Belgorod: el submarino ruso que provoca escalofríos en la OTAN
El K-329, el más avanzado de los 71 submarinos que se cree posee la flota rusa, es una actualización y ampliación de la clase Oskar II
Una imagen de archivo del submarino Belgorod. | Marina rusa.
Su nombre técnico es K-329 y por el que se le conoce popularmente es Belgorod. Pero ser ruso, y popular entre altos miembros de la OTAN, solo significa una cosa: le temen, y mucho. Es por eso que muchos lo llaman «el submarino del fin del mundo». Lo peor de todo es que se sabe que está desplegado y no hay trazas, al menos de cara al público de que se sepa dónde se encuentra, y esto es lo que lo hace más peligroso aún.
El 2 de octubre de 2022 la OTAN remitió a todos sus miembros una comunicación que hizo temblar a más de un almirante: el submarino nuclear de ataque Belgorod había sido desplegado por primera vez. Esto es lo que indicaban diversos informes de inteligencia, y era un momento especialmente sensible teniendo como telón de fondo el conflicto de Ucrania. Se desconoce su destino, misión o situación, aunque si se sabe algo más de sus capacidades
El diablo viaja bajo el agua
El K-329, el más avanzado de los 71 submarinos que se cree posee la flota rusa, es una actualización y ampliación de la clase Oskar II. Nacido como Project 09852, se encuentra en estado operacional desde el mes de julio del año pasado. Mide 184 metros de eslora, y 15 de manga. Su propulsión nuclear le permite viajar a una velocidad de unos 60 km/h bajo el agua, lo que lo hace muy rápido; más de lo habitual en este tipo de navíos. Puede pasar hasta cuatro meses sin salir a la superficie, su casco elude con habilidad todo tipo de sensores conocidos, en especial los de radares y satélites, y su huella térmica es muy baja.
Es, por lo tanto, muy difícil de rastrear incluso con los mejores sonares disponibles, y se supone que podría estar bajo el hielo del Ártico, lo que lo hace más invisible aún. Lo más intrigante del submarino es una de las funciones para las que fue diseñado: portar el torpedo 2M39 Status 6, también conocido como Poseidón, el dios de los mares y agitador de la tierra… de los terremotos en la mitología griega. Y es que el Poseidón tiene una función múltiple: entre otras provocar maremotos, con afección a lo que ocurra en tierra firme. Y unas cuantas más.
El Poseidón
El 2M39 no es un torpedo cualquiera, sino uno muy especial, no ya por los 100 megatones de potencia de su cabeza nuclear, sino por sus muy especiales funcionalidades. No se trata tanto de un torpedo, sino de un dron, un barco submarino no tripulado o manejado en la distancia. Se cree que su autonomía puede ser de 10.000 kilómetros, distancia que puede alcanzar gracias a su propulsión nuclear. Aunque sea operado por la marina rusa, no fue desarrollado por ella, sino por un misterioso departamento ruso llamado Dirección General de Investigación del Mar Profundo.
Resulta aún más inquietante saber que no depende del ejército, sino directamente de Vladímir Putin. El Poseidón es muy rápido, puede navegar sumergido entre 100 y 180 km/h y puede maniobrar hasta una profundidad de 1.000 metros. Sus desarrolladores se esforzaron en su faceta de furtividad y se sabe que resulta casi indetectable hasta velocidad de unos 35 km/h. A partir de ahí ya resulta algo más fácil dar con él, pero tienen que darse muchas circunstancias favorables para lograrlo. Se habla de que a ese ritmo los mejores sonares necesitan estar a menos de 2 kms de distancia para dar con él, a 55 km/h es detectable a 3.000 metros. Es cuando va a toda potencia cuando si se le puede atrapar a distancias de varias decenas de kilómetros.
Su modo silencioso se logra gracias a su sistema de supercavitación. Este efecto hidrodinámico se genera cuando se crea vapor debido a la alta velocidad de su hélice. Este fenómeno suele va acompañado de ruido y vibraciones, y en las escuchas da la impresión de que puñados de grava están golpeando diferentes partes de una máquina. Por todo ello se sospecha que su modo de funcionamiento seria acercarse a su destino a baja velocidad, y acelerar en el último instante; aquí también hay algo más. A pesar de su enorme tamaño, 21 metros de largo, por dos de diámetro, y casco de titanio, resultaría indistinguible de una embarcación civil en regiones costeras.
Los efectos
El Poseidón es una de las armas más siniestras de las creadas por el hombre. No ha de verse como un torpedo sino como un misil intercontinental subacuático. Su ojiva nuclear es cientos de veces más potente que las lanzadas en Hiroshima, y se calcula que el doble que la llamada Bomba del Zar, la más destructiva arrojada jamás sobre la superficie de este planeta.
Se cree que es el Plan B de Putin si en algún momento la escalada bélica en Ucrania va más allá de lo que considere tolerable. Un Poseidón podría liquidar de un plumazo un grupo de combate naval al completo si estallase bajo la panza de una flota, sin que los barcos de superficie pudieran hacer nada. Esta es la visión más militarizada, pero existe otra civil, y más dolorosa si cabe: el de su explosión nuclear y posterior tsunami que puede provocar si es detonado cerca de la costa.
Si se usase como arma de represalia, y hecho estallar en las cercanías de puertos comerciales como Rotterdam, Amberes, Hamburgo, Los Angeles, o Long Beach, provocaría el caos económico durante décadas. La radiación dejaría inutilizado estos destinos durante años y las economías sufrirían un descalabro monumental. También se especula con que sus ojivas bien podrían ir cargadas de cobalto altamente radiactivo. Una explosión de menor nivel, pero que arrojase su carga al aire podría dejar inhabitables áreas del tamaño de España durante mucho tiempo.
¿Puede haber algo más y aún peor? Pues sí: se desconoce cuantos Poseidones se han construido. Se baraja la posibilidad de que los haya ‘dormidos’ sobre el lecho marino, metidos en contenedores, y a la espera de una señal. Poseidón, nunca antes un nombre tan bonito representó a algo tan triste y feo. Crucemos los dedos.
