cuidadosamente pensado para ser saludable y ligero, evitando cualquier exceso que interfiera en la concentración. Pero más allá de los platos sencillos y mediterráneos que se sirven —pasta, pescado a la plancha, frutas frescas—, lo que ha llamado la atención es la exclusión tajante de un alimento muy común: los espárragos. El motivo es menos teológico que práctico: sus compuestos sulfurosos alteran el olor de la orina, lo que resulta inconveniente en un entorno cerrado y compartido como el que viven los cardenales durante estos días de deliberación. Porque sí, en el cónclave todo está pensado hasta el más mínimo detalle. Y eso incluye también lo que se sirve en el plato.

Un rito milenario entre arte, espiritualidad y silencio

Reunidos en la majestuosa Capilla Sixtina, bajo la imponente mirada del “Juicio Final” de Miguel Ángel, los 120 cardenales electores —todos menores de 80 años— participan en un proceso que no solo es espiritual, sino también profundamente simbólico y ritualizado. La elección del nuevo Pontífice es uno de los eventos más relevantes del catolicismo, pero también uno de los más misteriosos. Durante los días que dure la votación, los cardenales vivirán en completo aislamiento en la Domus Sanctae Marthae, conocida como la Casa Santa Marta, una residencia austera dentro del Vaticano. No hay teléfonos, ni prensa, ni redes sociales. La desconexión es total, y cada detalle está cuidadosamente reglamentado: desde la liturgia hasta la comida.

Alimentación controlada: cuerpo sano para discernimiento espiritual

El nutricionista Giorgio Calabrese, especialista en Ciencias de la Alimentación, diseñó la dieta de los cardenales durante el cónclave y elaboró un menú equilibrado, ligero y funcional para acompañar su proceso de reflexión espiritual. El desayuno es dulce y sencillo: tostadas con miel o mermelada, acompañadas de té o café. Al mediodía, el menú ofrece platos mediterráneos: pasta con tomate y albahaca fresca, o risotto de verduras. Como segundo plato, carnes blancas o pescados a la plancha con guarniciones de vegetales cocidos o al vapor. El postre consiste en fruta fresca, y se permite una copa de vino, servida en vasos y jarras de cristal transparente. Esta medida, aunque parezca trivial, responde a una estricta norma del cónclave: evitar que se introduzcan mensajes secretos en la comida. “El agua se bebe para hidratarse, el vino se saborea para alimentarse”, explicó Calabrese a ACI Prensa, dejando claro que incluso lo placentero tiene su función dentro de la solemnidad del momento.

Lo que no pueden comer

Más allá del equilibrio nutricional, hay restricciones sorprendentes. Los espárragos están prohibidos, debido a los compuestos de azufre que contienen, los cuales, tras ser digeridos, provocan un olor fuerte en la orina. “En un contexto de convivencia espiritual y baños compartidos, este tipo de alimentos se consideran inapropiados”, señaló el liturgista Nicola Bux en L’Osservatore Romano. También se excluyen las comidas rellenas o cerradas, como empanadas, canelones, pasteles o pollo relleno. Desde el siglo XIII, este tipo de preparaciones están vetadas en los cónclaves, ya que podrían usarse para esconder mensajes. “Cada elemento debe estar orientado al bien común del cuerpo eclesial”, apuntó el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica.

Esparragos

Cena ligera y discreción absoluta

La cena sigue la misma lógica de moderación: jamón cocido, salmón ahumado o sardinas, acompañados de quesos frescos, son algunas de las opciones contempladas. Todo, preparado por laicos de confianza bajo juramento de secreto, y supervisado por las religiosas de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, quienes tienen la última palabra sobre lo que se sirve.

Una elección que va más allá de lo terrenal

Aunque el foco externo esté puesto en el humo blanco, dentro del Vaticano se vive un proceso que equilibra lo humano con lo divino. El cónclave no es un simple proceso electoral: es un retiro espiritual de enorme intensidad. Cada detalle —incluida la comida— responde a un principio de orden, discernimiento y pureza. No es un lujo, es un deber.

Publicidad