El espionaje chino al coche autónomo de Apple obliga al Gobierno de EEUU a intervenir
Además de Pekín, Irán y Rusia también han obtenido, por métodos ilegales, tecnología sensible e información a través de sus servicios de inteligencia
Si hay una empresa celosa de guardar sus secretos industriales, esa es Apple. De manera tradicional, el fabricante del iPhone usa niveles casi propios de la industria militar para proteger sus inventos y soluciones. Una de las que oculta con mayor recelo es la del rumoreado Apple Car, el coche autónomo en el que trabajan desde 2014. Jamás se ha visto ninguno, y nunca se han publicado fotos de un prototipo. Pero se sabe que trabajan en él, o al menos en un sistema de pilotaje autónomo, que bien pudiera ser instalado sobre vehículos de otro fabricante.
El problema es que esa atención a la custodia ha saltado por los aires, y los dedos apuntan hacia China de una forma bastante ruidosa. El tema es bastante serio porque no es de la compañía de donde ha partido la investigación, sino del propio Departamento de Justicia estadounidense, palabras mayores. Según el equivalente a nuestro Ministerio de Justicia, el caso de un exingeniero de Apple de robar tecnología, es solo uno de cinco similares, protagonizados todos ellos por China, Irán y Rusia. El plan de todos ellos no era otro que el de recolectar, por métodos ilegales, tecnología sensible e información privilegiada a través de sus servicios de inteligencia o redes de espionaje militar. Esto es algo que preocupa sobremanera al gobierno de EEUU, por eso ha creado un cuerpo especial que se dedica a combatir este tipo de situaciones.
La manzana podrida
El ingeniero de software Weibao Wang, de 35 años, residía en Mountain View, California. Fue contratado por la compañía en 2016, y como ocurre con todos sus empleados, firmó un acuerdo de confidencialidad con fuertes restricciones. Al año siguiente de su ingreso en Apple, aceptó un trabajo con una empresa china que trabaja en vehículos autónomos. Cuando esto ocurre, el código de la compañía obliga a advertir del cambio, pero Wang esperó cuatro meses antes de comunicarlo. Se cree que durante ese periodo aprovechó para sacar todo lo que le fue posible del llamado Proyecto Titán, el dedicado al desarrollo del coche autónomo de Apple.
Después de que dejara Apple, la empresa descubrió que Wang había accedido a las bases de datos confidenciales días antes de su marcha. El técnico penetró en áreas informáticas que en principio tenía vetadas. En ellas se encontraban soluciones técnicas relacionadas con el código fuente de los sistemas de pilotaje autónomo, su diseño arquitectónico, y el planificador de movimientos, entre otros datos de calado. Apple contactó con la policía e hizo que registraran su domicilio. Allí encontraron grandes cantidades de datos que no deberían estar fuera de la sede de la empresa. Los agentes federales no le detuvieron porque Wang prometió que no se movería de su casa. Sin embargo, esa misma noche embarcó en un vuelo con destino a China… sin billete de vuelta.
En el momento en que vuelva a poner los pies, será inmediatamente detenido, juzgado, y con casi toda seguridad, condenado por espionaje industrial. Si volviera al país, o fuese extraditado, se enfrenta al menos a 10 años de cárcel y deberá pagar 250.000 dólares o «el doble de la ganancia o pérdida bruta resultante del plan» por cada cargo. Se sabe que en la actualidad es ejecutivo de Jidu, una empresa propiedad del gigante Baidu y el fabricante de coches Geely, propietarios de marcas como Volvo, Polestar o Smart.
Tercer caso
No es la primera vez que a Apple se le escapa información confidencial, curiosamente con el mismo destino: China. Wang no es el primero, ni siquiera el segundo… es el tercer exempleado chino acusado de robar secretos comerciales de su división de coches autónomos. Xiaolang Zhang, que trabajó en Apple en la misma época que Wang, se declaró culpable de robar secretos comerciales en agosto de 2022. Otro exempleado, Jizhong Chen, también se enfrenta a cargos, pero aún no se ha fijado la fecha del juicio. Estos dos no tuvieron la suerte de Wang, y no pudieron salir del país antes de ser arrestados por separado en 2018 y 2019.
El caso de Wang es uno de los cinco anunciados el martes por las autoridades judiciales estadounidenses. Otros dos casos se referían a un exingeniero de software acusado de robar código fuente de empresas tecnológicas para comercializarlo a competidores chinos, y a una red china creada para suministrar a Irán materiales utilizados en armas de destrucción masiva y misiles balísticos. Se han practicado cuatro detenciones en relación con estos cinco casos en Nueva York, California y Arizona. Los cargos incluyen infracciones de exportación, contrabando y secretos comerciales.
Apple, por su parte, guarda silencio y se limita a seguir trabajando. Poco más se sabe de su vehículo autónomo; tan solo que su devenir está repleto de altibajos, y no comentan nada cuando se les pregunta. La única señal pública de sus esfuerzos es que una pequeña flota de coches repletos de sensores para recopilar datos pueden verse circulando por algunos barrios de San Francisco. Sus conductores tampoco dicen nada, al contrario que los empleados chinos, que sí dicen, pero donde no deberían.