El instrumento español MEDA, ensamblado en el rover Perseverance que desde el pasado día 18 escudriña la superficie de Marte, ha comenzado ya a funcionar y a recopilar datos sobre la meteorología del planeta rojo.
En contexto: se trata de la tercera estación medioambiental desarrollada por el Centro de Astrobiología (CAB) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) que España envía con éxito al planeta rojo, y con ellas España cuenta ya con la primera red de estaciones meteorológicas que funciona en otro planeta.
El MEDA (Analizador de la dinámica ambiental de Marte) ha sido desarrollado por el Centro de Astrobiología español, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Ministerio de Ciencia y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial del Ministerio de Defensa.
El instrumento español, de unos 5,5 kilos de peso total, consta de siete sensores que servirán para medir la dirección y velocidad del viento, la temperatura del suelo y del aire, la humedad relativa, la presión atmosférica, la radiación solar incidente en los rangos ultravioleta, infrarrojo y visible, las propiedades del polvo en suspensión y, además, dispone de una cámara para tomar imágenes del cielo marciano (incluidas las nubes).
Los datos que proporcione servirán para afinar los modelos atmosféricos marcianos, lo que permitirá predecir el clima, y será de gran valor para preparar futuras misiones tripuladas, han informado hoy el CAB y el INTA en una nota de prensa. También servirán para estudiar en profundidad el papel que juega el polvo marciano en los procesos químicos que tienen lugar en la superficie y en la atmósfera, que afectan a la temperatura y al clima; así como para estudiar la radiación procedente del sol y del espacio, que puede alterar los rastros de cualquier vida pasada en las rocas de Marte.
Tras el exitoso amartizaje del Perseverance en el cráter Jezero del planeta rojo se ha iniciado un procedimiento para poner en marcha los sistemas e instrumentos del explorador marciano, incluido el MEDA, que se «encendió» con normalidad en la madrugada del pasado sábado y comenzó a mandar datos y señales que revelaron que todos sus sensores estaban en perfecto estado tras el aterrizaje.
Según han informado estos centros científicos y tecnológicos, todavía queda una actividad crítica para el MEDA antes de estar totalmente preparado para comenzar a medir durante el resto de la misión. El sensor de viento denominado «navaja» (por su forma plegada sobre sí mismo para autoprotegerse de los impactos de rocas durante el aterrizaje) debe todavía abrirse y extenderse hasta adoptar su posición final, una fase complicada también por la rapidez y la brusquedad con que se tiene que realizar.