Los expertos advierten sobre los efectos de las pantallas en el desarrollo de los alumnos
El debate sobre los riesgos de los dispositivos electrónicos en el aula se ha avivado en los últimos tiempos
En los últimos tiempos, ha ido tomando cuerpo el debate sobre la conveniencia o no de usar dispositivos electrónicos en la educación. En esta disputa, una de las pocas cosas en las que se ponen de acuerdo los representantes de uno y otro bando es en que esta controversia no tiene visos de apagarse en el corto plazo, sino que irá a más.
Esta guerra de las pantallas enfrenta a quienes ven la tecnología como una aliada en el aprendizaje y quienes defienden que las pantallas obstaculizan y hasta perjudican el desarrollo del alumnado. La pugna ha llegado a tal punto que en ciertos ámbitos ha empezado a escucharse la expresión «negacionismo tecnológico» para referirse a aquellos que rechazan los dispositivos electrónicos.
La pedagoga Catherine L’Ecuyer es probablemente la voz que durante más tiempo ha denunciado los riesgos de las pantallas en las aulas. En conversación con THE OBJECTIVE, la educadora canadiense recuerda que a ella ya la llamaban «negacionista» allá por 2015. Ocho años después, y con las dudas sobre la tecnología al alza, L’Ecuyer opina que es un insulto que denota «mucha ignorancia y muy poco nivel cultural».
El problema, señala la pedagoga, es que muchos no son capaces de distinguir la diferencia entre servirse de la tecnología o dejarse dominar por ella. «A mí me parece estupendo que una persona pueda orientarse con un GPS o reservar en un restaurante a través de una pantalla. Eso no lo cuestionamos quienes cuestionamos las pantallas en la educación», apunta. En cambio, «la tecnología en educación no es neutra, son los algoritmos los que mandan y hablamos de un aprendizaje pasivo, no activo».
En este sentido, L’Ecuyer denuncia la existencia de un «matrimonio de conveniencia» entre las empresas tecnológicas, que venden a los colegios los dispositivos electrónicos y el contenido adaptado a la docencia, y una cierta manera de entender la educación basada en los estímulos externos. Para la experta, «la tableta es el vehículo perfecto» para esa corriente pedagógica, pero, en su visión, «con una tableta Mozart o Einstein habrían salido embotados y poco creativos».
Por su parte, el filósofo y pedagogo Gregorio Luri señala a este periódico que la simplificación de este debate «facilita el esfuerzo de no pensar» y que «las etiquetas [como «negacionista»] permiten dar por entendidas cosas que no se han comprendido». Su postura dista tanto de los «profetas de la tecnofilia» como de los «tecnófobos preventivos» y afirma que «a medida que las tecnologías se sofistican aumenta nuestro poder para usarlas bien y mal».
«No hay otra dirección»
Al otro lado del ring se sitúa Víctor Manuel Gómez, CEO de 4Geeks Academy España, una escuela de programación con presencia en nuestro país, en Estados Unidos y en Latinoamérica. «Parece que el negacionismo está de moda desde el covid, y seguramente vaya a ir a más, y por consiguiente, habrá también personas que se conviertan en ‘negacionistas tecnológicos’», afirma Gómez a THE OBJECTIVE.
El directivo defiende que el 85% de los trabajos del futuro requerirán habilidades tecnológicas y de programación, por lo que «será necesario que las personas desarrollen habilidades desde el colegio que los convertirán en los profesionales del futuro, en las generaciones de relevo». Por eso, con ciertos límites, apoya que los estudiantes en edad escolar utilicen la tecnología para estudiar, hacer trabajos, exámenes, etc., y así mejorar la experiencia educativa de los centros de formación.
«El uso de la tecnología facilita muchísimas cosas, y además, ayuda considerablemente en el proceso de aprendizaje», afirma Gómez, para añadir que, en lo referente a este asunto, «no hay otra dirección»: «Creemos firmemente en que la tecnología tiene que avanzar y formaos a los profesionales que sean capaces de llevarlo a cabo».
En una posición intermedia se sitúa Miquel Palet, cofundador de Ucademy, una startup que ayuda a alumnos a acceder a selectividad o conseguir su plaza en sus oposiciones mediante un estudio totalmente personalizado basado en la tecnología. «Realmente creemos que las pantallas pueden ser herramientas increíblemente valiosas en el ámbito educativo. No las vemos como enemigas, sino como aliadas poderosas si se utilizan de manera consciente y equilibrada», señala Palet a este periódico.
Con todo, reconoce que no hay que apresurarse a la hora de etiquetar como «negacionistas» a quienes se oponen a las pantallas. «Reconocemos que sus preocupaciones sobre los posibles efectos negativos del uso excesivo son válidas y necesitan ser consideradas. Creemos que es esencial encontrar un punto medio, donde las pantallas se utilicen de manera educativa y constructiva, sin descuidar las interacciones cara a cara y el desarrollo social de los estudiantes», señala.
Un debate que irá a más
En lo que todos coinciden es en que los recelos hacia las pantallas irán a más. Catherine L’Ecuyer cuenta que recibe cientos de correos electrónicos de padres preocupados por el mal uso de la tecnología. Incluso, apunta, recientemente han empezado a contactar con ella algunos colegios que están dando marcha atrás en la implantación de dispositivos electrónicos en el aula.
L’Ecuyer es de la opinión de que la tecnología no va a desaparecer y, es más, se va a desarrollar cada vez más. Con todo, está «convencidísima» de que los colegios acabarán por abandonar las tabletas. «Antes los padres, cuando buscaban colegio para sus hijos, preguntaban si había pantallas como un punto a favor; ahora lo preguntan porque prefieren que no las haya», asegura.
Palet tampoco piensa que el debate sobre las pantallas en la educación sea simplemente una moda pasajera. «Es esencial que continuemos evaluando cómo las pantallas pueden complementar, en lugar de reemplazar, las experiencias educativas tradicionales, y cómo podemos preparar a nuestros estudiantes para un mundo cada vez más digital sin comprometer su bienestar», apunta el cofundador de Uacademy, «creemos que el debate será esencial para que podamos seguir disfrutando de la tecnología de manera equilibrada y sana».
Para Gregorio Luri, «las tecnologías son prótesis antropológicas, es decir, amplifican lo que somos». Por eso ve necesario «trasladar el debate», no dando tanta importancia a la tecnología en sí y centrándose en educar a las personas y a sus intereses. De lo contrario, advierte gráficamente, «siempre habrá gente que utilice los ordenadores para darse ordenadorazos en la cabeza».