Las armas de la saga cinematográfica Alien siguen inspirando a la industria militar
La industria bélica, con frecuencia, encuentra soluciones a sus productos en la ciencia ficción
Siempre sorprenden. En una buena película del espacio, con monstruos terribles de por medio, ha de haber armas y las de la saga Alien acaban llamando la atención por su mezcla entre realismo tangible y fantasía cercana. Tampoco es una rareza que los militares abran los ojos, y una vez pasados los sobresaltos, tomen nota de lo que han visto.
Alien, el bicho xenomorfo con mala leche como para inundar un océano, aterra a los espectadores de todo el planeta desde 1979. Ridley Scott mostró al mundo a un extraterrestre baboso y siniestro, en una mezcla de terror espacial, los Diez negritos de Agatha Christie, y un asesino en serie con mucha hambre y dientes bien afilados.
Es ahora el uruguayo Fede Álvarez el que nos muestra la enésima edición de la leyenda de este demonio salido de las entrañas del hombre al que desea devorar. Alien: Romulus ha sido acogida con positividad; no empata con las dos primeras, la de Scott, y Aliens: el regreso, de James Cameron, sin embargo, supera a casi todas las demás, que estaban cayendo en el tedio y la repetición infinita de las mismas ideas.
En casi todas ellas, el armamento para combatir al diablo alienígena son una constante y la manera habitual de repelerlo es igual a la propia del viejo oeste: a tiro limpio. En mitad de Romulus, la protagonista echa mano de un arma encontrada en las instalaciones, un F44A, fusil de pulso con 450 proyectiles y capaz de apuntarse solo. Este tipo de arma no existe en la realidad, aunque su tecnología es bastante similar a algunas que hoy están disponibles en el mercado militar.
Pintada de gris muy claro, casi blanco, adquiere el aspecto corporativo del material propio de una gran empresa, como se supone que es la Weyland-Yutani que maneja los designios de la saga. Cuando Priscilla, encarnada por la actriz Cailee Spaeny, empuña el F44A, aparece una cualidad exótica que está muy cerca de ser realidad: que el arma se apunte sola.
Otro de los personajes, al igual que hiciera el Cabo Hicks con la Teniente Ripley en Aliens: el regreso, da unas cortas instrucciones a Priscilla y el arma, una vez activada, parece cobrar vida. La culata retráctil se engarza en el hombro derecho y cuatro actuadores hidráulicos la va impulsando hacia donde se apunte con la mira.
El visor, situado sobre el cuerpo principal del fusil, muestra en una pantalla y en una imagen infrarroja a sus blancos. Una vez designado el destino de la munición, el dispositivo reajusta y define mejor la puntería —gracias a los actuadores hidráulicos—, y el operador del arma no debería fallar el disparo.
A pesar de lo fantástico de la cinta, esta invención está muy cerca de ser una realidad. El sistema SMASH, del que el ejército británico acaba de adquirir 500 unidades, hace algo que casi iguala el efecto. Esta mira israelí, montada sobre rifles de asalto convencionales, está fabricada por la compañía SmartShooter. Es capaz de realizar seguimientos en vuelo de drones, de forma que podrían ser derribados con el disparo de dicho fusil si están a la distancia que fuera capaz de cubrir su munición.
Los británicos acaban de cambiar su arma standard al Knight’s Stoner KS-1, un derivado del AR-15, aunque en principio los SMASH X4 adquiridos irían montados sobre los antiguos L85. Las pruebas fueron muy satisfactorias y el British Army quedó impresionado con su eficacia. La única diferencia para con la ficticia F44A de Alien: Romulus es que carece de un sistema mecánico que haga variar la dirección del arma, aunque el sistema de designación de disparo ya existe y el invento podría ser desarrollado sin demasiadas dificultades de acuerdo con la tecnología existente.
