Así engañan los 'influencers' sobre su relevancia en las redes sociales gracias a los 'bots'
Según un estudio, el empleo de la inteligencia artificial engorda masivamente las estadísticas de cualquier red social
El crecimiento exponencial de los influencer en los últimos años, un grupo cada vez más numeroso, creó el debate sobre la fiabilidad de sus seguidores. La existencia de IAs y empresas capaces de crear y controlar usuarios falsos en las redes sociales abrió la discusión, referida a «¿cuántos famosos son realmente famosos y no han comprado sus seguidores?».
La relevancia pública, a través de las redes sociales, se ha convertido en el propósito de miles de personas, que la ven como una forma de escapar de una vida obrera, para pasar a otro nivel económico, a través de los grandes beneficios que supone dicha repercusión, aunque algunos requieran a los bots, como trampa.
El modelo de vida que muestran públicamente los influencers, lleno de lujos, exclusividades y una calidad fuera de lo común, con un relativo mínimo esfuerzo, supone un objetivo alcanzable para todo el mundo, pero, ¿es del todo así?
La influencia viene precedida de un trabajo, que tiene más que ver con la propia oratoria y forma de ser del creador de contenido, convirtiendo el crecimiento en un muro de roca para muchas personas que no obtienen ciertas cifras porque su contenido no entretiene o no es capaz de hacer sentir identificado a nadie.
Tener cientos de miles, o hasta millones, de seguidores supone poseer un poder de influencia dimensionado, en cualquier tema, actuando como una opinión pública de calidad, por el simple hecho de contar con unos números que respaldan tus capacidades.
Twiiter es la red social con más bots activos, es decir, inteligentes. Este hecho ha provocado que el magnate Elon Musk, su nuevo propietario busque perseguirlas, pues el sistema de auditoría SparkToro de la red eleva casi hasta el 20% la cantidad de bots en la plataforma, en relación con todos los usuarios totales.
¿Para qué sirven las IA en el ámbito de la relevancia pública?
El camino para obtener repercusión debe pasar por los procesos de constancia, creación de mensajes de interés e interacciones con la audiencia, creando una comunidad fiel que comprenda la manera de transmitir la información de influencia, sea relevante o no.
Sin embargo, este proceso puede llevar meses, incluso años, si no eres una figura pública, una gran celebridad o un político, por lo que muchas personas optan por la compra de bots, o inteligencias artificiales que aumentan sus estadísticas de cara al público.
Basta una sencilla búsqueda en Google para descubrir decenas de portales que ofrecen sus servicios robotizados, para las redes sociales, por módicos precios. Lo único que debes aportar es la cantidad económica y el ‘@’ referencial de tu cuenta, del resto se encargan ellos.
Twitter, Instagram, Facebook, Youtube o SoundCloud son aquellas empresas afectadas por la compra de servicios automáticos, levantando la molestia de sus usuarios, por la proliferación de mensajes automatizados, sin sentido y de ponencia ideológica.
Los mayores movimientos económicos, en pos de obtener repercusión, se relacionan con la adquisición de seguidores y me gustas, debido a sus bajos costes y a su gran capacidad representativa del volumen de engagement que tienen los usuarios.
Las cifras falsificables
Según el estudio Análisis de los servicios falsos de interacción en redes sociales, de manos de investigadores españoles de Imdea Networks y la Universidad Carlos III, el empleo de los usuarios de inteligencia artificial engorda masivamente las estadísticas de cualquier red social.
Las tarifas más baratas desarrollan el tráfico directo a las páginas webs o las visualizaciones de Youtube, como, por ejemplo, mil me gustas en Instagram por tan solo 1,3 euros. Por otro lado, mil seguidores en Instagram suponen poco más de 4 euros.
Aún así, existen servicios más caros, pues dependen de una mayor personalización, como pueden ser las reseñas en Google, que pueden llegar a costar un euro por texto. Todas las cifras fueron obtenidas de 58 sitios web que ofrecen sus servicios sobre todo aquello en lo que pueda hacerse clic, escribir o dar al play.
El proceso para comprarlo es muy sencillo, tanto como abrirse una cuenta, pagar el servicio con una tarjeta o criptomonedas y recibir, casi de forma instantánea el producto. Además, la personalización en el servicio es una novedad, como producto online, pues ya no se elige solo el sustento en me gustas o visualizaciones, sino que también puedes elegir el origen geográfico de los bots o su género, para establecer una estadísticas conformes a ciertas marcas.
Sin embargo, estas modificaciones son conocidas como power likes y son usadas, en mayor escala, en las cuentas grandes. Este sistema sirve para que el algoritmo de la red social de una mayor visibilidad a publicaciones o stories determinadas.
Estos power likes funcionan como modificadores, por lo que establecen un cambio importante en el precio. Características como la geolocalización o el género pueden incrementar el valor de la compra en un 300%. El mercado está en auge, provocando la proliferación de plataformas que se encargan de proveer de estos servicios a los usuarios de una manera pública, sin esconderse, como Amedia Social.
Un problema para los anunciantes
Esta empresa, de origen español, ha rentabilizado a tal escala este fenómeno que ya existen los llamados Packs Influencer, con determinados tramos de pago en los que puedes obtener cierto número de seguidores y autolikes, de manera instantánea y predefinida.
Además, la personalización permite repartir, entre otras cosas, los likes comprados entre todas las publicaciones que se desea, de modo que una simple compra de un paquete permite mejorar el engagement de gran parte del perfil de comprador.
Esta falsa viralidad no representa el verdadero movimiento y repercusiones de las personas poseedoras de los perfiles, pero tanta modificación y posibilidad provoca que las empresas no puedan diferenciar entre una capacidad publicitaria real y una basada en inteligencia artificial.
Así nace el concepto ‘actividad no válida‘, que se puede entender como todas las impresiones generadas por sistemas no humanos, generando lo que podría considerarse un fraude publicitario, ya que las marcas reciben datos inflados de sus campañas.
Con esto en mente, podemos llegar a la conclusión de la ineficacia para cualquier parte, excepto para los vendedores del servicio automatizado.
Mientras que, con la promesa de obtener reputación y éxito, estas plataformas venden cifras vacías a precios relativamente bajos, pero de manera masiva, los particulares no obtienen el beneficio del famoseo y las marcas no reciben un claro feedback por las campañas.
Es por ello que se ha creado un gran negocio en torno a la estafa mediante estos productos, pues, por el desconocimiento de los departamentos de márketing digital, decenas de ciberdelincuentes están llenando sus bolsillos para seguir financiando una rueda cíclica en el ámbito de la complejidad de los sistemas de IA.