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La nueva cara de Ethereum, ¿un ecosistema menos descentralizado?

Hace una semana se completaba el esperadísimo Merge, el cual plantea también algunas incertidumbres sobre la centralización de su red

La nueva cara de Ethereum, ¿un ecosistema menos descentralizado?

La representación de Ethereum, con su éter de criptomoneda nativo. | Reuters

El pasado jueves tuvo lugar uno de los hitos más importantes para el mercado criptográfico, no tan sólo para este año 2022, sino en toda la historia de los activos criptográficos. La actualización, también conocida como ‘La Fusión’, significó esencialmente evolucionar el modelo de consenso de Proof of Work (prueba de trabajo) para dar paso al Proof of Stake (prueba de participación).

Esta mutación sobre la metodología en la que se validan y gravan las transacciones en el registro contable de Ethereum presenta una serie de ventajas, entre las que se encuentra una reducción del 99,95% del consumo energético de cada transacción. Además, el cambio está llamado a reducir la velocidad de las validaciones en al menos un 12%, a la par que disminuir los costes por utilizar la red. Esto es una mejora significativa que hace potencialmente más accesibles las transacciones del propio Ethereum, como también de otros activos y tokens desarrollados sobre su red. Además, se aplicará una drástica reducción en la emisión de nuevas monedas de Ethereum, lo cual significa que la acercará progresivamente a un activo monetario deflacionario.

Con todo ello, el Merge aporta una serie de mejoras evidentes para el usuario en cuanto a utilización de la red se refiere, e incluso lo hace un activo potencialmente más atractivo para su inversión a largo plazo. Pero la otra cara de la moneda, es que los cambios tras ‘La Fusión’ suponen también una mayor centralización de la red de Ethereum. En términos prácticos, el consenso basado en Proof of Work significa que cualquiera con un ordenador puede unirse a la red y validar transacciones para aspirar a llevarse una retribución por ello, que recibe en forma de nuevas monedas. En este modelo, evidentemente a mayor potencia de cálculo mayor competitividad y mayor recompensa potencial, si bien es cierto que plantea unas bajas barreras de entrada.

Por contra, bajo el nuevo formato Proof of Stake la red se sustenta en los validadores, y para convertirse en uno de ellos y aspirar a recibir las comisiones es necesario contar con múltiplos de 32 unidades de Ethereum bloqueadas en la red. De esta forma, el usuario validador forma un nodo completo. Es decir, a precios actuales con Ethereum en torno a los 1.350 euros, son necesarios 43.200 euros para ser partícipe autónomo de la red. De forma alternativa, un usuario que cuente con menos de las 32 monedas necesarias puede delegar sus unidades de Ethereum, depositándolas en una entidad para que las agrupe junto a las de otros miembros, forme un nodo completo de 32 ETH, y pueda repartir así parte de las retribuciones recibidas. 

Como resultado de este sistema, actualmente más del 70% de los ETH depositados en staking están concentrados en seis pools, que hacen esta agrupación de criptomonedas para validar transacciones en la red. Entre estos seis pools se encuentra la plataforma descentralizada Lido, que ofrece una rentabilidad anual neta del 5,3%, pero también empresas centralizadas como las casas de cambio Binance, Kraken o Coinbase.

Como resultado, esta concentración de la red confronta uno de los principios fundamentales que proponen la tecnología blockchain, e incluso la esencia del movimiento que dio pie al nacimiento de Bitcoin. Cabe recordar que el primero de los criptoactivos, Bitcoin, pretende ofrecer un sistema de pagos descentralizados directamente de usuario a usuario, aportando para ello también una moneda propia.

Regulación y privacidad

Si bien es cierto que la propuesta de valor de Ethereum difiere del que, por el momento, es su hermano mayor, se contrapone al pilar esencial que busca combatir la centralización del sistema financiero y monetario. Por si fuera poco, esta concentración de validadores que presenta Ethereum tras el Merge plantea incertidumbres desde el punto de vista de la regulación y la privacidad, ya que otorga mayor poder de censura sobre unas pocas empresas centralizadas. De hecho, algo así sucedió con el caso de Tornado Cash, que devengó en una cadena de cuentas cerradas, filtraciones de datos, fondos congelados, polémicas detenciones sobre sus desarrolladores, y en definitiva, un intenso debate sobre censura y el derecho a la privacidad.

Tanto es así que el pasado martes, tras menos de una semana después de completarse el Merge, la Securities Exchange Commission (SEC) estadounidense ya reclama su jurisdicción sobre la red de Ethereum en una demanda contra el youtuber Ian Balina. Su argumento se basa en considerar que el 42.56% de los nodos de Ethereum están en suelo estadounidense, y que en consecuencia las transacciones validadas están en su área de actuación y por ello apunta que tiene plenas competencias como regulador. Este punto fue también recalcado por el presidente de la SEC Gary Gensler, que mientras considera a Bitcoin como un commodity, apuntó que Ethereum podría estar ahora bajo la regulación de la comisión.

Cualquier tecnología, especialmente en sus inicios, lucha por sobrevivir adaptándose ante las demandas del entorno siempre cambiante. En este caso, el fenómeno queda perfectamente retratado en el conocido como trilema del blockchain, donde se cruzan la descentralización, seguridad y escalabilidad de una red. La reciente evolución de Ethereum ha mejorado la escalabilidad a costa de sacrificar el que era su elevado grado de descentralización hasta entonces. Resulta cuanto menos paradójico que el mayor ecosistema de aplicaciones descentralizadas del mercado esté hoy construido sobre la red de Ethereum, la cual, desde ahora, resulta más centralizada que nunca. Ya sea desde un punto de vista tecnológico, económico, monetario, regulatorio u operativo, Ethereum es, sin duda, uno de los focos más interesantes del futuro del mercado criptográfico.

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