El primer Alien, casi a pedradas
No es la primera vez que ficción y realidad se entremezcla, en especial en esta saga cinematográfica. En la primera película, la de 1979, no había armas. Toda la acción transcurría en un carguero espacial y en pantalla apenas asomaban unos lanzallamas y armas eléctricas de contacto. Pero muy distinto fue el caso de Aliens: el regreso. De ahí los militares sí que tomaron nota.
«Quiero presentarte a un amigo. Este es un rifle de pulso M41A. Munición de diez milímetros, y con un lanzagranadas con acción de bombeo bajo el cañón».
―El Cabo Hicks a Ripley (Aliens: el regreso)
El arma principal fue el rifle de pulso M41A1 construido en 2179 por el imaginario fabricante Armat Battlefield Systems, fusil de asalto de los Marines Coloniales, las fuerzas de choque espaciales. James Cameron pidió a sus diseñadores que fueran armas reales, que disparasen con veracidad, nada de efectos digitales, todo tenía que ocurrir ante las cámaras.
Los encargados utilizaron el cuerpo de las ametralladoras Thompson, las mismas que usaban los mafiosos de Chicago en los años 30, y la rodearon de piezas que le daban un aspecto futurista. El cargador era real y disparaba cartuchos de fogueo. Cameron pidió una buena cadencia de disparo, mucho ruido, buenas llamaradas, pero que no produjeran humo, porque podría crear problemas visuales y de correlación de las imágenes.
Funcionó en tal medida que muchos aficionados a las armas copiaron la idea y se fabricaron réplicas. Youtube está lleno de vídeos de tipos que disparan armas que parecen traídas del futuro, aunque no son más que adaptaciones tuneadas de armas convencionales ya existentes y perfectamente funcionales. Incluso la marca de juguetes Nerf tiene una copia, y es fácil encontrar tutoriales para pintarlas al estilo del arma que se ve en la película.
Armamento muy pesado
Más curioso es el caso de la ametralladora pesada M56 Smartgun que en Aliens: el regreso portaban los soldados Vasquez y Drake. Acompañada de un visor óptico pegado a los ojos de sus tiradores, la curiosidad no residía en el arma, una enorme ametralladora pesada, sino en su soporte: el brazo de una steadycam.
Este invento desarrollado por el español Juan de la Cierva, y más tarde evolucionado por el productor Garrett Brown, revolucionó el cine y provee de un sistema de sujeción amortiguado a las cámaras. Puede ir montado en vehículos o ser portado por su operador, que puede correr, saltar, o pasar por encima de baches si es un coche. La cámara mantendrá su posición gracias a varios mecanismos isoelásticos. Los movimientos de trepidación desaparecerán y la imagen resultante será fluida.
Cameron mandó montar el arma sobre uno de estos brazos, a su vez enganchados a un arnés sujeto a los hombros y espalda de los actores. El ejército norteamericano observó con sorpresa el invento, porque dotaba de una movilidad inédita a un elemento que ha estado, y está, asociado a un trípode, patas, o sujeciones a una base firme y fija.
Buena idea, solo para el cine
Las pruebas resultaron fallidas debido al enorme peso del conjunto. El soldado debería cargar con el peso del arma, la munición y el atalaje correspondiente. El conjunto se iba a varias decenas de kilos, lo que lo hacía impracticable durante horas de combate, pero excelente para el rodaje de planos cortos de apenas segundos en una película.
El cine se inspira en la realidad, y la realidad, a veces, también se inspira en el cine. Las ideas alocadas de los guionistas de la ciencia ficción acaban siendo en pocos años en dispositivos que llevamos en los bolsillos. El intercomunicador de la serie Espacio 1999 parece un trasto al lado de los actuales iPhone, la realidad virtual de El cortador de césped quedó muy superada, los coches autónomos actuales conducen casi mejor que los de Desafío total, o las videollamadas de 2001, una odisea en el espacio se ven peor que las que hacemos hoy desde casa.
El futuro, que siempre llega antes de lo previsto, y nunca es como lo imaginamos, sino otra cosa.