Los inmigrantes están menos formados en España que en otros países europeos
El 43% sólo tiene educación obligatoria y únicamente el 28% tiene un título universitario o de FP Superior
En los últimos tiempos, el aumento de la inmigración ha ganado presencia en el debate público español. La cuestión puede enfocarse desde diversos puntos de vista. Tal vez la conversación principal sobre este asunto sea la que protagonizan los inmigrantes que llegan a España de forma ilegal. Algunos argumentan que son demasiados los que arriban así, por lo que proponen medidas para controlar o limitar ese flujo de personas. Otros, por el contrario, defienden su acogida -la de los inmigrantes en general- por razones humanitarias y también prácticas, como la repoblación ante la baja natalidad o porque ocupan puestos de trabajo a los que los españoles han renunciado.
Al margen de esa controversia, lo que es innegable es que la población inmigrante tiene cada vez mayor presencia en todos los ámbitos de la sociedad, incluido el mercado laboral. Pero, ¿qué clase de inmigrante atrae España? Si atendemos a un reciente informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE), a un inmigrante poco formado. En efecto, los inmigrantes que viven en España están entre los menos instruidos de la Unión Europea y la OCDE.
Es una de las conclusiones que se extrae del documento Panorama de la educación, elaborado anualmente por la OCDE. En él se analiza el nivel educativo de la población nativa y de los inmigrantes de un total de 32 países. 25 de ellos son los Estados miembros de la UE que además forman parte de la OCDE o están en proceso de adhesión, a los que se suman otros cuya comparación con España resulta de interés. Estos son Noruega, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos, Reino Unido y Japón.
El 43% de los inmigrantes en España sólo tiene educación básica
El retrato de España en este ámbito es que un tercio de la población autóctona adulta (33,6%) tiene el nivel educativo básico (ESO) o inferior, que otro 21% ha alcanzado un grado de formación secundaria (Bachillerato, FP Básica o Media) y que un 45,4% goza de educación terciaria (FP Superior o título universitario). En este último indicador, nuestro país destaca de forma positiva entre los Estados que analiza el informe, poniendo de manifiesto el avance de la educación superior en España en las últimas décadas.
La tónica cambia, no obstante, entre la población inmigrante que vive en España. El documento de la OCDE recoge que un 43,4% de los adultos foráneos sólo tiene una educación básica, una de las tasas más altas entre los países estudiados (por el 22,7% de la media de la Unión Europea y el 23% del conjunto de la OCDE). Además, un 28,5% de los inmigrantes tiene formación secundaria (39,4% en la UE y 35,4% en la OCDE). Por último, otro dato preocupante: sólo un 28,1% de los extranjeros que vive en nuestro país goza de estudios superiores, uno de los porcentajes más bajos (Colombia, Italia y Grecia aparecen peor situados). En contraste, esta cifra escala al 39,3% en la UE y al 42,2% en la media de la OCDE. En nuestro país, además, se da la mayor diferencia de todas entre la proporción de adultos locales y extranjeros que han estudiado un grado universitario o una FP Superior: 17 puntos.
Cabe aclarar que España no es el único país en el que su población nacional está mejor formada que la foránea, de hecho es la situación general. Con todo, existe un puñado de países en los que esta dinámica se invierte. Así, en Chile, Colombia, Irlanda, Reino Unido y Portugal, hay más porcentaje de población nativa que sólo tiene formación básica que entre los inmigrantes.
Causas y posibles soluciones
Sobre las causas de la baja formación general entre los extranjeros que viven en España, María Miyar, profesora de Sociología de la UNED y experta en el análisis de la integración laboral de los inmigrantes, señala que parte del problema radica en nuestro sistema universitario.
«Las universidades españolas no tienen el prestigio institucional y la influencia académica de países como Alemania, Francia o el Reino Unido, que tienen instituciones de alto reconocimiento internacional», afirma Miyar. La experta señala como asignaturas pendientes que las universidades de nuestro país amplíen su oferta académica en inglés. También que las Administraciones públicas simplifiquen los trámites burocráticos, como los permisos de residencia, los visados y las homologaciones, así como que mejoren la disponibilidad de la información sobre los trámites necesarios para venir a estudiar a España.
De lo contrario, apunta, España seguirá siendo como hasta ahora «fundamentalmente un destino para trabajadores de baja y media cualificación, especialmente procedentes de América Latina». Una imagen, explica Miyar, que puede minar el atractivo de España como destino educativo y, posteriormente, laboral.